Estamos en el día de los Santos y mañana
el de los Difuntos. En estas fechas se recuerda a los seres queridos. El duelo
no hay que enfrentarlo, hay que vivenciarlo. Hay muchas personas que están de
cuidadoras de familiares y seres que están en sus épocas frágiles, delicadas,
y, la tarea que realizan es importante para la salud mental y física de la
persona a la que cuidan y también muy importante para el propio cuidador, el
grupo familiar y el entorno donde se desenvuelven los cuidados.
Cuando llega el momento de la muerte,
ésta no hay que esconderla, porque es parte de la vida y no contraposición a
ella. Todo duelo es una forma de prepararnos para vivir. Duelo es la pérdida de
un ser querido, pero si miramos en el diccionario, la palabra "duelo"
también está asociada a un combate ante un desafío. También la palabra
"duelo" está asociada a dolor, a pena, a luto. Es decir, que por un
lado nos habla de dolor y por otro de una lucha. Es decir, un combate
interno por una pérdida que no se acepta.
No solo hay duelos cuando perdemos a un ser querido, también los hay en la pérdida de un trabajo, de una relación, de un deseo intenso, etc., y es que, parece, no estamos dispuestos a perder. Pero es que no hemos entendido que, las cosas, las personas y los deseos, son todo aquello que en algún momento vamos a tener que DEJAR DE TENER, porque todo lo que nos acompaña en la vida, no es para tenerlo, sino para disfrutarlo el tiempo que esté con nosotros. Por lo tanto, es saludable aprender que si hice mío, en sentido posesivo, aquello que perdí, es bueno que lo deje marchar y agradecer el tiempo en que nos prestó atención.
No solo hay duelos cuando perdemos a un ser querido, también los hay en la pérdida de un trabajo, de una relación, de un deseo intenso, etc., y es que, parece, no estamos dispuestos a perder. Pero es que no hemos entendido que, las cosas, las personas y los deseos, son todo aquello que en algún momento vamos a tener que DEJAR DE TENER, porque todo lo que nos acompaña en la vida, no es para tenerlo, sino para disfrutarlo el tiempo que esté con nosotros. Por lo tanto, es saludable aprender que si hice mío, en sentido posesivo, aquello que perdí, es bueno que lo deje marchar y agradecer el tiempo en que nos prestó atención.
Entonces, el duelo se transforma en ese
proceso en el que reelaboramos desde el sentido de la posesión, al
sentido del agradecimiento por la vivenciación y el compartir que
nos dio, por el tiempo que duró. Desde esta otra perspectiva, el duelo se
transforma en el proceso de pasar de perder lo que teníamos, a tener
en nosotros a ese otro ser, cosa o deseo, desde el sentimiento y agradecimiento
de que estuviese con nosotros. No es que sea un fácil proceso, pero no
es imposible y, además, esa transformación nos hace más fuertes.
En esta cultura que vivimos no nos
enseñan a perder, ni a vivir sin posesión, sin apegos. El duelo no
es una lucha, es una elaboración a integrar en el proceso de la vida.
Por poner un simil, en todos los otoños hay frutos, hojas, etc. que caen, para
seguir alimentando la vida, pero son parte de ella, no son muerte. La
vida es un proceso energético en el que todo se transforma, pero nunca
desaparece.
La manera en que cada uno elabora esta
etapa, es muy personal, pero vivir un duelo tiene mucho que ver con prepararnos
y transformarnos en y para la vida.
En líneas generales, todo duelo suele
tener 5 fases:
1) Negación: incapacidad de
asimilar lo sucedido. Estado de shock, bloqueo.
2) Rabia: darte cuenta de que
no puedes negar la realidad acontecida, pero muestras agresiones que dirigirías
a la vida. Como no puedes pegar o castigar a la vida, las agresiones las
materializas en otros (extrapunición) o en ti mismo (intrapunición).
3) Depresión: fase de llanto,
apatía, desesperanza, cansancio, etc. Tendencia al aislamiento, rehúyes de los
encuentros. También pueden aparecer sentimientos de culpa.
4) Ansiedad: surgimiento de miedos
e inseguridades, porque quizás el ser perdido cubría necesidades afectivas y
aspectos prácticos de tu vida que ahora tienes que afrontar solo.
5) Aceptación: comienzo de ser
consciente que las cosas no serán de nuevo como antes, pero que quieres reacomodarte
al momento presente. La aceptación conlleva cicatrizar heridas, hacer aflorar
esos sentimientos de tristeza y dolor, y darnos cuenta de que, aunque la vida
no vaya a ser como antes, aún puede ser grata en otros sentidos y aspectos.
Recuerda: todo duelo nos pone en
contacto con la esperanza de una vida que transciende.
Espero te haya gustado y sido de
utilidad.
Un abrazo.
Juan Fernández Quesada

Es muy importante cambiar el sentido d posesión por el d agradecímiento, cosa q nuestra cultura y nuestra sociedad no nos enseña. Un abrazo
ResponderEliminarLa vida en este mundo es un camino, y ella misma es la que nos ofrece los seres con los que vamos a compartirlo. Será bueno agradecerle lo que nos dió en el viaje. Gracias vida.
ResponderEliminar