domingo, 22 de diciembre de 2019

EL RINCÓN DE INMA: FELIZ VIDA, FELIZ NAVIDAD



Cada año el 22 de diciembre el sorteo de la lotería marca el pistoletazo de salida de la Navidad, todos tenemos en mente que un golpe de suerte cambie nuestras vidas, pero la felicidad no está en Amazon ni en el Corte Inglés, aunque esté bien tener muchas comodidades e ir a la última, tengo en el armario ropa de varias manos, he rebajado la leche con agua porque no llegaba para el desayuno, he ido al banco a sacar mis últimos siete euros porque el cajero no te da una cantidad tan pequeña y el banquero ha levantado la cabeza con desprecio y he salido con la sensación de que le estaba robando, eso también es Navidad.

Eres Navidad cuando bailas como si nadie te estuviera mirando, cuando compartes lo que tienes, aunque no te sobre, cuando mandas un mensaje para ver cómo está esa persona que sabes está en horas bajas, cuando suena vuestra canción y sientes que el tiempo no ha pasado, Navidad es no dejar que nadie pise tu dignidad y no ir donde no eres bien recibido, Navidad es ilusión y magia.

Haces la Navidad cuando escuchas a esa persona que tiene la angustia dibujada en su cara, cuando sonríes y luego si eso ya buscas el motivo, cuando haces para tu familia su comida favorita, cuando te mimas y te regalas ese momento que tanto te pide el cuerpo.

Navidad es cuando recuerdas lo que nunca quisieras olvidar, cuando si no puedes multiplicar sumas pero nunca restas, cuando luchas por tus sueños y contagias a otros para que también lo intenten, cuando tienes un mal día y no te importa que se note, cuando te abrazan tan fuerte que se rompen los miedos.

Que la Navidad no sea un lujo, que  la Navidad sea para todos. Feliz vida. Feliz Navidad.

INMA REYERO DE BENITO

sábado, 21 de diciembre de 2019

TEODORO ROBLES: MI ESPEJO HUMANO



El “espejo” humano que me encontré hace dos días tirado en la calle, mojándose por arriba con la incesante lluvia, y, por debajo, con el reguero de agua que corría calle abajo. Aquel hombre desorientado, sangrando por la cara, con el móvil en la mano, manoseándolo, como si quisiera llamar a alguien, pero sin saber hacerlo, sin saber que lo tenía apagado y que se le estaba mojando peligrosamente.
Ese hombre, mal vestido y con el pantalón caído hasta la rodilla, no sabía ni quién era, ni donde vivía, ni como llegó allí, ni porqué se cayó al suelo en el bordillo de la acera sin poderse levantar.

Yo intenté levantarle pero no pude. Era muy pequeño y flaco, pero pesaba como el plomo. No pasaba nadie por la calle. En ese momento estaba diluviando. Llamé con mi móvil a emergencias (112) y rápidamente llegó una patrulla de la policía local y una ambulancia.

Entretanto se acercó una chica joven y a continuación un hombre joven y fuerte que me ayudó a levantarle del suelo y a apoyarle en la pared.
Ni nosotros, ni la policía, ni después los sanitarios, conseguimos que nos dijera algo coherente, ni quién, era ni dónde vivía.

Se lo llevaron en la ambulancia y no supe más de él. No sé si tiene dónde vivir, ni quien le pueda acoger en su casa. Pero ahora, al recordarlo me llegó un mensaje a mi mente de lo que podría significar para mí ese encuentro. No solo era un hombre malherido y desorientado que ni podía ni sabía donde ir, ERA UN ESPEJO QUE LA VIDA ME PUSO DELANTE PARA VERME A MÍ MISMO Y REFLEXIONAR.: ¿Quién se hace cargo de mí si me veo en esas circunstancias? ¿Quién me ofrecerá su casa cuando averigüen que vivo solo y no tengo quien me cuide?

Hoy doy gracias al Cielo por no ser yo el hombre que encontré en el suelo y le pido sabiduría para prevenirlo y valor para soportarlo.
Gracias por encontrar ese ESPEJO. Viviré cada día con ese recuerdo y penando en esa posibilidad. Tal vez eso me auyude a ser mejor persona y a vivir el momento, por si no hay mañana.

GRACIAS “ESPEJO”.

TEODORO ROBLES FLECHA

COMO LA VIDA MISMA: LA MAGIA DE LA NAVIDAD



Hay personas que aman las reuniones navideñas, los adornos, las luces, los abrazos, los buenos deseos, los regalos… y otras que los aborrecen, porque les parecen falsos o superficiales, o les traen recuerdos amargos.
Pasa algo parecido a lo que ocurre con el Día del Padre o la Madre, el de San Valentin, el de Todos los Santos, o tantos otros, en que la sociedad parece “obligarnos” a realizar ciertos rituales para no quedar como malos hijos, progenitores o parejas.

Nos quejamos de que resulta forzado dedicar unas fechas concretas a las personas queridas cuando tenemos todo el año para demostrarles nuestro cariño y de que parece una estrategia de ventas, que aprovecha el qué dirán y  la mala conciencia para hacernos gastar el dinero. Pero siendo honestos, ¿nos acordamos con frecuencia de nuestros familiares y amigos que ya no están con nosotros, o sólo el día que toca ir al cementerio y llevar flores? ¿Tenemos detalles o nos reunimos con los nuestros si no hay un cumpleaños o una festividad de por medio? ¿Nos acordamos de salir con la pareja, de arreglarnos, de obsequiarle con frecuencia o sólo en las ocasiones?

Pues lo mismo sucede con la Navidad. Tal vez haya mucha sabiduría detrás de que, de forma colectiva, se ponga el foco durante unas semanas al año en prestar atención a lo bello que hay en la vida y lo bueno que habita en cada persona que nos rodea. No es una tontería que compartamos lo que tenemos, que nos reencontremos con nuestro niño interior, que busquemos la compañía de quienes nos aman… y “oficializar” la manera de hacerlo no hay que tomárselo necesariamente como una imposición, porque también es una oportunidad.

Si nos quejamos (seguramente con razón) de la hipocresía de algunos, que fingen lo que no sienten para sacar provecho o para no dar la nota, procuremos al menos no caer nosotros en lo mismo, para que los deseos de paz y concordia que manifestemos sean auténticos.

