viernes, 30 de septiembre de 2016

GUIONES NEGATIVOS: UN OBSTÁCULO PARA UNA MENTALIDAD RESILIENTE




GUIONES NEGATIVOS: UN OBSTÁCULO PARA UNA MENTALIDAD RESILIENTE

¿Te has encontrado en ocasiones repitiendo los mismos comportamientos una y otra vez con resultados negativos? Si has contestado afirmativamente, eres como un actor que ha aprendido un papel y no se puede apartar del GUIÓN APRENDIDO. El guión puede llevar a alguien a acabar con una relación cuando se le pide que se comprometa, porque le da miedo el compromiso; a tener miedo a expresar irritación, estando justificado dicho estado; a un padre a repetir durante un montón de años a su hijo que recoja su habitación, mientras que el chico pasa de ello; a una esposa a preguntarle al marido si ha puesto la muda que se quitó en el cesto de la ropa; o a una pareja a insistir en que la relación iría mejor si el otro cambiase, etc. Es decir, actos repetitivos sin resultados deseables. Si las consecuencias de tales conductas son efectivas y deseables diremos que se ha dado un Guión Positivo, de lo contrario se ha dado un Guión Negativo.

Estos Guiones Negativos son un obstáculo para una mentalidad resiliente, una mentalidad creativa, que se adapta a los cambios, a las adversidades, a los problemas, que se toma los retos como una ocasión para crecer y evolucionar.

Muchas personas no se dan cuenta de que están atrapados en estos guiones negativos y, con frecuencia, culpan a otros, a lo externo, con diálogos del tipo: “Si mi hijo, pareja, amigo, compañero, jefe, la vida, cambiara o fuese diferente, yo sería más feliz, dichoso, relajado, me sentiría más satisfecho, ….”.

Muchos de estos guiones se inician en la infancia y se representan en la vida adulta.

Hasta que no tomes conciencia de tus guiones negativos y empieces a hacer esfuerzos por modificar los pensamientos, conductas y emociones asociadas a ellos, seguirás atrapado y, por lo tanto, insatisfecho y abrumado.

Busca tu nuevo guión más fructífero, experimenta cosas diferentes, pero, por favor, NO SIGAS HACIENDO LO MISMO DE SIEMPRE.

Un abrazo.

JUAN FERNÁNDEZ QUESADA

domingo, 25 de septiembre de 2016




¿QUÉ  ES “UN CURSO DE MILAGROS”?

Muchos habréis oído hablar de Un Curso de Milagros (UCDM). Hay múltiples autores conocidos que siguen y han seguido UCDM como filosofía orientativa de sus vidas. Entre ellos están: Deepak Chopra, Wayne Dyer, Louise Hay, César Millan (El Encantador de Perros), Isabel Allende y, por ejemplo, aquí en España, Enric Corbera. Yo lo sigo desde hace unos 7 años y os puedo asegurar que ha supuesto un cambio radical e importante en mi vida. Me ha aportado mucha paz y serenidad interior, seguridad, confianza y plenitud. Bien es cierto que estuve más de tres años resistiéndome a seguir sus ejercicios y enseñanzas, después de que un querido primo mío, José Fernández, volviese a aparecer en la vida familiar después de largos años desaparecido, yo tan solo era un adolescente cuando le vi la última vez, pero le reconocí al cabo de cuarenta años de forma inmediata. Hoy día lo único que puedo hacer es decir: “Gracias, querido Pepe, por haberme contaminado”.

Si tengo que explicar qué es UCDM lo tengo que hacer desde lo que dice el propio Curso: “Es un curso de inversión de pensamiento”. Es un regreso al tipo de pensamiento originario que teníamos antes de habernos separado de nuestra Fuente, Dios, o como lo quieras llamar. Somos seres creados a imagen y semejanza de Dios, y, por lo tanto, bellos, amorosos y seguros, pero el ego (la imagen que hemos creado de nosotros desde la dualidad) ha venido a ocultar nuestra realidad.

