Daniel Goleman no fue el
primero en hablar de “inteligencia emocional”, fue en 1964 Martin Beldoch el
que ya hablaba de este concepto, en 1966 Hanscarl Leuner y en 1989 Stanley
Greenspan. Pero los que realmente introdujeron el concepto en psicología fueron
Peter Salovey y John Mayer en 1990. Salovey y Mayer la definieron como la capacidad de percibir los sentimientos
propios y los de los demás, y servirse de esa información para guiar el
pensamiento y la conducta de uno mismo.
Generaron un modelo en el que había
que dominar las siguientes aptitudes:
1)
Habilidad para percibir emociones propias y
ajenas.
2) Habilidad para encauzar las emociones de
forma que faciliten el pensamiento y razonamiento.
3)
Habilidad para comprender las emociones, su
lenguaje.
4)
Habilidad para regular y controlar esas
emociones.
Goleman, en 1996 tuvo el
acierto de sacar a la esfera psicológica y divulgativa estas características
que están muy relacionadas con el éxito personal y profesional, con la
obtención de bienestar, con el autocontrol, con la mejora cognitiva, con una
buena regulación de la vida emocional, con la asertividad, autoestima, escucha,
empatía, etc. En síntesis podemos decir que la inteligencia emocional incluye
siete capacidades:
1)
Capacidad de automotivación.
2)
Capacidad de perseveración a pesar de las
frustraciones.
3)
Capacidad de diferimiento de las
gratificaciones.
4)
Capacidad de autocontrol o control de la
impulsividad.
5)
Capacidad de regulación del estado de ánimo.
6)
Capacidad de empatizar y confiar en los
demás.
7)
Capacidad para evitar que la ansiedad
interfiera en las facultades racionales.
Como decía mi amigo Wayne
Dyer si no ponemos la inteligencia para el principal fin que es nuestro
bienestar personal, para qué nos puede servir.
Estas capacidades nos ayudarán a
obtener un buen grado de felicidad personal y, por ende, de los que nos rodean.
Un abrazo.
Juan Fernández
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