Que los mensajes de “volver a casa por Navidad”, “al mundo entero quiero dar un mensaje de paz”, “el mayor premio es compartirlo”, “el arte de brindar”… no se queden en campañas publicitarias, porque el amor y la celebración de la vida no son necesidades humanas que se colmen comprando regalos caros, comiendo turrón y bebiendo cava. Pero esos anhelos se tienen que materializar en actos que se realizan de una forma determinada, un día, a una hora, con unas personas… y la Navidad es una oportunidad excelente de darles forma y presencia en nuestras vidas, aunque sea de manera imperfecta y limitada.

Así que creo que no es tan baladí, ni tan estúpido ponerse un gorro de Papá Noel, colocar unas bolas y unas luces en un árbol de plástico, reunirse en torno a la misma mesa, abrazarse y besarse, intercambiar regalos o atragantarse deglutiendo doce uvas al ritmo de las campanadas del reloj de la Puerta del Sol, porque la parafernalia navideña no deja de ser un cauce para todo lo que representa la Navidad. Yo, al menos, tengo la intención de hacer eso y más, porque quiero vivir estas fiestas con la ilusión de cuando era niña y con mi corazón abierto a los demás, para que sientan cuán feliz soy de que estén a mi lado.

Ana Cristina López Viñuela

miércoles, 11 de diciembre de 2019

EL RINCÓN DE INMA: MARINA



Ese domingo, en un intento desesperado por salir de la rutina, se puso la sudadera que Marina le había regalado, si cerraba los ojos aún podía oler su perfume y sentir que todavía estaba allí, podía verla con ella puesta, le encantaba robársela los días fríos de invierno cuando se tapaban con una manta y compartían tardes de pelis y confidencias en el sofá.

Su vaquero desgastado favorito que hacía meses se ajustaba perfectamente a su cuerpo le sobraba, le gritaba que se estaba convirtiendo en una sombra de lo que fue, tras días sin comer y noches de insomnio.

Se ató los cordones de las zapatillas con determinación, esquivó el espejo de la entrada que últimamente le devolvía la imagen de un auténtico desconocido y salió a la calle.

Hacía viento, las hojas se arremolinaban en la acera, iba sin rumbo, la ciudad estaba tranquila, sus pensamientos se iban calmando mientras avanzaba hacia ninguna parte, se colocó los auriculares, sonaba una canción en la radio, era su canción, la de su primer beso, la de las cenas con velas, quizá tanto dolor era el precio por haberla amado intensamente.

Se distraía viendo como las nubes iban deprisa, hacían una forma y desaparecían, luego otra, algunas parecían reírse de su poca capacidad de adaptarse, todo parecía ser pasajero menos su melancolía.

De pronto la vio, a lo lejos, su inconfundible melena, ese vestido vaporoso que tan bien le sentaba, caminaba segura de sí misma, su corazón se aceleró, a la vez que sus pasos… le quedaban tantas cosas por decirle… nadie debería irse sin avisar, dejando un simple post-it en la nevera, pensaba.

La tenía muy cerca, olía su perfume… al girar la esquina alargaría su brazo y la detendría, de pronto, bruscamente… sonó el despertador.

INMA REYERO DE BENITO

viernes, 6 de diciembre de 2019

COMO LA VIDA MISMA: LA HISTORIA SE REPITE



Sentía cierta resistencia a ver la última película de Alejandro Amenábar, “Mientras dure la guerra”, porque hay aspectos de nuestra historia reciente a los que aún me muestro sensible y porque iba a ir acompañada por mi madre, que vivió algunos de esos hechos dolorosos. Pero el otro día nos decidimos a ir al cine y salimos contentas las dos. Por una parte, porque la ciudad de Salamanca, de donde ambas guardamos gratos recuerdos de juventud, desempeñaba un papel protagonista; y por otra, porque no era un filme de “buenos” y “malos”, sino de seres humanos expuestos a una situación dura y compleja, abocados a elegir entre un extremismo u otro, sabiendo que cualquier opción les acabaría consumiendo a ellos y a lo que les era más querido. Como decía Antonio Machado, “una de las dos Españas ha de helarte el corazón”, si no te acababan decepcionando ambas.

Karra Elejalde ha recreado un Unamuno contradictorio, con sentimientos y convicciones contrapuestos. Pienso que los héroes, muchas veces, no son más que personas hartas. Más que sus miedos o sus debilidades acaba pesando en ellos la incapacidad de tolerar por más tiempo las injusticias y el sufrimiento, propio y ajeno.

Y los villanos absolutos tampoco existen, simplemente son seres humanos que elevan su ideología a la categoría de credo, y ven justificada cualquier barbaridad contra los que sienten como enemigos de su país, de su raza o de su clase social, y por extensión de sí mismos, eliminando cualquier posibilidad de empatía. 

O individuos que sienten miedo y ceden a las presiones. Es muy fácil juzgar la cobardía de los demás desde la seguridad de nuestro sofá, pero a saber qué haríamos nosotros si nuestra vida o la de nuestra familia corrieran peligro.

Se atribuye a Napoleón la frase “quienes no conocen la historia están condenados a repetirla”, por lo que me parece muy oportuno reflexionar sobre las consecuencias que tuvo para nuestros antepasados la polarización ideológica previa a la guerra civil española. Es increíble, por lo simplista, echar la culpa a una sola persona o a un único bando. Hubo víctimas y verdugos por ambos lados, y tan crueles fueron las represalias fascistas como las purgas que protagonizaron comunistas, socialistas y anarquistas, o la persecución religiosa. Las actitudes victimistas, por parte de algunos grupos, buscan culpables fuera para no hacerse cargo de sus responsabilidades.

Todavía hay muchos cadáveres en las cunetas y, aunque la transición fue un acuerdo que nos permitió integrarnos en un proyecto común, ya se ve que las heridas no sanaron completamente, pues ahora, casi un siglo después, resucitan los fantasmas del pasado.

