sábado, 4 de marzo de 2017

EL SUEÑO DE CARL JUNG SOBRE SU SOMBRA

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“Tuve un sueño que me asustó y me animó a la vez. Era de noche, y me encontraba en un lugar desconocido. Avanzaba con dificultad contra un fuerte viento. Una densa bruma lo cubría todo. En mis manos en forma de copa, tenía una débil luz que amenazaba con extinguirse a cada momento. Mi vida dependía de esta débil luz, que yo protegía preciosamente. De pronto, tuve la impresión de que algo avanzaba detrás de mí. Miré hacia atrás y percibí la forma gigantesca de un ser que me seguía. Pero, al mismo tiempo, fui consciente de que, a pesar de mi terror, debía proteger mi luz a través de las tinieblas y contra el viento. Al despertarme, me di cuenta de que la forma monstruosa era mi sombra, formada por la pequeña llama que tenía encendida en medio de la tormenta. Sabía también que esta frágil luz era mi conciencia, la única luz que poseía. Enfrentada al poder de las tinieblas, era una luz, mi única luz”.

Jung que se había formado en el psicoanálisis de Freud sabía, según la teoría de su maestro, de la existencia del inconsciente, de ese mundo rechazado, pero en sus investigaciones descubrió otro inconsciente, EL INCONSCIENTE COLECTIVO. Un inconsciente más profundo, una memoria común a toda la humanidad. Unos programas forjados desde el pasado a los que denominó “arquetipos”, programas existentes en todas las civilizaciones y culturas y la sombra era uno de esos arquetipos fundamentales. Este planteamiento del inconsciente colectivo fue lo que llevó a la ruptura entre Freud y Jung.

La sombra, según Jung, es la representación de un conjunto de complejos y energías rechazadas que en psicoanálisis se denominaba “el Ello”. Otras formas de denominar a la sombra han sido “el sí mismo reprimido”, “el alter ego”, “el lado sombrío de sí mismo”, “el sí mismo alienado”, “la personalidad inferior”. Pero el propio Jung en 1917 definió la sombra como EL OTRO EN NOSOTROS. Es “el lado negativo de la personalidad” o la suma de todas las cualidades desagradables que odiamos u ocultamos, las funciones deficientemente desarrolladas y el contenido del inconsciente personal.

Como Jung decía, el yo consciente (la luz) produce un área inconsciente, la sombra de uno mismo.

La sombra suele ser percibida antes por los demás que por nosotros mismos. También, la sombra que durante el día se muestra más pequeña por el ángulo de incidencia del sol, por la noche se hace grande, e incluso, dormidos, invade todo el espacio. Así, si reprimimos un deseo durante el día, en la noche, en sueños aparece nítidamente lo reprimido. Simbólicamente, aparecerán esos deseos como amenazantes, deformados, transfigurados. Un jefe puede tener forma de tirano o de verdugo; una madre puede tener forma de bruja, de serpiente; etc. Aquellos que se libran de las apariencias, se dice que suelen soñar menos.

Hay expresiones en el lenguaje coloquial que guardan relación con estos conceptos. Así, por ejemplo podemos decir: “Esta persona tiene miedo hasta de su sombra”. En una persona puntillosa o celosa se habla de “todo le hace sombra”.

El próximo día seguiremos hablando de la sombra.


Espero haya sido de tu agrado.

Un abrazo.
Juan Fernández Quesada.

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