En días sucesivos podré seguir explicándotelo de la mejor forma posible, yo sé que tendré un Guía que me orientará en todo momento, todo lo que podamos aprender de este maravilloso Curso. A mí también me queda por aprender, porque esta es nuestra misión en este mundo, o, como dice UCDM, en este sueño que estamos viviendo.

Iras viendo que muchos conceptos que manejamos en nuestro mundo, son diferentes en UCDM. La misma palabra “milagro”que para nosotros significa algo inexplicable, extraordinario que sucede en nuestras vidas, en UCDM es todo aquel tipo de pensamiento que nos permite llegar a estar más próximos a Dios, a nuestros hermanos, a nosotros mismos, a lo que somos. Es decir, es un pensamiento corrector amoroso, congruente con nuestra naturaleza.

Gracias por compartir este momento de encuentro, seguiremos en ello.

Un fuerte abrazo, que es el que me doy a mí mismo también porque no soy nada diferente de ti.

JUAN FERNÁNDEZ QUESADA

jueves, 15 de septiembre de 2016

ALGUNOS DERECHOS ASERTIVOS (2) (CONTINUACIÓN)




ALGUNOS DERECHOS ASERTIVOS (2)
6) Tenemos derecho a decir: "No lo sé".
7) Tenemos derecho a ser independientes de la buena voluntad de los demás antes de enfrentarnos con ellos.
8) Tenemos derecho a tomar decisiones ajenas a la lógica.
9) Tenemos derecho a decir: "No lo entiendo".
10) Tenemos derecho a decir: "No me importa".

EXPLICACIÓN DE DERECHOS ASERTIVOS
Derecho asertivo VI) Existe la creencia infantil: "Debemos tener respuestas para cualquier pregunta acerca de las posibles consecuencias de nuestras acciones, porque si no tenemos respuestas no tenemos conciencia de los problemas que planteare­mos a los demás y, por consiguiente, al ser unos irresponsables, necesitamos un con­trol". La manipulación basada en esta creencia infantil en cualquiera de sus formas puede reconocérsela general­mente por el empleo de frases como: "¿Qué ocurriría si..?". "¿Qué cree Vd. que...?". "¿Qué pensaría si...?". "¿Qué clase de amigo, persona, espo­sa, hijo, hija, padre, etc., sería si...?". Frente a este tipo de manipulación, no es preciso que sepamos que ocurriría.
También en relación a aspectos culturales se manipula a las personas si no tienen conocimiento de determinados hechos, conceptos, etc., hacién­dolas sentirse ignorantes. De ahí que en muchas conversaciones en las que no nos enteramos acerca de lo que se está hablando, pero se habla con la seguridad de que se conoce el tema, asentimos como si lo supiéramos o deci­mos que sí lo sabemos.

Derecho asertivo VII) Lo que cada uno haga siempre habrá a alguien a quien no le guste, y hasta es posible que este alguien se sienta herido en sus sentimien­tos. Si presuponemos que, para relacionarnos o enfrentarnos adecuadamente con una persona, necesitamos contar de antemano con su buena voluntad como hermano o amigo, nos abrimos de par en par a toda presión manipulativa que nuestra necesidad de buena voluntad ajena provoca.
Las personas con las que mantenemos relaciones comerciales o de autoridad pueden retirarnos su simpatía de manera permanente, sin que por ello nos veamos imposibilitados de seguir trabajando con ellos, aun sin su simpatía.
En las relaciones de igualdad la gente se horroriza en cuanto al­guien ame­naza con retirarles su afecto o se lo retira efectivamente. Se quedan paralizados y no aciertan actuar en su propio beneficio ni en el trabajo ni en su relación matri­monial, o con sus amigos, sus amantes, sus novias, etc. Hay muchas veces que se sien­te la tentación de decirle a la gente: "No os amará nadie si no sois capaces de a­rriesgaros a ganaros la antipatía de otros".
Las personas nos retiran su buena voluntad si ello les rinde algún benefi­cio. Al mismo tiempo somos presa de angustia y de manipulación por parte de otros cuando nos insinúan: "Me acordaré de esto", "Te arrepentirás de haber hecho eso", o simplemente ante una mirada fría o una expresión herida. No tenemos por qué angus­tiarnos ante la posibilidad de que alguien no nos quiera.