Las generaciones que no conocimos el sufrimiento de la guerra civil parecemos muy predispuestas a volver a crear las condiciones que nos condujeron a ella, prefiriendo imponer nuestro criterio a ponernos en el lugar del otro. Si se pierde la capacidad de ver a la persona real que tenemos enfrente, para deshumanizarla y convertirla en un prototipo (el facha, el nacionalista, el rojo, etc.), peligroso y del que hay que “defenderse”, veremos justificadas la violencia y la humillación. ¿Cómo puedo negociar con la “personificación del mal” sin traicionar a los míos? ¿Para qué buscar soluciones acordadas para los problemas si puedo hacer lo que me parezca sin contar con nadie?

Pero al final todos somos personas, ni buenas ni malas, condicionadas por el lugar en que nacimos, la educación, la posición que ocupamos en la sociedad, la familia, las vivencias del pasado… Demonizar al diferente sólo puede conducir a perder lo mejor de nosotros mismos. Creo que ninguna idea merece que se muera o se mate por ella, ni bajo ninguna bandera se pueden acoger la tortura, la manipulación o la mentira, en aras del “progreso”, la “identidad cultural” o la “paz social”, ni ningún otro concepto abstracto. Como dijo Unamuno, “venceréis, pero no convenceréis”, porque en último término, enfrentados a nuestra conciencia, todos sabemos que el fin nunca justifica los medios.

Ana Cristina López Viñuela

jueves, 28 de noviembre de 2019

EL RINCÓN DE INMA: 50 SUEÑOS CUMPLIDOS




Muchas líneas, muchas comas hechas pausa, muchos suspiros traducidos en puntos suspensivos y alguna lágrima nos han traído hasta aquí.

Muchos sueños sin perder la esperanza, paralizados por el miedo, dos pasos adelante y uno atrás como si de una macabra danza se tratara, a punto de perder el compás, caer y volver a empezar.

Una suma de alegrías, logros, sonrisas, abrazos que se llevan una parte de tí y no te importa, la mirada cómplice con l@s que no necesitas más.

Sólo puedo daros las gracias por cada comentario, los guardo en el rincón de mi corazón donde acuño cuidadosamente las cosas importantes, sin vosotr@s esto no tendría sentido, hemos llegado a los ¡50 artículos!

Gracias a los que me seguís incondicionalmente, gracias a los que empezasteis a leer y no os enterasteis de nada porque las palabras os transportaron a otro tiempo, a vuestro tiempo y desde allí ajustasteis velas y fijasteis un nuevo punto de partida.

He pasado la vida por mi filtro para hacerla más sencilla, menos pesada, deshacer nudos, simplificar lo complicado, inspirarte a ser tu mejor versión.

Os doy las gracias por ser mi red y no dejarme caer, ya sabéis que sólo se va más rápido pero acompañado se llega más lejos.

Somos la suma de esos pequeños instantes en los que nuestro corazón ha latido con un propósito y en este viaje el mío habéis sido vosotr@s.

Gracias, gracias, gracias.

INMA REYERO DE BENITO



domingo, 24 de noviembre de 2019

EL RINCÓN DE INMA: SOLUCIONES ROSCO DE DONES Y TALENTOS


Aquí las soluciones al rosco.

A Cambio sin cambio. Aceptación
B Padre del análisis transaccional. Berne
C Medio para expresar de forma sana nuestras necesidades básicas. Comunicación
D Creencias rígidas e inflexibles sobre cómo debería ser yo, los otros o la vida. Debotitis
E Capacidad de ponerse en el lugar del otro. Empatía
F Estado de paz al que aspira todo ser humano. Felicidad
G Palabra de siete letras imprescindible para atraer la abundancia. Gracias
H Animal perseverante, con tesón y constante. Hormiga
I Creencias que hacen que veamos la realidad de forma distorsionada. Irracionales
J Persona que te apoya incondicionalmente y te trata como la persona que puedes llegar a ser. Juan
K (contiene la K) Escritor que propone buscar los sentidos de la vida para hacerla digna. Frankl
L Es necesario ponerlos para una comunicación sana. Límites
M Emoción básica que cuando añadimos pensamientos irracionales nos paraliza y nos crea ansiedad. Miedo
N ¿Necesito ser perfecto para ser feliz? No
O Sentimiento que impide ser flexible y reconocer nuestros fallos. Orgullo
P ¿Cuál es la única conducta libremente elegida de compromiso y determinación capaz de cambiar el pasado? Perdón
Q (contiene la Q) ¿cómo me siento cuando no soy capaz de enfrentar mis miedos? Pequeñ@
R ¿Cómo se llama la capacidad que tiene el ser humano de resistir ante la adversidad y crecer en ella? Resiliente
S Gesto que moviendo unos pocos músculos puede cambiar tu actitud y la de tu entorno. Sonrisa
T Todos tenemos un don y un…Talento
U Lo somos, incuestionablemente, independiente de lo que hagamos. Únicos
V Según Juan, el que la tiene ni come ni almuerza. Vergüenza
X (contiene la X) Nos las ponemos para no salir de la zona de confort. Excusas
Y ¿Quién es el responsable de mi vida? Yo
Z (Gerundio, contiene la Z) ¿Qué estás haciendo cuando haces pequeños cambios? Avanzando

¡Seguro que habéis sido unos excelentes concursantes!

INMA REYERO DE BENITO

sábado, 23 de noviembre de 2019

EL RINCÓN DE INMA: ROSCO DE DONES Y TALENTOS




Esta semana os propongo el rosco de Dones y Talentos, coged papel y boli.
Podéis jugar solos apuntando vuestros aciertos o contra otra persona, el que diga la respuesta correcta o el primero que conteste si las dos respuestas son correctas se anota un punto.
… y ya sabéis cual es el bote: ¡¡BESOS Y ABRAZOS!!

