La palabra "resignación" significa “aceptar con pasividad un revés”, también significa “entregar un poder”.
El prefijo “res” significa “hacia atrás”, “signare” significa “hacer una señal”
y el sufijo “ción” que es indicativo del “efecto”. Es decir, indicamos que nos echamos hacia atrás.
En síntesis es una declaración de
impotencia. La resignación es una actitud paralizante. El autor Jacques
Philippe define la resignación como “carencia de esperanza”
y sin esperanza no hay motivación ni alegría para continuar.
La “aceptación”, sin embargo, que requiere
tiempo, es un proceso de creación de recursos
internos para madurar personalmente. Aceptación
es dar por bueno o recibir algo de forma voluntaria y sin oposición. Es decir, recibimos las cosas de la vida con naturalidad, como algo propio de la vida, como otra cosa cualquiera, sin defendernos de ellas, ni negándolas y por decisión personal. Hay que decir "sí" a un contratiempo e identificar las fortalezas que van a aflorar en mí. Estas adversidades en la aceptación se superan con sentido de VALOR-MISIÓN.
Las
reacciones ante el dolor desde etapas tempranas son las que condicionan si un sujeto
va a reaccionar con resignación o con aceptación, con resignación no aceptando
y rumiando la situación, con lo cual se producen malas asimilaciones de los
acontecimientos, o con aceptación, dando sentido al dolor y generando
fortalezas resilientes para futuros procesos.
Todo
dolor invita al amor encontrando sentido y propósito. Nos sensibilizan ante las
necesidades de los que nos rodean. Un niño que ha sido educado en aceptación,
es más capaz de ser sensible ante un minusválido, un enfermo, una persona
anciana, etc. Los sufrimientos son pruebas de crecimiento, de maduración.
Todo
sufrimiento puede generar benditos valores:
1)
Fortaleza para saber afrontar
contrariedades.
2) Perseverancia, para no venirse atrás, o si
echamos el pie hacia atrás, solo con la intención de tomar impulso hacia adelante.
Este es mi símbolo favorito de perseverancia, “la hormiga”, presente en mi whatsapp.
3)
Esperanza, generar confianza hacia el
futuro.
4)
Autoconocimiento, que nos lleva también al
conocimiento de los demás.
5)
Convicción, certeza de lo que se piensa
y se siente.
Vivir el sufrimiento como una
prueba de madurez espiritual, como triunfo interno continuo, es haber entendido
el paso de la muerte a la resurrección.
Espero que esta lectura haya
sido de tu agrado.
Un abrazo.
Juan Fernández Quesada.
Pues es cierto, me ha gustado y ha sido de gran ayuda, aunque a veces se hace duro a largo plazo se nota lo fuerte que te vuelves y la fé se regenera y potencia en uno mismo y en los demás y sobretodo no perder la esperanza porque la vida siempre nos regala caminos nuevos para explorar.
ResponderEliminarGracias, Isabel. Tú has sido un gran ejemplo de cómo levantarte y superarte en muchas situaciones y aún sigues creciendo mucho más. Me alegro de haberte conocido. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho. Y espero que con el tiempo consiga ser mas fuerte porque ella siempre lo fue un fuerte abrazo
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