En
este periodo navideño decido apearme para meditar sobre mi vida.
En
ocasiones muy diligente, otras cargada de decepción, con un toque depresivo,
alimentando rumiaciones desafortunadas y, como conclusión, la actual etapa
cargada de aceptación consolidada.
Viajo
feliz con mi imaginación y, por supuesto, ser realista, tener cabeza y sentido
común, a ser posible descalza, sintiendo la suavidad de la arena, el frescor de
la hierba, la rugosidad del empedrado, la calidez de la experiencia, sentir que
todo fluye y nada permanece a lo largo de los años. Esta vivencia me ha demostrado
lo atractiva que es esta aventura.
Un
rompecabezas es la vida.
Un vacío
legal en el alma.
Tela
de araña muy tejida.
Un desván
de recuerdos obsoletos.
Un
futuro incierto y sin salida.
Un día
decidí abrazar la vida.
Un
globo que se deshincha.
Un líquido
que se derrama.
Huellas
que se borran.
Aire
de despedida.
Propongo
unos objetivos:
- Abatir las ansias de guerra
- Sofocar el hambre en el
mundo.
- Mitigar emociones, como la
ira.
- Enaltecer la humildad.
- Ronronear al ritmo de la
calma.
Se me
ocurre aplicar la Ley de Atracción en todos estos puntos y, como el mayor
regalo que se nos puede hacer, pedírselo a Sus Majestades Los Reyes Magos, no
son objetos materiales, son añorados deseos. Hasta ahora los deseos más inimaginables
se me han cumplido.
ANA ROSA GUTIÉRREZ ÁLVAREZ
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