jueves, 23 de noviembre de 2023

SIMPLEMENTE “PRESENTE”

 


Hoy me asomo al presente y sinceramente no me agrada lo que percibo: incertidumbre, dudas, malestar. Reconozco que con mi trabajo personal a nivel de emociones he aprendido a lidiar con la situación.

La sociedad se ha convertido en un inmenso puzle al que le faltan piezas, puede ser que algunas no encajen, es ahí donde entran, bajo mi punto de vista, las palabras como fe, esperanza, ilusión que intentan sustituir a las dañadas o deterioradas para que en su conjunto constituyan una plena unidad con sentido.

Como ejemplo me adentré hace unos días en dos de las calles de León, Alfonso V y Gil y Carrasco. A primera vista espaciosas, amplias, con el pavimento recién estrenado, en el fondo calles fantasmas, sin actividad económica. La mayoría de los establecimientos cuelgan los carteles de “Se vende” o “Se alquila”. Leí en una ocasión que parecen pistas de aterrizaje de aviones y con mucha razón.

No percibí bancos, ni árboles que le diesen un poco de humanidad a esa estampa callejera. Tengamos en cuenta los beneficios de los árboles que producen oxígeno, purifican el aire, forman suelos fértiles, mantienen ríos limpios, evitan erosión, refugios de la fauna, reducen la temperatura del suelo, etc.

La teoría de que estaban haciendo una ciudad para los visitantes y no para los habitantes, cobraba sentido. Reducción de aparcamientos, circulación prohibida en muchas calles o de una reducida limitación entre 10Km por hora y 30. Los comercios de autónomos, la mayoría van pereciendo y hay que tener en cuenta que muchos de ellos son negocios familiares.

Me detengo por unos instantes a observar el alumbrado, una maravilla aún por encender. Y me pregunto si pretendemos materializar nuestra alegría navideña con unas luces que solamente se iluminan por estas fechas.

La dicha debe nacer desde la olla a presión de sentimientos que se identifican con el órgano del corazón, y cuando las colas a las puertas de Cáritas sigan siendo extensas, no podemos decir que nuestra sociedad ha evolucionado “adecuadamente”. Hay un retroceso palpable que no podemos obviar, ni disimular con un alumbrado de colores.

Reconozco que cada Navidad que pasa me cuesta más disfrutar de mi niño interior. La inocencia de la infancia se traslada a una realidad que a veces me cuesta asumir.

La Navidad no es celebrar comiendo más y mejor, brindar con champan o reunirse una vez al año la familia, jugar a la lotería como una tradición o para algunas familias empeñarse para comprar a sus hijos los mejores regalos.

La Navidad se manifiesta durante todo el año disfrazada de una llamada telefónica, un abrazo, un “cómo estás”, un ”te quiero”, un ”me gustaría volver a verte” o “te echo de menos”… fórmulas que nos cuesta acuñar porque parecen pasadas de moda, y si no volvemos a ellas habremos perdido nuestra esencia como seres humanos.

 

ANA ROSA GUTIÉRREZ ÁLVAREZ