A Cambio sin cambio.
B Padre del análisis transaccional.
C Medio para expresar de forma sana nuestras necesidades básicas.
D Creencias rígidas e inflexibles sobre cómo debería ser yo, los otros o la vida.
E Capacidad de ponerse en el lugar del otro.
F Estado de paz al que aspira todo ser humano.
G Palabra de siete letras imprescindible para atraer la abundancia.
H Animal perseverante, con tesón y constante.
I Creencias que hacen que veamos la realidad de forma distorsionada.
J Persona que te apoya incondicionalmente y te trata como la persona que puedes llegar a ser.
K (contiene la K) Escritor que propone buscar los sentidos de la vida para hacerla digna.
L Es necesario ponerlos para una comunicación sana.
M Emoción básica que cuando añadimos pensamientos irracionales nos paraliza y nos crea ansiedad.
N ¿Necesito ser perfecto para ser feliz?
O Sentimiento que impide ser flexible y reconocer nuestros fallos.
P ¿Cuál es la única conducta libremente elegida de compromiso y determinación capaz de cambiar el pasado?
Q (contiene la Q) ¿cómo me siento cuando no soy capaz de enfrentar mis miedos?
R ¿Cómo se llama la capacidad que tiene el ser humano de resistir ante la adversidad y crecer en ella?
S Gesto que moviendo unos pocos músculos puede cambiar tu actitud y la de tu entorno.
T Todos tenemos un don y un…
U Lo somos, incuestionablemente, independiente de lo que hagamos.
V Según Juan, el que la tiene ni come ni almuerza.
X (contiene la X) Nos las ponemos para no salir de la zona de confort.
Y ¿Quién es el responsable de mi vida?
Z (Gerundio, contiene la Z) ¿Qué estás haciendo cuando haces pequeños cambios?

Las soluciones próximamente, ya sabéis que es muy importante ¡¡cultivar la paciencia!!

INMA REYERO DE BENITO

domingo, 17 de noviembre de 2019

COMO LA VIDA MISMA: INFINITAS PRIMERAS CITAS



Parece que hay en los últimos tiempos una epidemia de rupturas y divorcios, al menos en mi entorno, y como no desearía bajo ningún concepto que mi matrimonio fracasara, me pregunto a qué se debe, para no caer en los mismos errores. Escucho con frecuencia frases como “se acabó la pasión”, “perdimos la ilusión” o, como cantaba Rocío Jurado, “se nos rompió el amor de tanto usarlo”. Sospecho que la razón por la que se destruye una relación no debe ser tanto desgastarla por el exceso de uso, como tenerla descuidada.

Me hace gracia lo de justificar el dedicar poco tiempo a las personas queridas con el argumento de que es “de calidad”. ¡Ya sólo faltaba que encima de no pasar momentos con ellas, estuviéramos mirando mientras tanto la tele o el móvil, sin prestarles ninguna atención! No se me ocurre cómo podría sostenerse y crecer una relación si no hay tiempo para compartir conversación, caricias y risas. Las personas evolucionamos y si no ponemos interés en conocer en quién se está convirtiendo el que tenemos al lado, pronto acabará siendo un desconocido.

Pienso que no se trata tanto de una cercanía física (que también), sino emocional. De estar a disposición del otro y hacer lo posible por que no se sienta solo. Si cuando uno necesita ayuda o aliento se da cuenta que el otro no está allí para apoyarle, acabará buscando esa intimidad en otra parte, aunque no sea de tipo sexual, y se irá distanciando de aquel con no quien no puede contar, de forma al principio imperceptible, hasta que acaba sobrando.

¡Qué excitantes resultan los comienzos de una relación, cuando todo es novedoso, sentimos mariposas en la boca del estómago y cada instante es un descubrimiento! Pero si ya no nos da un vuelco el corazón cuando oímos que se abre la puerta de casa y nos da igual arreglarnos que presentarnos ante el otro de cualquier manera, hasta el punto de que la confianza “dé asco”. Si transcurren semanas, meses o años sin intercambiar confidencias. Si utilizamos las palabras como armas arrojadizas, sentimos que las necesidades del otro son un ataque a mi bienestar, no valoramos lo que hacen por nosotros, creemos saber todo sobre nuestro compañero y perdemos el interés por conocerle mejor, si nos pasamos la vida peleando por tener la razón e imponer nuestro criterio… ¿De qué nos extrañamos si un día nos damos cuenta de que no queremos a nuestra pareja, que ni siquiera nos gusta?

El sábado nos reunimos una treintena de amigos para hacer una caminata junto al río Torío. Antes de llegar al punto de encuentro sostuve una agria discusión con mi marido por un tonto malentendido, bien sazonada de “siempres” y “nuncas”. Se me pasó el disgusto mientras saludaba a unos y otros, y cuando me volví a encontrar frente a Gerardo decidí tratarle como a los demás: acercarme, presentarme, preguntarle su nombre y acogerle entre mis brazos, porque a veces tenemos más atenciones con cualquiera que con los de casa. A fin de cuentas, si lo primero que te recomienda cualquier informático cuando surgen fallos en el sistema operativo es reiniciar el ordenador, ¿por qué no iba a funcionar lo mismo con las personas? ¿Por qué no empezar de cero para ver los acontecimientos con una mirada directa, en lugar de a través de unas gafas deformantes, teñidas por lo que creo haber “aprendido” de experiencias pasadas?  

Me viene a la mente ahora el argumento de la película 50 primeras citas, en el que Henry, un biólogo marino interpretado por Adam Sandler, se enamora de Lucy (Drew Barrymore), una chica que padece un problema de memoria a corto alcance debido a un accidente y vive desde entonces en el 13 de octubre de 2002, sin poder recordar lo que ha sucedido desde esa fecha. Se ve obligado a conquistarla cada día para poder estar a su lado, porque los avances de ayer no sirven hoy. Y nos sale pensar “¡pobrecito!”, cuando tal vez sea una suerte, porque en su relación no hay lugar para la rutina, los sobreentendidos y los méritos adquiridos.

¿Y si en lugar de intentarlo una y otra vez con diferentes personas, pero con el mismo sistema e idéntico resultado, cambiamos el planteamiento y recomenzamos cada día con la misma? Cuando se les pregunta su secreto a parejas que siguen tan enamoradas como el primer día después de muchos años, suelen dar respuestas parecidas: que cada día hay que reconquistar a quien un día elegimos, dejando de lado la comodidad y manteniendo siempre abiertos los canales de comunicación. La vida se convertiría así en una gran aventura romántica, donde el poso de lo vivido es un aliciente para nuevos descubrimientos, juntos, ahondando en el amor. Eso es lo que deseo para mí, así que ¿qué voy hacer hoy para mantener viva la llama?

