Ana Cristina nos habla:
Mi padre contaba la historia
de un hombre que encargó un traje a medida en una sastrería. Cuando se lo probó
frente al espejo vio que la manga derecha era demasiado larga, pero el empleado
de la tienda le dijo que si doblaba un poco el codo hacia fuera le quedaba
perfecta. Luego se fijó en que la pernera izquierda le arrastraba por el suelo,
pero nuevamente el dependiente le aseguró que si metía un poco hacia dentro la rodilla
le quedaba bien. Por último, el cliente notó que se le desbocaba la hombrera
izquierda, pero el empleado de la sastrería le convenció para que se inclinase
unos centímetros, y así le ajustaba como un guante.
Cuando el hombre salió a la
calle con su flamante traje nuevo, cojeando y retorcido, pero contento, oyó que
alguien decía a sus espaldas: ¡Hay que ver lo bien que le queda el traje a ese
tipo tan contrahecho!
Si extrapolamos el ejemplo, me
he dado cuenta de que muchas personas nos hemos fabricado un “patrón” por el
que hemos cortado al mundo que nos rodea, cosiendo después los retazos, para
convertirlo en el telón de fondo de una obra de teatro de cuyo guion somos
coautores… pero ese decorado ideal, que tan bien luce en el bastidor, no casa con
la realidad. Nosotros mismos no somos capaces de encarnar a los protagonistas
imaginados, por lo que nos sentimos inadecuados, frustrados y culpables, no
merecedores del aplauso del público y extenuados por el esfuerzo de luchar
contra todo y contra todos… porque acabaremos juzgando que son los otros
actores quienes no están a la altura del papel encomendado y los responsables
de estropear la función.
Volviendo al ejemplo, todos
estaremos de acuerdo en que es el vestido el que debe ajustarse a la persona y
no al contrario, y que cuando “sienta bien” resulta cómodo, concuerda con el
estilo propio y permite plena libertad de movimientos. De la misma manera, si
nos sentimos constreñidos por nuestra visión de la vida, que no nos permite
crecer, ni nos hace felices, con toda seguridad no está hecha “a nuestra
medida”.
Y me pregunto: ¿Y si en lugar
de tratar de hacer encajar como sea la realidad dentro de una maqueta a escala,
partiéramos de la aceptación gozosa y completa de nosotros mismos, de las
personas que nos rodean y de las circunstancias de nuestro entorno? ¿Si antes
de hacer ningún traje observamos la realidad como es y tomamos bien las
medidas?
Ana Cristina López Viñuela
¡Qué reflexión tan importante sacada de una historia popular! Lo que influyen los padres y sus historias...
ResponderEliminarTomemos bien las medidas ;)
¡Un abrazo!