jueves, 15 de septiembre de 2016

ALGUNOS DERECHOS ASERTIVOS (2) (CONTINUACIÓN)




ALGUNOS DERECHOS ASERTIVOS (2)
6) Tenemos derecho a decir: "No lo sé".
7) Tenemos derecho a ser independientes de la buena voluntad de los demás antes de enfrentarnos con ellos.
8) Tenemos derecho a tomar decisiones ajenas a la lógica.
9) Tenemos derecho a decir: "No lo entiendo".
10) Tenemos derecho a decir: "No me importa".

EXPLICACIÓN DE DERECHOS ASERTIVOS
Derecho asertivo VI) Existe la creencia infantil: "Debemos tener respuestas para cualquier pregunta acerca de las posibles consecuencias de nuestras acciones, porque si no tenemos respuestas no tenemos conciencia de los problemas que planteare­mos a los demás y, por consiguiente, al ser unos irresponsables, necesitamos un con­trol". La manipulación basada en esta creencia infantil en cualquiera de sus formas puede reconocérsela general­mente por el empleo de frases como: "¿Qué ocurriría si..?". "¿Qué cree Vd. que...?". "¿Qué pensaría si...?". "¿Qué clase de amigo, persona, espo­sa, hijo, hija, padre, etc., sería si...?". Frente a este tipo de manipulación, no es preciso que sepamos que ocurriría.
También en relación a aspectos culturales se manipula a las personas si no tienen conocimiento de determinados hechos, conceptos, etc., hacién­dolas sentirse ignorantes. De ahí que en muchas conversaciones en las que no nos enteramos acerca de lo que se está hablando, pero se habla con la seguridad de que se conoce el tema, asentimos como si lo supiéramos o deci­mos que sí lo sabemos.

Derecho asertivo VII) Lo que cada uno haga siempre habrá a alguien a quien no le guste, y hasta es posible que este alguien se sienta herido en sus sentimien­tos. Si presuponemos que, para relacionarnos o enfrentarnos adecuadamente con una persona, necesitamos contar de antemano con su buena voluntad como hermano o amigo, nos abrimos de par en par a toda presión manipulativa que nuestra necesidad de buena voluntad ajena provoca.
Las personas con las que mantenemos relaciones comerciales o de autoridad pueden retirarnos su simpatía de manera permanente, sin que por ello nos veamos imposibilitados de seguir trabajando con ellos, aun sin su simpatía.
En las relaciones de igualdad la gente se horroriza en cuanto al­guien ame­naza con retirarles su afecto o se lo retira efectivamente. Se quedan paralizados y no aciertan actuar en su propio beneficio ni en el trabajo ni en su relación matri­monial, o con sus amigos, sus amantes, sus novias, etc. Hay muchas veces que se sien­te la tentación de decirle a la gente: "No os amará nadie si no sois capaces de a­rriesgaros a ganaros la antipatía de otros".
Las personas nos retiran su buena voluntad si ello les rinde algún benefi­cio. Al mismo tiempo somos presa de angustia y de manipulación por parte de otros cuando nos insinúan: "Me acordaré de esto", "Te arrepentirás de haber hecho eso", o simplemente ante una mirada fría o una expresión herida. No tenemos por qué angus­tiarnos ante la posibilidad de que alguien no nos quiera.

Derecho asertivo VIII) La lógica y el razonamiento suelen basarse en afirma­ciones y negaciones rotundas, blanco y negro, todo o nada... (SUPRAGE­NERALIZACIONES). Y en la realidad, nues­tros deseos, motivaciones y emociones no suelen presentár­se­nos de manera manifiesta en términos de todo o nada. A menudo nuestras emociones acerca de algo o alguien están muy mezcladas y confusas. Hasta es posible que deseemos diferentes cosas al mismo tiempo.
La lógica resulta sumamente útil para convencernos de que cambiemos de forma de obrar. Muchos emplearán la lógica para manipularnos e inducir­nos a hacer aquello que ellas quieren que hagamos.

Derecho asertivo IX) Sócrates dijo que la verdadera sabiduría des­ciende sobre nosotros cuando nos damos cuenta de cuán poco sabemos de la vida, de nosotros mismos y del mundo que nos rodea. Nadie es tan listo y rápido de inteligencia como para poder comprender del todo la mayor parte de las cosas que nos rodean.
Muchos tratan de manipularnos para conducirnos a hacer aquellas cosas que ellos desean, mediante alusiones, indirectas o sugerencias, o actuando sutilmente como si esperaran que hiciéramos algo por ellas. La creencia infantil es: "Debemos anticiparnos y mostrarnos sensibles a las necesidades ajenas si queremos vivir todos unidos y sin discordias. Se espera de nosotros que comprendamos cuáles son esas nece­sidades sin plan­tear proble­mas, obligando a los demás a que nos formulen explícita­mente sus necesida­des. Si no sabemos comprender sin necesidad de que se nos repita constante­mente qué desean los demás, no somos capaces de vivir en armonía con los demás y somos irresponsables o ignorantes".