Ana Cristina López Viñuela

viernes, 15 de noviembre de 2019

EL RINCÓN DE INMA: DA LO MEJOR DE TI




El domingo teníamos cita nuevamente con las urnas, algo que me resultaba indiferente, cuando me levanté seguía sin ver la utilidad de quitarme el pijama para votar a unas personas que pensaba querían mi voto sólo para resolver sus problemas.

Iba pasando la mañana, estaba delante del espejo dispuesta a bajar, el colegio electoral que está a unos diez metros escasos de mi casa y de pronto me vi maquillándome, como si fuera a un sitio interesante, ¡hasta estrené un jersey!, era la primera sorprendida, mi actitud ante esa situación estaba cambiando.

Empezaron a llegarme recuerdos de la infancia, ya sabéis que soy de un pueblo pequeño y precioso, y recordé con mirada de niña cuando mis padres iban a votar, era "día de fiesta" y no solo porque fuera domingo, se ponían "guapos", llevaban el sobre de casa, comprobaban que tenían el DNI, en los pueblos no va contigo en la cartera, solo es un trozo de plástico que duerme en un cajón, se iban cogidos del brazo, no era muy habitual verles así, lo normal era que cada uno estuviera enfrascado en sus quehaceres, volvían charlando sobre la gente que habían visto, mi padre nunca conocía a nadie y mi madre le iba explicando a veces durante varios días quien era quien.

Tengo muy pocos recuerdos, lo que me hizo sentirme nostálgica y darme cuenta que la ilusión y la actitud hacen que le saques el lado bueno a las  situaciones y le des un sentido.

Bajando la escalera mi hija me decía que votaba por todas las mujeres que habían luchado porque hoy tengamos ese derecho, yo le decía que también lo íbamos a hacer para no estar a la altura de unos políticos incapaces de llegar a acuerdos ni de ponerse en el lugar del otro.

Porque en toda situación siempre podemos hacer una elección, hacernos responsables de la parte que nos corresponde y eso marca la diferencia ¿no te saludan? Saluda tú, ¿no te llaman? Llama tú, ¿te ponen mala cara? Devuélveles tu mejor sonrisa…

Y así la apatía cambió por " un nuevo día de fiesta", los demás que hagan lo que quieran pero tú no bajes el nivel.

INMA REYERO DE BENITO

viernes, 8 de noviembre de 2019

EL RINCÓN DE INMA: NO ERES PERFECTO, ERES ÚNICO



Queridos amig@s, estoy trabajando una creencia irracional que me impide disfrutar de un montón de cosas interesantes y me limita, según esta idea TENGO QUE hacer PERFECTAMENTE cualquier actividad que emprenda, lo que me lleva en muchas ocasiones a no intentarlo ¿qué presión, no?

Para "curarme" y comprobar que no pasa nada he decidido no escribir el artículo de hoy.

Cambia tus hábitos. Rompe tus propias reglas.
¡Feliz semana "iNperfecta"!

INMA REYERO DE BENITO

viernes, 1 de noviembre de 2019

EL RINCÓN DE INMA: ORO PARECE PLATA NO ES.




Mi vida transcurre fiel al rol de persona dispuesta a agradar y complacer, a mayores soy madre lo que implica ser multitarea, cocinera, mediadora de conflictos, enfermera, asistenta, economista, detector de objetos perdidos, psicóloga, detective privado…

Cuando metes todos estos ingredientes en una coctelera suele salir un cóctel equilibrado y sabroso pero como te pases agitando corres el riesgo de que salte por los aires.

Si llegas a este punto ya no hay vuelta atrás, te pones en modo piloto automático y no puedes pensar con claridad porque parece ser que las partes capaces de reflexionar con claridad no tienen suficiente riego sanguíneo.

Para los más centrados y para las más centradas, ya sabéis, antes de explotar tres respiraciones conscientes, pensais, decidís y solucionado.

Yo, cuando me siento desbordada por una situación practico "el juego del adivino", pretendo que la persona o personas implicadas en la situación adivinen lo que necesito, cosa que nunca pasa, entonces me pongo en modo: me enfado y no respiro.

Los demás no sé cómo se sienten porque nunca se lo he preguntado, pero se crea una situación de lo más desagradable y desproporcionada. Si alguien muy atrevido me dice:  ¿qué te pasa? (si hace dos minutos eras un tierno osito de peluche y ahora pareces la niña del exorcista, muda, eso si), lo que va entre paréntesis supongo que es lo que piensan pero nunca me lo dicen, claro, yo contesto indignada y sin establecer contacto visual: NADA y que se den por contentos que no les digo aquello de: tú sabrás.

A partir de ahí, el silencio…

Bueno, no, hay una posibilidad aún peor para mí y es que la persona implicada se sienta culpable y empiece a hablar todo el rato, sin parar, de lo que sea, de la película que vimos hace seis meses, de si creo que debería cambiarse el corte de pelo, del cambio climático… supongo que lo hace en un intento desesperado de que me olvide y perdone su "tremendo fallo" al no haber sido capaz de adivinar lo que yo quería.

¿Cómo reaccionáis cuando se desborda vuestra coctelera? ¿Os pasa lo mismo? ¿Os toca estar en el otro lado y jugar al adivino? ¿Perdéis las formas?

Definitivamente, he decidido cambiar este patrón de conducta, veo mucho más efectivo poner límites para hacer un cóctel de menos ingredientes y aprender a comunicarse y decir de una forma clara y asertiva lo que queremos ¿no?

INMA REYERO DE BENITO


miércoles, 30 de octubre de 2019

COMO LA VIDA MISMA: PROCUSTO O EL ELOGIO DE LA UNIFORMIDAD




Procusto “el Estirador” es un personaje mitológico de la antigua Grecia que ofrecía posada en su casa al viajero solitario. Allí lo invitaba a tumbarse en una cama de hierro donde, mientras el viajero dormía, lo amordazaba y ataba a las cuatro esquinas del lecho. Si la víctima era alta y su cuerpo era más largo que la cama, procedía a serrar las partes del cuerpo que sobresalían: los pies y las manos o la cabeza. Si, por el contrario, era de menor longitud que la cama, lo descoyuntaba a martillazos hasta estirarlo. Afortunadamente para el turismo en el Peloponeso dio con Teseo, que tras retarle a comprobar si su propio cuerpo encajaba con el tamaño de la cama, lo “ajustó” cortándole a hachazos los pies y la cabeza, y así terminaron sus hazañas de psicópata asesino.

