1. RECUERDA LA HISTORIA DE
LO ACONTECIDO, las sensaciones que tuviste. Identifica qué sensaciones y
emociones tuviste, y que te hacen y han hecho daño, y compártelo con alguien de
confianza, e incluso escríbelo.
2. Recuerda que TU
DOLOR ES PASADO. Lo que te duele ahora es de lo que sucedió, luego sólo
está en tu memoria. El perdón te ayuda a respirar de nuevo en paz. Cuando las
emociones negativas te embargan debes salir de un estado estático corporal, sal
a caminar ligero, haz una respiración lenta y abdominal, medita, haz una tarea
creativa, realiza una afición que tengas o búscala, baila con intensidad.
3. La mejor venganza
es DISFRUTAR DE LA VIDA. No des al otro el gusto de que
te vea que te sientes un desgraciado. Goza de la belleza, de la música, del
arte, de la naturaleza, disfruta de las personas enriquecedoras, ayuda a los
demás, verás tu riqueza dándote. Difunde lo más bello de ti, el amor, la
alegría, la bondad.
4. La vida terrenal
no es justa, deja de pensar que debería serlo, lo que no te impide luchar por
la justicia. Tu tarea en este mundo no es ser juez buscando equilibrar la
balanza con el castigo. SÓLO EL AMOR DA EQUILIBRIO. Sé agradecido
todos los días de todo y por todo, hasta por lo aprendido de la adversidad.
5. DEJA DE SER
VÍCTIMA, eso te quita la fortaleza que tienes, te mina. Busca los
beneficios del dolor y la experiencia sufrida, porque te han convertido en un
ser más consciente de lo que puedes sobrellevar. Mírate como un ser maravilloso. ¡Estáte pendiente del presente y de tus objetivos!
6. Sé paciente y
atento. PERDONAR ES UN PROCESO Y UNA DECISIÓN CON CONVENCIMIENTO.
Así serás bueno y amoroso contigo mismo. Corrige siempre tu pensamiento para no
sumirte en el dolor, que debilita. El perdón demuestra tu belleza de espíritu.
7. SÓLO EN LA
INTEGRACIÓN DEL SER ESTÁ LA VERDAD. Cuando creas estar en posesión de la
verdad, es que estás en posición de separación, no de integración. Esa creencia
en tu superioridad te hace ver de forma desintegrada al Hijo de Dios. Sólo en
la igualdad entre los hermanos se puede dar un proceso de integración. Uno
tiene entonces que preguntarse: ¿Qué he hecho o he dejado de hacer para que mi
hermano, que es parte de mí, me haya ofendido? ¿Qué ha sucedido en el proceso
evolutivo de estos seres, desde su nacimiento, cuando eran todo
dulzura, amor, inocencia, para que se hayan convertido en seres con conductas y
actitudes de odio, rencor, resentimiento, miedo y aversión? Es desde tu
posición de adulto, contaminado por los programas irracionales, desde donde te puedes ver
abocado a eso que en psicopatología denominamos “trastorno disociativo de
identidad” antes llamada “doble personalidad o personalidad múltiple”, aspecto
al que desde Un Curso de Milagros (UCDM) define que hemos llegado todos al no
identificarnos con el Hijo que Dios creó e identificarnos con el ego. Esto lo
expresó muy bien Robert Louis Stevenson en 1886 en su obra Dr. Jekill y Mr.
Hyde, el primero bueno y el segundo malo, horroroso y criminal; y, en la lucha
interna continua entre esos dos seres que habitaban en uno. Nuestro proceso
curativo sólo puede darse desde la integración, aceptando esas acciones dañinas
que todos en algún momento de nuestra vida realizamos como parte nuestra, pero
no para sentirnos culpables y castigarnos, sino para redimirnos, cambiar,
perdonarnos y crecer, construyendo. Mira el ejercicio 158 de UCDM,
la visión de Cristo. Y desde aquí comparto con el autor Joan Sánchez-Fortún el
ingrediente:
8. LA COMPRENSIÓN como
parte fundamental de este proceso de perdón. La comprensión de nuestra
disociación, de separación, la de todos. Esa comprensión es la que nos llevará
a ACEPTAR AL OTRO EN NOSOTROS, a la igualdad, pues el otro no es
ajeno a mí, soy yo mismo que busco integrarme para liberarme.
Muchos creemos: Si esta
persona no hubiese aparecido, ofendiéndonos, en nuestras vidas, hubiese sido
feliz. Ella es la causa de mi desdicha. ¿Tienes certeza de que eso es así? ¿Es el otro el único responsable
de tu desdicha? ¿Tú no tienes ninguna responsabilidad en lo acontecido?
Espero te sean de ayuda estas reflexiones.
Que la paz que Dios te dio al crearte aflore de nuevo en ti.
Un abrazo.
Juan Fernández Quesada
SJuan muchas gracias un sbrazo
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