domingo, 8 de enero de 2023

EL TIEMPO NO EXISTE

 


El tiempo no existe. El tiempo sólo son las cosas que te pasan, por eso pasa tan deprisa cuando a uno ya no le pasa nada. Después de los Reyes, un día notarás que la luz dorada de la tarde se demora en la pared de enfrente y apenas te des cuenta será primavera. Ajenos a ti, en algunos valles florecerán los cerezos y en la ciudad habrá otros maniquíes en los escaparates. Una mañana radiante, camino del trabajo, puede que sientas una pulsión en la sangre cuando te cruces en la acera con un cuerpo juvenil que estalla por las costuras, y un atardecer con olor a paja quemada oirás que canta el cuclillo y a las fruteras les habrán llegado las cerezas, las fresas y los melocotones, y sin saber porqué, ya será verano. De pronto, te sorprenderás a ti mismo, rodeado de niños, cargando la sombrilla, el flotador y las sillas plegables en el coche para cumplir con el rito de olvidarte del jefe, y de los compañeros de la oficina, pero el gran atasco de regreso a casa será la señal de que las vacaciones han terminado y la playa te llevarás el recuerdo de un sol que no podrías distinguirlo del sol del año pasado. El bronceado permanecerá un mes más en tu piel y una tarde descubrirás que la pared de enfrente oscurece antes de hora. Enseguida volverán los anuncios de turrones, sonará el primer villancico y será otra vez Navidad. La monotonía hace que los días resbalen sobre la vida a una velocidad increíble sin dejar huella. Los inviernos de la niñez, los veranos de la adolescencia eran largos e intensos porque cada día había sensaciones nuevas y con ellas te abrías camino cuesta arriba contra el tiempo. En forma de miedo o de aventura estrenabas el mundo cada mañana al levantarte de la cama. No existe otro remedio conocido para que el tiempo transcurra muy despacio sin resbalar sobre la memoria que vivir a cualquier edad pasiones nuevas, experiencias excitantes, cambios imprevistos en la rutina diaria. Lo mejor que uno puede desear para el año nuevo son felices sobresaltos, maravillosas alarmas, sueños imposibles, deseos inconfesables, venenos no del todo mortales, y cualquier embrollo imaginable en noches suaves, de forma que la costumbre no te someta a una vida anodina. Que te pasen cosas distintas como cuando uno era un niño.

 

Manuel Vicent

viernes, 6 de enero de 2023

EPÍLOGO DE LA NAVIDAD

 


En este periodo navideño decido apearme para meditar sobre mi vida.

En ocasiones muy diligente, otras cargada de decepción, con un toque depresivo, alimentando rumiaciones desafortunadas y, como conclusión, la actual etapa cargada de aceptación consolidada.

Viajo feliz con mi imaginación y, por supuesto, ser realista, tener cabeza y sentido común, a ser posible descalza, sintiendo la suavidad de la arena, el frescor de la hierba, la rugosidad del empedrado, la calidez de la experiencia, sentir que todo fluye y nada permanece a lo largo de los años. Esta vivencia me ha demostrado lo atractiva que es esta aventura.

Un rompecabezas es la vida.

Un vacío legal en el alma.

Tela de araña muy tejida.

Un desván de recuerdos obsoletos.

Un futuro incierto y sin salida.

 

Un día decidí abrazar la vida.

Un globo que se deshincha.

Un líquido que se derrama.

Huellas que se borran.

Aire de despedida.

 

Propongo unos objetivos:

- Abatir las ansias de guerra

- Sofocar el hambre en el mundo.

- Mitigar emociones, como la ira.

- Enaltecer la humildad.

- Ronronear al ritmo de la calma.

Se me ocurre aplicar la Ley de Atracción en todos estos puntos y, como el mayor regalo que se nos puede hacer, pedírselo a Sus Majestades Los Reyes Magos, no son objetos materiales, son añorados deseos. Hasta ahora los deseos más inimaginables se me han cumplido.

ANA ROSA GUTIÉRREZ ÁLVAREZ