Lo queramos o no, todos tenemos nuestra propia “cama de Procusto” mental, más o menos flexible o rígida, formada por prejuicios heredados, presupuestos sociales, apegos a la tradición o la experiencia… donde pretendemos hacer encajar todo lo que nos rodea, incluidos nosotros mismos. Pero esos esquemas no suelen concordar exactamente con la realidad, porque no se han trazado a partir de ella, sino de una visión parcial y muchas veces dirigida por intereses ajenos.

Para Procusto los límites de su cama delimitaban la perfección, lo correcto, lo que “tiene que ser”, de forma que todo lo que excedía sobraba y lo que no llegaba faltaba. Pero ese juicio implacable siempre conduce a la tortura y la muerte, aunque sea de forma metafórica, pues cuando uno vive inmerso en el fanatismo y el pensamiento único se agostan la espontaneidad, el crecimiento, la confianza, la tolerancia, el amor… Y además uno está tan convencido de obrar bien, que está dispuesto a cualquier sacrificio personal y a justificar toda infamia contra aquello que considera una amenaza contra el orden, la inteligencia y la moral. Pero le acaba traicionando su propio sistema, porque ningún ser humano es el producto de una cadena de montaje industrial, por lo que es incapaz de acoplarse exactamente con un modelo preestablecido y esto le producirá gran frustración y dolor, además de abocarle al fingimiento de una personalidad artificial que le permita ser “aceptable”.

Si empleamos nuestra vara de medir para juzgar a las personas, trataremos de “cortar la cabeza” a quienes sobresalgan por encima de la nuestra o despreciaremos a los que “no dan la talla”, y con ello nos haremos un mal a nosotros mismos. Para empezar, porque habremos desperdiciado en cavilar maquinaciones la energía que necesitamos para crecer, pero sobre todo porque desmembrando lo “singular” de cada cual perdemos la posibilidad de beneficiarnos de la creatividad y la visión de quienes tienen otras cualidades diferentes de las nuestras.

La única forma que conozco de romper los moldes o, al menos, de fabricarlos de materia más maleable que el hierro, es salir de mi entorno conocido. Leer, viajar, conversar con personas diferentes a mí, integrarme en otras culturas, estudiar historia y filosofía… me hacen relativizar los conceptos que creo absolutos y abrirme a lo diferente. Creo que uno no conoce en profundidad "lo suyo” hasta que no lo contrasta con “lo de otros”, lo que no significa que tenga necesariamente que establecer cambios o renunciar a lo anterior, sino tan solo ser consciente de la voluntariedad de sus elecciones.

Aunque me encantaría carecer de filtros y limitaciones en mis pensamientos y mis relaciones con los demás, descubro en mí misma esa tendencia a etiquetar la realidad y clasificar a las personas, por lo que me conformaría con introducir un puntito de desconfianza en mis convicciones “innegociables” e intentar no rechazar sin más aquello que me rompe los esquemas, sin dar por supuesto que cualquier forma de ver las cosas que no encaje exactamente con la mía tiene que ser por fuerza una equivocación, una debilidad o un pecado. Como diría Shakespeare por boca de Hamlet “hay más cosas en el cielo y la tierra de las que sueña tu filosofía”. Para asegurarse de no caer en ese error hay que osar preguntarse con honestidad y de forma recurrente ¿me estaré comportando yo como un Procusto más?

Ana Cristina López Viñuela

jueves, 24 de octubre de 2019

EL RINCÓN DE INMA: INVENTO Y ME REINVENTO




Según Paco Umbral escribir es la manera más profunda de leer la vida, estoy totalmente de acuerdo con él, escribir te lleva a un análisis minucioso, a medir las palabras con más precisión, a escuchar silencios y a gritar verdades que no pueden ser calladas por más tiempo.

Y acabas leyendo todo, lees miradas, lees un poema mientras imaginas que alguien lo compuso para tí, lees que tuvo un mal día y lo disfrazó de cansancio, lees que dejó pasar aquel tren porque en verdad prefería seguir errante la dirección que le marcaban sus pies descalzos, lees que ya no se quieren pero no saben olvidarse, lees el mensaje en la botella que jamás nadie encontró, lees que se tatuó la profunda cicatriz para que al verla no doliera tanto.

Y escribes una vida inventada cuando la tuya te duele, te dibujas unas alas gigantes para volar donde no ha llegado nadie y planeas con gracia los aires para olvidar que en la tierra apenas te quedan planes y los que tienes te quedan un poco grandes.

Y escribes lo que no puedes expresar sin que se te entrecorte la voz, ya no te tropiezas con juguetes en la alfombra, ya nadie tira de tu manga con cara de asombro, ni te regalan besos con sabor a chocolate, se acabaron las nanas, de repente peinas canas, otro capítulo monótonamente acabó.

Y pasas página o cambias de libro, improvisas una escena, añades viñetas, escribes postales, te inventas una nueva rima asonante, das un giro dramático y escribes que eres importante, que te quieres, que te atreves, que una y las veces que haga falta volverás a reinventarte.

INMA REYERO DE BENITO

miércoles, 23 de octubre de 2019

COMO LA VIDA MISMA: LA TIRANÍA DEL LIKE



Parece cosa reciente, que tiene que ver las redes sociales e internet, pero la tiranía del like (o del me gusta, que es lo mismo pero en español) es inherente al ser humano, pues tiene que ver con la búsqueda de aprobación y el deseo de integrarse en el grupo.

Cuando uno vigila constantemente su Facebook, su Twitter o su Instagram para ver cuántos “me gusta” ha recibido o, peor aún, condiciona su vida a lo que quiere mostrar a la gente, o decide qué piensa, qué escribe o qué hace en función de la aceptación que va a alcanzar, pierde por completo su naturalidad y condiciona su personalidad propia.