Derecho asertivo VIII) La lógica y el razonamiento suelen basarse en afirma­ciones y negaciones rotundas, blanco y negro, todo o nada... (SUPRAGE­NERALIZACIONES). Y en la realidad, nues­tros deseos, motivaciones y emociones no suelen presentár­se­nos de manera manifiesta en términos de todo o nada. A menudo nuestras emociones acerca de algo o alguien están muy mezcladas y confusas. Hasta es posible que deseemos diferentes cosas al mismo tiempo.
La lógica resulta sumamente útil para convencernos de que cambiemos de forma de obrar. Muchos emplearán la lógica para manipularnos e inducir­nos a hacer aquello que ellas quieren que hagamos.

Derecho asertivo IX) Sócrates dijo que la verdadera sabiduría des­ciende sobre nosotros cuando nos damos cuenta de cuán poco sabemos de la vida, de nosotros mismos y del mundo que nos rodea. Nadie es tan listo y rápido de inteligencia como para poder comprender del todo la mayor parte de las cosas que nos rodean.
Muchos tratan de manipularnos para conducirnos a hacer aquellas cosas que ellos desean, mediante alusiones, indirectas o sugerencias, o actuando sutilmente como si esperaran que hiciéramos algo por ellas. La creencia infantil es: "Debemos anticiparnos y mostrarnos sensibles a las necesidades ajenas si queremos vivir todos unidos y sin discordias. Se espera de nosotros que comprendamos cuáles son esas nece­sidades sin plan­tear proble­mas, obligando a los demás a que nos formulen explícita­mente sus necesida­des. Si no sabemos comprender sin necesidad de que se nos repita constante­mente qué desean los demás, no somos capaces de vivir en armonía con los demás y somos irresponsables o ignorantes".

