viernes, 6 de enero de 2023

EPÍLOGO DE LA NAVIDAD

 


En este periodo navideño decido apearme para meditar sobre mi vida.

En ocasiones muy diligente, otras cargada de decepción, con un toque depresivo, alimentando rumiaciones desafortunadas y, como conclusión, la actual etapa cargada de aceptación consolidada.

Viajo feliz con mi imaginación y, por supuesto, ser realista, tener cabeza y sentido común, a ser posible descalza, sintiendo la suavidad de la arena, el frescor de la hierba, la rugosidad del empedrado, la calidez de la experiencia, sentir que todo fluye y nada permanece a lo largo de los años. Esta vivencia me ha demostrado lo atractiva que es esta aventura.

Un rompecabezas es la vida.

Un vacío legal en el alma.

Tela de araña muy tejida.

Un desván de recuerdos obsoletos.

Un futuro incierto y sin salida.

 

Un día decidí abrazar la vida.

Un globo que se deshincha.

Un líquido que se derrama.

Huellas que se borran.

Aire de despedida.

 

Propongo unos objetivos:

- Abatir las ansias de guerra

- Sofocar el hambre en el mundo.

- Mitigar emociones, como la ira.

- Enaltecer la humildad.

- Ronronear al ritmo de la calma.

Se me ocurre aplicar la Ley de Atracción en todos estos puntos y, como el mayor regalo que se nos puede hacer, pedírselo a Sus Majestades Los Reyes Magos, no son objetos materiales, son añorados deseos. Hasta ahora los deseos más inimaginables se me han cumplido.

ANA ROSA GUTIÉRREZ ÁLVAREZ

 

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