Es sospechoso cómo nos animan todo el rato a describir nuestro “estado”, a subir fotos, a manifestarnos en contra o a favor de algo, o a facilitar nuestros datos personales para que “nos los protejan” (¿?). No os engañéis con respecto a la motivación: no es porque vuestros followers o “seguidores” tengan una necesidad loca de enterarse de cómo os sentís en cada momento del día o de la noche, ni que al mundo entero le interese cada cosa que se os ocurra hacer o decir. Son las empresas y los centros de poder quienes quieren saber todo sobre nosotros para espiar nuestra intimidad, controlarnos y manipularnos.

A veces, incluso, el deseo de transmitir que uno es una persona de éxito nos lleva a fingir en las redes una situación o un estado de ánimo ideales, que no son los nuestros. Pero esa apariencia de felicidad hace que todo el mundo acabe creyendo que su vida es peor que la de los demás, lo cual no sólo es falso, sino que fomenta la envidia, el descontento y la frustración, y nos separa de los que supuestamente son nuestros “amigos”.

He estado en asambleas donde se aplaudía calurosamente una propuesta y, a los pocos minutos y con el mismo entusiasmo, la contraria. Parece contradictorio, pero no lo es, pues cada individuo se convertía en “gente” y reaccionaba como un conjunto compacto, anulando su capacidad de discernimiento y su criterio personal. Existen técnicas perfectamente descritas para la manipulación de masas y por algo se llama mass media o “medios de comunicación de masas” al cine, la radio, la prensa, la televisión, internet… porque no tratan tanto de informar objetivamente o ayudar a formar una opinión a cada persona individual, como de dirigir el pensamiento colectivo y adormecer la capacidad de discurrir por uno mismo.

Una manera de silenciar al “disidente” es rechazar con violencia o desprecio a todo aquel que no acepte ciegamente lo que se quiere imponer a la mayoría o no encaje en el molde preestablecido. Existen palabras talismán como “libertad” o “progreso”, que hay que apropiarse a toda costa, porque quien disienta tendrá entonces que ser “fascista” o “retrógrado” por definición. Haced la prueba y analizad cualquier discurso político: comprobaréis que no se discute sobre las diferentes formas de afrontar un problema, sino que se trata de imprimir sobre la opción propia el sello de lo “progresista” y de descalificar las opiniones contrarias sin intentar siquiera comprender qué las motiva. Se barajan con demasiada frecuencia conceptos irracionales, acusaciones no demostradas o directamente insultos, como “casta corrupta”, “nazis” o “chusma”, que no van dirigidos a la cabeza, sino a las tripas del que los escucha, fomentando el odio y la desconfianza hacia los que son diferentes, pero no necesariamente enemigos.

Dejemos de vivir nuestra existencia de cara a la galería para buscar la autenticidad que se encuentra en el contacto físico o visual directo, en la conversación abierta, en la búsqueda honesta de la verdad y en el encuentro sincero con las personas, sin prejuicios, reservas mentales, ni ideas preconcebidas, aunque esa actitud no nos haga “populares”.

Ana Cristina López Viñuela

viernes, 18 de octubre de 2019

EL RINCÓN DE INMA: CUESTIÓN DE DIGNIDAD




Abro un vídeo que recibo por WhatsApp, aparece un paracaidista haciendo un salto, lleva una bandera de España, la bandera ondea, la gente aplaude, la imagen es bonita, de repente el paracaidista impacta contra una farola, se oyen exclamaciones, se ve que no le ha pasado nada y acaba el vídeo.

En ese momento la escena me resulta graciosa, pido perdón de antemano a l@s sensibles y me explico, no me doy cuenta que es día de las fuerzas armadas, ni sé que el paracaidista pretendía caer delante del palco de autoridades ante la mirada de miles de personas y millones de espectadores.

Cuando fui consciente  la situación  perdió la gracia, imaginaba la frustración y la rabia de esa persona mientras soltaba la bandera en un contexto muy diferente al que habría imaginado.

Posteriormente sentí admiración por su saber estar y su compostura, seguramente se podría haber retirado pero se mantuvo firme asumiendo lo que acababa de pasar, escuchando las palabras de los reyes, el saludo afectuoso de su superior y la ovación de los asistentes.

Analizando mi reacción me ha llevado a pensar en la cantidad de veces que juzgamos a primera vista, hablamos sin saber o escuchamos para dar soluciones alegremente. 

Y fui más allá… ¿cómo nos tomamos los "fracasos"? ¿vamos de infalibles? ¿asumimos responsabilidades? ¿salimos corriendo cuando las cosas se ponen difíciles? ¿rumiamos temas del pasado que lógicamente no podemos cambiar?

Está claro que no podemos controlar todo lo que pasa a nuestro alrededor pero sí podemos elegir cómo reaccionar ante lo que nos sucede y la dignidad de este paracaidista superó para mí al salto perfecto que se esperaba de él y me dio una lección mucho más valiosa para aplicar cuando el viento de la vida sople en contra.

INMA REYERO DE BENITO

viernes, 11 de octubre de 2019

COMO LA VIDA MISMA: LA SUERTE



Decimos que hay personas que han nacido con estrella, a las que parece que les luce más lo que hacen que a los demás, como si poseyeran un don sobrenatural que les predispusiera al éxito. Incluso nosotros mismos sentimos en ocasiones que estamos en racha, que todas las dificultades que nos vamos encontrando se solucionan solas y las cosas vienen rodadas. Me acuerdo ahora de la poción “felix felicis”, tan importante en la trama de “Harry Potter y el Príncipe Mestizo”, que otorgaba al que la tomaba unas horas de suerte, en las que todo lo que emprendiera le saldría necesariamente bien. A todos nos gustaría tener unas cuantas botellas de esta poción mágica en la bodega para degustar en las ocasiones…

Nos deseamos suerte unos a otros cuando nos vamos a enfrentar a una situación decisiva o complicada. Y, aunque también se dice que “la suerte es para el que la trabaja”, lo cierto es que prima la idea de que la fortuna es caprichosa y no siempre sonríe al que la merece. Dice la sabiduría popular que “vale más caer en gracia que ser gracioso”, como queriendo indicar que ese estado de beatitud no depende de nuestras características o de nuestro esfuerzo, sino de algo ajeno a nosotros, llámese destino, capricho, azar…

Pero volviendo a Harry Potter, parece lógico que gracias a la poción “felix felicis” Harry consiga la información necesaria para vencer a Lord Voldemort. Pero me resulta más sorprendente lo que sucede cuando Harry simula derramarla en la bebida de su amigo Ronald Weasley, justo antes de realizar la prueba para entrar en el equipo de quiditch (deporte mágico que se practica volando sobre escobas). El mero hecho de creerse invencible dotó a Ron de una fuerza y una habilidad que no creía poseer, y le dio la seguridad en sí mismo que necesitaba para enfrentarse a sus miedos, dando una lección de habilidad y destreza como portero. Obtuvo los mismos resultados que con la poción, pero sin tomarla.