Derecho asertivo X) Existe la siguiente creencia: "A causa de nues­tra condi­ción humana, somos ruínes y tenemos muchos defectos. Debemos tra­tar de compensar esta condición humana esforzándonos por mejorar hasta alcanzar la perfección en todo. Siendo como somos humanos, probablemente no alcanzare­mos esta meta, pero de todos modos debemos aspirar a perfeccionar­nos. Si alguien nos señala como podemos mejorar, tenemos el deber de seguir esa dirección. Si no lo hacemos, somos unos seres corrom­pidos, perezosos, degenerados e indignos del respeto de los demás y del propio".
Tenemos derecho a decir que no nos importa, que no nos interesa ser perfec­tos según la definición de nadie, incluida la propia.
En las relaciones de pareja, la esposa puede tratar de corregir nuestra conducta descuidada diciéndonos: "¡Siempre dejas tus cosas de cualquier manera, cuando llegas de la calle! ¿Es que ni siquiera deseas mejorar (o hacer mejor las cosas, o aprender qué es lo importante, o vol­verte civiliza­do, o ser una persona decente, o dejar de ser un guarro, etc.)?". Si reaccionamos dando explicaciones o razones por las que dejamos nuestras cosas de cualquier manera: porque llegamos tar­de, porque estamos cansados, porque se nos ha olvidado, o cualquier otra excusa in­fantil, estamos cayendo en la manipulación que nos están imponiendo. Si, en cambio, formulamos nuestro juicio acerca de nuestro deseo de mejorar o no, es pro­bable que reaccionemos de manera más realista ante la situación, diciendo, por ejemplo: "Com­prendo que debería gustarme el orden, pero hay momentos en que me da igual. Sé que eso te molesta, pero veamos si podemos llegar a alguna forma de compromiso. Si no tratas de meterte conmigo cada vez que hago algo que no te gusta, yo no me meteré contigo cuando no me gusta tu modo de comportarte. En cambio, si me fastidias, yo te fastidiaré a ti".
Para distinguir entre la manipulación de su comportamiento y lo que realmen­te uno desea, debe uno formular su conflicto interior en una de las tres categorías siguientes: "Deseo", "Debo" o "Debería". La categoría "De­seo" es directa, es decir, deseo comer caviar tres veces por semana, deseo ir al cine en vez de ver la TV, deseo pasar mi vida en una isla de­sierta. De estos deseos se siguen como consecuencia cier­tos "Debo". Los "Debo" son los compromisos a los que llegamos con nosotros mismos y con los demás. Si deseo comer caviar tres veces por semana, debo conseguir el dinero necesa­rio para poder comer caviar tres veces por semana. Para conseguir este dinero, si no quiero ir a la cárcel, debo trabajar en un empleo que me proporcione los medios suficientes para poderme permitir el lujo de comer caviar tres veces por semana (o cualquier otro compromiso eficaz). Si quie­ro ir al cine esta noche, debo renunciar a mi programa favorito de TV. Si deseo irme a una playa solitaria, debo renunciar a una serie de cosas que tengo en la vida civilizada. Decidimos si nuestros "deseos" mere­cen la pena de los correspon­dientes "debo". Muchas personas, sin embargo, confunden los "debo" con los "debería". El "debería" puede incluirse dentro de la catego­ría de las estructuras manipulativas empleadas para obligarnos a hacer algo que otra persona quiere que hagamos, o de las estructuras arbitrarias que nos hemos impuesto nosotros mismos para resolver nuestra propia inseguri­dad acerca de lo que podemos o no podemos hacer. Así, por ejemplo, debo trabajar porque todo el mundo debe ser productivo, y no sólo porque quiero comer caviar tres veces a la semana. Debo salir esta noche porque no debo quedarme siempre a ver la TV. No debo irme a una isla solitaria porque aban­donaría mis obligaciones. Si nuestro lenguaje es de esta forma nos daremos cuenta de que no somos nuestros propios jueces, sino que nuestro juez es la conciencia que se nos ha inducido desde pequeños.
En un lenguaje cotidiano y más específico podríamos decir:
- Tengo derecho a contestar sinceramente cuando me preguntan si algo me gusta y no es así.
- Tengo derecho a negarle el coche a mi hijo el sábado por la noche.
- Tengo derecho a decirle a mi esposa/o que ha aumentado demasiado de peso y que eso me desagrada.
- Tengo derecho a decirle al jefe que no quiero trabajar horas extras.
- Tengo derecho a salir y trabajar parte del tiempo, dejando a mis hijos en una guardería.
- Tengo derecho a negarme a prestar mis libros a un amigo.
- Tengo derecho a negarme a atender a un amigo/a de mi pareja que no me gusta.
- Tengo derecho a mimarme a mí mismo/a.
- Tengo derecho a defender mis derechos.
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JUAN FERNÁNDEZ QUESADA

viernes, 9 de septiembre de 2016

DÍA 10 DE SEPTIEMBRE, DÍA DE LA PREVENCIÓN DEL SUICIDIO - A POR UNA CULTURA DE LA GRATITUD



IMPLANTAR LA CULTURA DE LA GRATITUD

Mañana es el día internacional del suicidio. Quisiera que tomásemos conciencia, a través de LA GRATITUD, de lo que somos y tenemos. Implantar en nuestra sociedad una Cultura de gratitud: Es muy sintomático que los países con mayor calidad de vida, los países nórdicos, sean los países con mayores índices de suicidio. Todos pensaríamos que deberían ser los más desfavorecidos los que tendrían más tentativas e ideaciones de suicidio, pero cosa curiosa, no es así. Janice Kaplan en su Diario de la gratitud, además de mostrarnos en su libro las múltiples investigaciones realizadas sobre lo importante de la gratitud, nos muestra la única vía que el ser humano tiene para el reconocimiento, la toma de conciencia, de su abundancia como ser y la abundancia de todo lo que le rodea: los otros, el medio, y, en general, la vida; porque CUANDO SOMOS AGRADECIDOS CON LA VIDA, LA VIDA NOS OFRECE MÁS GRATITUD. En esta sociedad opulenta en la que vivimos, somos poco conscientes de lo que somos y tenemos. Derrochamos agua porque la tenemos cerca y en abundancia, tiramos comida en exceso porque tenemos las neveras abarrotadas de ella. Los que tienen poco valoran todo aquello que consiguen, encuentran y les dan, porque les cuesta conseguirlo y, lo más importante: VALORAN LA VIDA PORQUE SABEN LO DIFÍCIL QUE ES VIVIRLA TODOS LOS DÍAS, y por ello, son más tolerantes a la frustración, lo que predispone a generar menores problemas depresivos y, por ende, a estar menos expuestos a ideaciones suicidas.


