martes, 9 de abril de 2024

REFLEXIONES AL HILO DE MIS PASOS - SALUDO AL SOL

 


La naturaleza aclama al sol naciente en esta luminosa mañana de otoño: las vacas mugen el om con sus profundas voces, los perros entonan mantras entrecortados en forma de ladridos y las gargantas afónicas de los gallos invocan a Atón. A su llamado, el gran disco de fuego asciende por el firmamento, regalando su aliento energético a todos los seres que comparten una misma tierra sagrada, regada por el agua bendecida, aireada por el viento divino y bajo el mismo sol, que ahora florece en el raso azul del cielo, sin que las canas esponjosas de algunas nubes repeinadas alcancen a ocultarlo.

Los peregrinos saludan con una sonrisa a los caminantes que avanzan en dirección contraria, como se encuentran en el Nilo las falucas arrastradas por la corriente río abajo y las que ascienden su curso movidas por la brisa que viene del Gran Verde, que hincha sus velas blancas. Las pisadas levantan olas en una corriente de hojas caídas, húmedas de rocío. Su sonido se va extinguiendo hacia la orilla, pero el oleaje continuo interpreta una sinfonía oceánica, mientras el bastón se hunde como un remo en un silencio abisal. El corazón recita calladamente un haiku: Amarillean / las hojas del otoño / entre suspiros.

Mis sentidos se regocijan maravillados. Tal vez mañana no exista, pero hoy está aquí, a mi disposición, apetitoso como pan tierno recién horneado. Quiero morder el día como fruta madura, degustarlo con fruición y cuidado, sin que siquiera una gota de jugo caiga por mi barbilla y se derrame en el suelo.

Ana Cristina López Viñuela

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