miércoles, 15 de agosto de 2018

ASPECTOS A CONSIDERAR PARA MEDITAR (II)


Resultado de imagen de relajado pero en alerta
LIBERACIÓN DE FENÓMENOS
Cuando empiezas experimentar la meditación es común que empieces a observar fenómenos en los momentos en que te vas relajando: ruidos en el estómago, pequeños temblores, alguna tensión en alguna zona del cuerpo, cosquilleos, entumecimientos o adormecimientos. Mentalmente algunos recuerdos, imágenes, sonidos, gustos, olores, etc.
Hay que dejar que fluyan estas sensaciones y no hacer nada, simplemente observarlas, pero dejarlas fluir. La práctica te permitirá observar que estos fenómenos irán desapareciendo  e irás centrándote más en lo que deseas. Tu concentración será cada vez mayor y te irás sintiendo más tranquilo, cómodo, sosegado, consciente.

RELAJADO, PERO EN ALERTA
Al relajarnos, la mayoría perdemos el nivel de atención, nos quedamos como en un estado de ensoñación. Un gran estado de alerta nos produce, normalmente, tensión, agitación. Ninguno de estos dos puntos es un verdadero estado de meditación. Un estado de meditación verdadero será: relajado, sereno, pero en alerta. Un equilibrio meditativo será ni demasiado relajado, ni demasiado alerta. Este equilibrio es el que debemos buscar en nuestras primeras experiencias meditativas. No distraído, sino relajadamente en alerta. Relajado y lúcido. Esta lucidez te permitirá ser más creativo, más consciente de todo, con una gran capacidad asociativa y con gran sentimiento de compasión.

RELAJACIÓN DINÁMICA Y MISERICORDIOSA
Adquirir relajación en la práctica meditativa es esencial. Hay que relajarse y liberarse de toda tensión innecesaria, de ello brotará: energía, vitalidad, claridad, bienestar, concentración, serenidad. Ya que nos suele costar sostener nuestra tensión diaria, podemos, de forma consciente incrementar nuestra tensión, para después liberarla. Aprendemos qué ruidos llegan a nuestra mente y a nuestro cuerpo, y a liberarlos. Esta liberación de tensiones innecesarias es un gesto de misericordia y compasión hacia nosotros mismos. Dejamos que la vida fluya en nosotros y con nosotros, sin huir de ella.  Cuando existe compasión y misericordia hacia nosotros mismos, se da, por ende, misericordia y compasión hacia los demás. Recuerda la Regla de Oro de la que nos habla Un Curso de Milagros: Lo que no quieras para ti, no lo quieras para los demás.

En el siguiente artículo seguiremos hablando de más aspectos importantes de la práctica meditativa.
Un inmenso abrazo.
Juan Fernández Quesada