Derecho asertivo X) Existe la siguiente creencia: "A causa de nues­tra condi­ción humana, somos ruínes y tenemos muchos defectos. Debemos tra­tar de compensar esta condición humana esforzándonos por mejorar hasta alcanzar la perfección en todo. Siendo como somos humanos, probablemente no alcanzare­mos esta meta, pero de todos modos debemos aspirar a perfeccionar­nos. Si alguien nos señala como podemos mejorar, tenemos el deber de seguir esa dirección. Si no lo hacemos, somos unos seres corrom­pidos, perezosos, degenerados e indignos del respeto de los demás y del propio".
Tenemos derecho a decir que no nos importa, que no nos interesa ser perfec­tos según la definición de nadie, incluida la propia.
En las relaciones de pareja, la esposa puede tratar de corregir nuestra conducta descuidada diciéndonos: "¡Siempre dejas tus cosas de cualquier manera, cuando llegas de la calle! ¿Es que ni siquiera deseas mejorar (o hacer mejor las cosas, o aprender qué es lo importante, o vol­verte civiliza­do, o ser una persona decente, o dejar de ser un guarro, etc.)?". Si reaccionamos dando explicaciones o razones por las que dejamos nuestras cosas de cualquier manera: porque llegamos tar­de, porque estamos cansados, porque se nos ha olvidado, o cualquier otra excusa in­fantil, estamos cayendo en la manipulación que nos están imponiendo. Si, en cambio, formulamos nuestro juicio acerca de nuestro deseo de mejorar o no, es pro­bable que reaccionemos de manera más realista ante la situación, diciendo, por ejemplo: "Com­prendo que debería gustarme el orden, pero hay momentos en que me da igual. Sé que eso te molesta, pero veamos si podemos llegar a alguna forma de compromiso. Si no tratas de meterte conmigo cada vez que hago algo que no te gusta, yo no me meteré contigo cuando no me gusta tu modo de comportarte. En cambio, si me fastidias, yo te fastidiaré a ti".
Para distinguir entre la manipulación de su comportamiento y lo que realmen­te uno desea, debe uno formular su conflicto interior en una de las tres categorías siguientes: "Deseo", "Debo" o "Debería". La categoría "De­seo" es directa, es decir, deseo comer caviar tres veces por semana, deseo ir al cine en vez de ver la TV, deseo pasar mi vida en una isla de­sierta. De estos deseos se siguen como consecuencia cier­tos "Debo". Los "Debo" son los compromisos a los que llegamos con nosotros mismos y con los demás. Si deseo comer caviar tres veces por semana, debo conseguir el dinero necesa­rio para poder comer caviar tres veces por semana. Para conseguir este dinero, si no quiero ir a la cárcel, debo trabajar en un empleo que me proporcione los medios suficientes para poderme permitir el lujo de comer caviar tres veces por semana (o cualquier otro compromiso eficaz). Si quie­ro ir al cine esta noche, debo renunciar a mi programa favorito de TV. Si deseo irme a una playa solitaria, debo renunciar a una serie de cosas que tengo en la vida civilizada. Decidimos si nuestros "deseos" mere­cen la pena de los correspon­dientes "debo". Muchas personas, sin embargo, confunden los "debo" con los "debería". El "debería" puede incluirse dentro de la catego­ría de las estructuras manipulativas empleadas para obligarnos a hacer algo que otra persona quiere que hagamos, o de las estructuras arbitrarias que nos hemos impuesto nosotros mismos para resolver nuestra propia inseguri­dad acerca de lo que podemos o no podemos hacer. Así, por ejemplo, debo trabajar porque todo el mundo debe ser productivo, y no sólo porque quiero comer caviar tres veces a la semana. Debo salir esta noche porque no debo quedarme siempre a ver la TV. No debo irme a una isla solitaria porque aban­donaría mis obligaciones. Si nuestro lenguaje es de esta forma nos daremos cuenta de que no somos nuestros propios jueces, sino que nuestro juez es la conciencia que se nos ha inducido desde pequeños.
En un lenguaje cotidiano y más específico podríamos decir:
- Tengo derecho a contestar sinceramente cuando me preguntan si algo me gusta y no es así.
- Tengo derecho a negarle el coche a mi hijo el sábado por la noche.
- Tengo derecho a decirle a mi esposa/o que ha aumentado demasiado de peso y que eso me desagrada.
- Tengo derecho a decirle al jefe que no quiero trabajar horas extras.
- Tengo derecho a salir y trabajar parte del tiempo, dejando a mis hijos en una guardería.
- Tengo derecho a negarme a prestar mis libros a un amigo.
- Tengo derecho a negarme a atender a un amigo/a de mi pareja que no me gusta.
- Tengo derecho a mimarme a mí mismo/a.
- Tengo derecho a defender mis derechos.
...........................................................
JUAN FERNÁNDEZ QUESADA

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu comentario aparecerá una vez revisado por el moderador de la página. Gracias.