JUAN FERNÁNDEZ QUESADA


jueves, 8 de septiembre de 2016

ALGUNOS DERECHOS ASERTIVOS (1)



ALGUNOS DERECHOS ASERTIVOS (1)
1) Tenemos derecho a juzgar nuestro propio comportamiento, nuestros pensamientos y nuestras emociones, y a tomar la responsabilidad de su iniciación y de sus conse­cuen­cias.
2) Tenemos derecho a no dar razones o excusas para jus­tificar nuestro comportamien­to.
3) Tenemos derecho a juzgar si nos incumbe la respon­sabilidad de encontrar soluciones para los problemas de otras personas.
4) Tenemos derecho a cambiar de parecer.
5) Tenemos derecho a cometer errores.
EXPLICACIÓN DE DERECHOS ASERTIVOS
Derecho asertivo I) Tenemos derecho en última instancia a juzgarnos a noso­tros mismos. Cada uno de nosotros tiene derecho a ser su propio juez. De esta forma tomamos sobre nuestros hombros la responsabili­dad de nuestra propia exis­tencia y despojamos de toda responsabilidad a los demás.
Si alguna de las personas con las que nos relacionamos no está con­trolada por alguna norma externa de comportamiento (es independiente), tememos que sus pro­pios objetivos, que su misma felicidad, queden a su propio antojo y esto nos produce inseguridad. Creencia irracional: "Si todo el mundo actúa según sus criterios, esto sería un caos".
Cuando nos sentimos inseguros y preocupados por la falta de pautas en alguna zona particular de comportamiento, llegaremos a inventar­las para volver a sentirnos seguros. Por ejemplo, no hay ninguna ley que controle específicamente la eliminación de las heces fecales de cada individuo. Si un sujeto vacía sus intestinos en plena Gran Vía, tal vez lo arresten por ensuciar la vía pública pero no por su acción espe­cífica de eliminación. Es decir el comportamiento observado está muy reglamentado, todos inventamos normas sobre la marcha, empleando para ello creencias que nos ense­ñaron cuando éramos niños a modo de orientación general. Luego estas normas las em­pleamos manipulativamente con otras personas para controlar su comporta­miento, ali­viando de esta forma nuestros sentimientos de inseguridad. Como medida de autopro­tección la persona no asertiva tratará de manipular psico­lógicamente, con normas y pautas de bondad y maldad, de justicia, de ra­zona­bilidad y de lógica, a los demás, con en fin de controlar un comporta­miento que entra en conflicto con sus deseos, gustos y aversiones persona­les.
En principio toda estructura o juego de normas en toda interac­ción entre dos personas es arbitrario. Por ejemplo, una persona y su socio en un nego­cio pueden decidir que la primera se ocupe del despacho, mientras que el socio trata con el público, pero no es ésta la única manera en que po­drían haber arreglado las cosas, podrían haber compartido la labor de con­tabili­dad, o haber contratado a un contable, etc. Si una mujer se ocupa de los hijos mientras que el marido trabaja, no se trata más que de un arreglo arbitrario, puesto que no hay ninguna ley que diga que la mujer tiene que cuidar los hijos mientras que el marido trabaja (creencia irracional: "Las mujeres tienen que cuidar de los hijos y de la casa, mientras que el marido mantiene la economía). Las alternativas a esta situación podrían ser diversas.
Todas nuestras relaciones con los demás se pueden clasificar en tres tipos de categorías generales:
1) Relaciones comerciales o formales.
2) Relaciones de autoridad.
3) Relaciones de igualdad.
Una determinada interacción se puede clasificar dentro de una cate­goría dependiendo del grado en que dicha interacción esté reglamentada desde el principio, quizás incluso antes de que hayamos conocido a la otra persona. Por ejemplo, todas nuestras interacciones en los tratos comercia­les suelen llevar impuesta una estructu­ra, incluso antes de llevarse a cabo tal inte­racción. Por ejemplo, en la compraventa de mercancías una de las partes suele seleccionar y pagar la mercancía y la otra suele recibir el dinero, entregar la mercancía y responder de la calidad de lo que ha vendi­do. En estas relaciones surgen problemas cuando una de las partes (general­mente, el vendedor) hace entrar en juego una estructura manipulativa externa que no se había convenido de antemano, y que no nos permite ser nuestros propios jueces acerca de lo que haremos. Por ejemplo, si un vendedor vende un ra­diador en malas condiciones, puede alegar: " Nosotros no tenemos nada que ver con la reparación del radiador. Las reparaciones son de la incum­bencia de la tienda de radiadores. Tendrá que ir a ver a esa gente." (Es como si se nos dijese: "¡Tonto de capirote! ¿Es que no sabe dónde tiene que acu­dir en estos casos?".