Cada vez estoy más convencida de que la magia reside en nuestro interior y sólo necesitamos creer que algo está a nuestro alcance para lograrlo. Si afrontamos las situaciones difíciles pensando que nos van a superar, es casi seguro que así será. Por el contrario, cuando nos sentimos llenos de confianza en nuestras posibilidades tenemos medio camino hecho para triunfar. No se trata de creerse “superior” o “invulnerable”, porque eso no es verdad y negar la realidad no puede llevar a nada bueno, sino de no dar por supuesto que vamos a fracasar. De decirnos interiormente “¿por qué no?” en lugar de “es imposible”.

Tampoco tiene sentido confiar en que una fuerza externa va a solventarnos los problemas mientras estamos tumbados en el sofá, porque ya dice el refrán “A Dios rogando, y con el mazo dando”. Si no compras lotería, no te puede tocar, por más novenas que reces y más conjuros que pronuncies. Busca tu suerte y probablemente la encuentres. Lucha por tus objetivos y tendrás muchas más posibilidades de alcanzarlos que si te quedas de brazos cruzados esperando que el maná caiga del cielo.

No es objetiva la percepción fatalista de que el destino me es desfavorable porque no me han salido las cosas como deseaba y, por eso mismo, con cada desengaño aumentan las probabilidades de una nueva decepción. Lo que llamamos “error” no es sino un paso previo al acierto y cuantas más equivocaciones llevemos acumuladas más cerca nos encontramos de dar con la solución, aunque sólo sea por descarte. Es más, si una estrategia nos conduce a resultados aceptables o mediocres podemos conformarnos, sin buscar algo mejor, lo cual sería mucho menos enriquecedor a la larga que un fiasco patente, que nos obliga a intentarlo de nuevo, de otra forma.

Pienso sinceramente que el “estado de gracia” tiene que ver con la inocencia original, con afrontar cada situación como si fuera completamente nueva, sin estar condicionados por el pasado, ni temerosos del porvenir. Con una mirada limpia de prejuicios veré con más claridad mis circunstancias, mis opciones, mis cualidades, mis posibles colaboradores, las actuaciones que se requieren para lograr un objetivo… y tomaré decisiones más acertadas. La suerte pasa, creo yo, por vivir centrados en el momento presente, porque no es la mejor forma de atraerla declararnos vencidos de antemano o atribuir la responsabilidad de lo que nos sucede a factores externos, ni tampoco dejar de intentar algo porque hemos fracasado antes.

Ana Cristina López Viñuela

jueves, 10 de octubre de 2019

EL RINCÓN DE INMA: SALAS DE ESPERANZA




Salas de espera, antesalas de esperanza.
Miradas perdidas, cuerpos nerviosos acomodándose en sillas que no parecen hechas a la medida de nadie.

El tiempo pasa lento, se agudiza el oído, sólo quieres oír tu nombre y que todo acabe, mientras tanto revisas el móvil en busca de nada, entablas conversaciones intrascendentes, miras a ver si llevas un caramelo en el bolso cuando sabes que nunca llevas.

Todo se vuelve relativo, esperas, desesperas, dos filas más allá una mujer somnolienta da cabezadas como si no le interesara su diagnóstico; un padre y un hijo hablan animados… probablemente sólo se vean en esas situaciones, una breve llamada por sus cumpleaños, un día en Navidad y poco más.

Los nervios te hacen pasear, lees carteles que no memorizas, contestas mecánicamente preguntas que no escuchas, en tu mente reina el caos, no sabes cuánto tiempo llevas allí, a estos sitios hay que venir sin prisa… esperar…

Un conductor de ambulancia acerca a un hombre con un andador, se mueve torpemente, lleva la  cabeza vendada, el conductor le "aparca", tiene prisa, el hombre está solo, ni siquiera parece tenerse a sí mismo, la enfermera es amable, él se muestra impasible, su hija no ha aparecido, no parece importarle, agacho la vista, pienso que lo mío no es nada y que si un día acabo así tampoco quiero acordarme, recojo la lágrima que rueda por mi mejilla y espero…

Esperas, respiras, el aire es pesado pero de todos es sabido que mientras hay vida, mientras hay espera… hay esperanza.

INMA REYERO DE BENITO

jueves, 3 de octubre de 2019

EL RINCÓN DE INMA: SAN FROILÁN


Foto: Paco Fergar Mella. 


San Froilán es tradición, costumbres heredadas generación tras generación, es se mire por donde se mire la gran fiesta de León.

San Froilán despierta  los sentidos, huele a morcilla, a chorizo, a avellanas y buen vino.

San Froilán es el color de las sedas, de sus pendones ondeando cada vez más cerca del cielo, simbolizando fuerza, equilibrio y unidad.

San Froilán es bullicio, se mueve al ritmo de las jotas, del mercadillo medieval, la romería a la Virgen del Camino, las Cantaderas y el movimiento de cada traje regional.

San Froilán son carros engalanados tirados por vacas, bueyes, caballos y burros, con variados  aperos, con suculentos amasados y surtidas cosechas, reivindican con orgullo lo mejor de cada pueblo, una forma de vivir, unas raíces, una manera de sentir.

San Froilán suena al ritmo de un himno, el de León ¡viva León!, es arraigo, es canción, dulzaina y tamboril, es saber de dónde venimos para saber a dónde queremos ir.

San Froilán es un homenaje de lealtad a la gente de manos curtidas y mirada noble que nunca perdió su identidad.

INMA REYERO DE BENITO