Hay muchas personas que no son conscientes de que su actitud negativa, en general, determina qué tipos de relaciones van a tener.
Identificar en nosotros y en
los demás esta actitud, que se traduce en múltiples comportamientos externos y
en un sistema de creencias implícito, nos puede ayudar a modificarlo y ayudar
también a otros que lo padecen.
Los psicólogos cognitivistas han descubierto hace mucho tiempo que un lenguaje típico de estas personas es el de las generalizaciones. Cuando el sujeto incluye en sus diálogos internos el “todo, nada, jamás, siempre, nunca, nadie, etc.”, estas afirmaciones son falsas, normalmente, y no casan con la realidad, por lo que el sujeto tiene una visión empobrecida y muy deteriorada de la vida y del mundo.
Si digo, por ejemplo: “Es que nadie respeta nada”. Es una
afirmación tan general, que hasta el propio sujeto se está incluyendo en ella.
Hay muchas personas que son respetuosas, no siempre, pero sí de forma general.
Los psicolingüistas han
hablado acertadamente de lo que son las estructuras externas de lenguaje y las
estructuras internas. Por ejemplo, si yo digo “Me tienen manía”, puesto que no pongo a personas concretas, el
sentimiento del sujeto es que “todos le
tienen manía”. Hacer un uso del
lenguaje coherente con la realidad nos ayuda a tener un pensamiento racional.
Hay también palabras
globalizadoras. Recuerdo a un cliente que me decía “la gente habla mal de mí”. Lógicamente, a esa “gente”
hay que ponerla cara, porque de otra manera puedo adquirir una actitud algo
paranoide en relación a los demás al hacer estas afirmaciones. Entonces, mi
pregunta fue de inmediato: “¿Quiénes
hablan mal de ti?”. A lo que contestó: “Mi
vecino Roberto”. “¿Y quiénes más?”. “Su amigo Juan”. “¿Y alguien más?”. “No,
estos dos”. “Luego no es la gente, son Roberto y Juan”. Identificar a
Roberto y a Juan con toda la gente es una generalización.
Esta tarea que solemos hacer
los psicólogos en consulta, permite al sujeto tomar conciencia de su diálogo
distorsionado.
Presta atención a todos
estos diálogos distorsionados:
· Todo
es un desastre. Vamos de mal en peor. Así nunca avanzaremos.
· Todas
las cosas se hacen de mala forma y gana.
· Los
gobernantes, empresarios, políticos, jueces, etc., están corrompidos.
· Ya
la gente no es como la de antes. Antes había moral, ahora todo está manipulado.
· Nada
me sale en condiciones. Soy un fracasado. Mi trabajo va mal, mi relación de
pareja va mal, mis amistades van mal, mis estudios van mal.
· El
trato que siempre recibo es discriminatorio. Para qué vas a hacer nada si nada
vas a conseguir.
· La
gente me pone de los nervios. Yo no soy el que voy provocando a los demás, son
los demás los que atentan contra mi persona.
· Este
es un mundo sinrazón. No me entienden.
· No
merece la pena hacer nada en serio porque todo te lo machacan.
· Toda
la gente de la administración está enchufada. Este es un país de enchufados.
· La
gente no sabe lo que yo padezco. Si lo supieran actuarían de otra manera
conmigo.
· Tú
trabajas y otros se aprovechan de lo que tú haces, de tu esfuerzo.
· Esta
vida es una mierda, nada merece la pena.
· En
esta ciudad la gente te mira enjuiciándote.
· …………………………..
Esta forma negativa de
pensar genera un lenguaje expresivo no verbal que, al incidir en otros sujetos
externos, puede generar actitudes también defensivas creando un círculo
vicioso:
· Expresión de enfado, irritación, menosprecio,
resentimiento, odio.
· Actitudes irónicas o sarcásticas.
· Actitud de cerrazón, de sequedad, apatía,
soberbia.
· Muestras de desconfianza, desaprobación,
tensión.
Una actitud negativa de esta
índole conlleva mala disposición a la escucha, lo que contaminará nuestras
relaciones sociales. Se notará en que interrumpen, quieren tener razón de todo,
expresan casi siempre opiniones contrarias a las de los demás, ironizarán sobre
los buenos deseos o intenciones de los otros, etc.
Esta actitud negativa se ha
forjado en etapas tempranas en un ambiente insatisfactorio, exigente, traumático,
como respuesta defensiva de supervivencia.
Al final, estas personas,
que actúan con estas actitudes negativas, confirman sus expectativas
deprimentes porque fomentan tensión y defensividad.
Si te sientes identificado
con algo de lo aquí comentado, es buen momento para empezar a hacer cambios,
dejarte ayudar por un profesional y trabajar de forma perseverante en cambiar
esos diálogos negativos e incluso ayudando a otros en percibir estas
distorsiones.
Recibe un cordial saludo.
Juan Fernández Quesada