En el segundo tipo de relaciones, las de autoridad, sólo en parte hay una estructuración de antemano. No todo el comportamiento en esta clase de relación está estructurado de antemano (entre una autoridad y otra per­so­na). Por ejemplo, en la interacción entre un empleado y su jefe, el su­jeto puede saber como tratar al jefe en el trabajo, pero ¿cómo debe obrar fue­ra?, ¿quién paga la bebida en un bar?, ¿quién elige el bar?. Cuando se impone una estructura manipulativa se viola nuestro derecho a juzgar y decidir qué deseamos hacer y qué no deseamos hacer.
Entre hijos y padres, los padres suelen partir desde posiciones de auto­ri­dad, los maestros, las enfermeras, los jueces, los médicos, etc. Y tam­bién vemos que los niños comienzan con las funciones de persona depen­dien­te, aprendiz, paciente, peticionario, etc. Con el paso del tiempo, esta estructura requiere modificación, puesto que el niño se ha hecho mayor y debe tomar decisiones por sí mismo, pero todos hemos experimentado que cuando los papeles entre padres e hijos se hacen más iguales, en los que unos y otros podrían compartir sus sentimientos, sus objetivos y sus pro­blemas, por norma general, esta comunidad no llega a alcanzar este nivel de intimidad que caracterizaría a las relaciones entre iguales. Los padres otorgan libertad a sus hijos pero no abdican en sus funciones iniciales de padre-madre omnisciente, violando el derecho asertivo de sus hijos de ser sus propios jueces. El resultado de esto es la creación de una distancia innecesaria entre padres e hijos.
En estos tipos de relación son muy importantes las estructuras de poder que se generan. Un padre tiene el derecho de pegar a un hijo, según la creencia social general, "para educarle por su bien". Pero mucha gente no se pregunta: ¿Qué pasaría si el niño no tuviese la forma y la fuerza que tiene, y en lugar de eso el padre se encontrase ante un niño con 1,90 mts. de altura y unos músculos formidables?. ¿Ejercería esa potestad sobre el hijo o trataría de llegar a un diálogo?. Son múltiples los casos de jóvenes que siguen recibiendo, por parte de sus padres, bofetones o golpes, y quedándose resentidos por el fenómeno, cuando ellos son tan culpables (si es que se quiere culpabilizar a alguien) como sus progenitores, al no tratar de vencer sus miedos y parar la mano del padre cuando realizan tal acción.
La tercera categoría es la de iguales en la que no existe una es­tructura inicial impuesta de antemano a ninguna de las dos personas que determine su comporta­miento. En este tipo de interacción, toda estructura se va elaborando a medida que la relación progresa, a través de una serie de compromisos en acción. Esos compromisos acordados mutuamente (estructu­ra) son prácticos, posibilitan llevar adelante el nego­cio de la relación sin necesidad de entrar cada día en negociaciones acerca de quién debe hacer qué y cuándo debe hacerlo. Pero no es indispensable que los compromi­sos sean justos para ser útiles. Lo único indispensable es que funcionen, que sean efica­ces. Muchas veces a los ojos de muchos observadores le parecen injustos muchos comporta­mientos de los demás, sin preguntar o saber si a las partes interesadas les va bien.
Ejemplos de relaciones entre iguales son las que se establecen entre amigos, vecinos, condiscípulos, compañeros de trabajo, novios, amantes, miembros adultos de la familia, hermanos y hermanas, etc. Son relaciones en las que gozamos de la máxima libertad para tratar de obtener lo que desea­mos, pero en las que tenemos más probabi­lidades de salir heridos. El ejem­plo más claro es el de los cónyuges en el matrimo­nio. Aquí las dos partes elaboran un mínimo de compromisos viables y que pueden vol­ver a negociarse acerca de su comportamiento mutuo, manteniendo así la estructura de su matrimonio lo bastante flexible, dentro de lo humanamente posible, como para poder enfrentarse con los verdaderos problemas de la vida.
En este tipo de relaciones entre iguales se plantean problemas cuan­do uno de los miembros, o los dos, por inseguridad personal o por ignoran­cia han iniciado la relación con IDEAS PRECONCEBIDAS acerca de cómo deben comportarse los amigos, los compañeros de habitación o los maridos o espo­sas. Estas ideas o normas impuestas por uno de los cónyuges no permiten al otro ser juez de su propio comportamiento en el matrimonio.
