“Tuve
un sueño que me asustó y me animó a la vez. Era de noche, y me encontraba en un
lugar desconocido. Avanzaba con dificultad contra un fuerte viento. Una densa
bruma lo cubría todo. En mis manos en forma de copa, tenía una débil luz que
amenazaba con extinguirse a cada momento. Mi vida dependía de esta débil luz,
que yo protegía preciosamente. De pronto, tuve la impresión de que algo
avanzaba detrás de mí. Miré hacia atrás y percibí la forma gigantesca de un ser
que me seguía. Pero, al mismo tiempo, fui consciente de que, a pesar de mi
terror, debía proteger mi luz a través de las tinieblas y contra el viento. Al
despertarme, me di cuenta de que la forma monstruosa era mi sombra, formada por
la pequeña llama que tenía encendida en medio de la tormenta. Sabía también que
esta frágil luz era mi conciencia, la única luz que poseía. Enfrentada al poder
de las tinieblas, era una luz, mi única luz”.
Jung que se había formado en
el psicoanálisis de Freud sabía, según la teoría de su maestro, de la existencia
del inconsciente, de ese mundo rechazado, pero en sus investigaciones descubrió
otro inconsciente, EL INCONSCIENTE COLECTIVO. Un inconsciente más profundo, una
memoria común a toda la humanidad. Unos programas forjados desde el pasado a
los que denominó “arquetipos”,
programas existentes en todas las civilizaciones y culturas y la sombra era uno
de esos arquetipos fundamentales. Este planteamiento del inconsciente colectivo
fue lo que llevó a la ruptura entre Freud y Jung.
La
sombra, según Jung, es la representación
de un conjunto de complejos y energías rechazadas que en psicoanálisis se
denominaba “el Ello”. Otras formas de
denominar a la sombra han sido “el sí
mismo reprimido”, “el alter ego”,
“el lado sombrío de sí mismo”, “el sí mismo alienado”, “la personalidad inferior”. Pero el
propio Jung en 1917 definió la sombra como EL
OTRO EN NOSOTROS. Es “el lado
negativo de la personalidad” o la
suma de todas las cualidades desagradables que odiamos u ocultamos, las
funciones deficientemente desarrolladas y el contenido del inconsciente
personal.
Como Jung decía, el yo
consciente (la luz) produce un área inconsciente, la sombra de uno mismo.
La sombra suele ser
percibida antes por los demás que por nosotros mismos. También, la sombra que
durante el día se muestra más pequeña por el ángulo de incidencia del sol, por
la noche se hace grande, e incluso, dormidos, invade todo el espacio. Así, si
reprimimos un deseo durante el día, en la noche, en sueños aparece nítidamente lo
reprimido. Simbólicamente, aparecerán esos deseos como amenazantes, deformados,
transfigurados. Un jefe puede tener forma de tirano o de verdugo; una madre
puede tener forma de bruja, de serpiente; etc. Aquellos que se libran de las
apariencias, se dice que suelen soñar menos.
Hay expresiones en el
lenguaje coloquial que guardan relación con estos conceptos. Así, por ejemplo
podemos decir: “Esta persona tiene miedo
hasta de su sombra”. En una persona puntillosa o celosa se habla de “todo le hace sombra”.
El próximo día seguiremos
hablando de la sombra.
Espero haya sido de tu
agrado.
Un abrazo.
Juan Fernández Quesada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu comentario aparecerá una vez revisado por el moderador de la página. Gracias.