La persona insegura tratará de imponer estructuras manipulativas, teniendo muy pocas incógnitas que resolver, pero no permitiendo que cada uno sea él mismo. Por ejemplo, un marido inseguro tratará de imponer una estructura arbitraria a su esposa para contrarrestar su temor a no saber mostrarse a la altura de ella, a no saber reaccionar ante ella. De esta forma es posible que insista en que ella no trabaje fuera de casa, en que se ocupe solamente de los hijos y en que no debe administrar el dinero del matrimonio. Una esposa igualmente insegura, también tratará de imponer una estructura manipulativa para resolver sus propios temores de no ser capaz de enfren­tarse a lo desconocido. Puede tratar al marido como a un chiquillo irresponsable, dejándole libertad en cuanto a su trabajo, pero no confiará en él y tratará de con­tro­larle en los demás aspectos de su vida y de hacer­le sentirse culpable si no acepta sus rígidos métodos.
Cuando hablamos de la arbitrariedad, nos referimos a dejar las cosas definidas de forma ambigua, de tal modo, que de pie a interpretarlo a nuestro antojo. Tal es el lenguaje de las ETIQUETAS, de los CALIFICATIVOS. Este lenguaje no nos dice exactamente que hacemos o dejamos de hacer, por lo que no nos permite mejorar nuestra conducta, y al mismo tiempo merma nuestra autoestima, porque son criterios sobre la globalidad de nuestra persona, y no como es la vida en realidad, en un lugar y en un tiempo determinado, es decir, situacio­nal. Ejemplo, si la mujer le dice al marido: "Porque eres un egoísta, porque solo piensas en ti". En realidad le está diciendo: "Debes anteponer todo lo que yo quiera sobre tus intereses". Con lo cual, si el marido fuese astuto, se daría cuenta de que quién está cayendo en contra­dicción es ella misma, que es la que quiere que su marido esté a su disposición, lo que sí es ser egoísta. Ante estas etiquetas, siempre conviene aclarar con la otra persona que es lo que quiere exactamente, que interpreta por "ser egoísta". Cuando se definen los comportamientos de la etiqueta, la vida se hace directa, cómoda y efectiva, y puede existir negociación.
Existen curiosamente en las relaciones paciente-médico relaciones comerciales y de autoridad. Si la persona (paciente) es capaz de meterse con su médico en su rol desde un punto de vista comercial, como que es su mecánico, podrá exigir que le clarifique en cuanto la medicación recetada, el tratamiento poste­rior, las posibles complicaciones, los honorarios, etc. Pero al llevar añadida, normalmente una relación de autoridad (padre), el cliente o paciente no se atreve a preguntar al médico estas múltiples cosas. Creencia irracional: ."Tú como paciente o enfermo tienes que hacer lo que yo te diga"Otra creencia: "No voy a preguntar al médico porque no le puedo molestar con mis desconocimientos  y además le voy a hacer perder tiempo".
En cualquiera de las tres formas de relación con los demás (comer­cialmente, autoritariamente o en el plano de igualdad) surgen problemas cuando tenemos más de una sola interacción con la misma persona. Por ejem­plo, cuando entramos en relaciones comerciales con un amigo, tanto él como nosotros podemos tropezar con dificultades para impedir que nuestro compor­tamiento comercial interfiera con nuestro comporta­miento de amigos o a la inversa. Nuestro amigo puede manipularnos al tratar de impo­ner maneras de hacer acordadas previamente como amigos, que no tienen nada que ver con nuestros tratos comerciales. Por ejemplo, puede tomar prestado nuestro coche para hacer gestiones comerciales, basándose en que en el pasado so­líamos prestarnos el coche uno a otro, en plan de buena amistad. Creencia irracio­nal: "Si siempre has actuado conmigo de una forma determinada por qué ahora vas a actuar de otra forma".
Los sistemas legales son normas arbitrarias que la sociedad ha adop­tado para prever unas consecuencias negativas para toda clase de comporta­miento que esa socie­dad desea eliminar. Por otro lado los sistemas del bien y del mal se emplean para manipular psicológicamente los sentimien­tos y el comportamiento de la gente. Los códigos legales se han establecido para poner límites al comportamiento y zanjar las disputas entre la gente. Pero a menudo se confunden los sistemas del bien y del mal con los códigos lega­les, incluso así lo hacen los propios jueces. Creencia irracional: "Aunque eso no lo dice la ley, está mal hecho".
Cuando se emplean sistemas basados en los conceptos del bien y del mal, se provocan como consecuencia sentimientos de culpabilidad.

Derecho asertivo II)  No tenemos por qué explicar nuestro comporta­miento a los demás para que éstos decidan si es acertado o erróneo, correc­to o incorrecto. Por supuesto los demás siempre tendrán la opción asertiva de decirnos que no les gusta lo que hacemos. Creencia irracional: "Se es mejor persona si se dice a los demás lo que hacemos y/o pensamos".
Cada vez se da con mayor frecuencia el hecho de dar razones o explica­ciones sobre nuestros comportamientos, sobre nuestras tomas de decisiones. Así, muchos padres se ven obligados a decirles a los niños, por ejemplo, el por qué les castigan, por qué no les dejan salir hasta determinadas horas, etc, etc. Existe la creencia social de que cuantas más razones demos a nuestros hijos, mayor es la comunicación, somos más dialogantes, mejores padres, más razonables, etc. Y esto por experiencia, les demuestra a los padres, que muchas veces, a nivel efectivo y práctico, no les da ningún resultado.
Un día un amigo, Manolo, que tenía una hija de trece años, me decía: "Tuve una discusión con mi hija Susana, porque decía que por qué no la dejaba venir más tarde de las 10, ya que si ellos (los padres) se iban algunas noches a cenar por ahí hasta las tantas, por qué ella no lo podía hacer igual, y que, al mismo tiempo, los padres de su amiga la dejaban hasta más tarde". La traducción de estas palabras en la cabeza del padre habrían sonado así: "No entiendo como tú que te las das de padre progre y de tratar a tus hijos por igual, actúas así. Cuando en realidad eres menos dialogan­te, puesto que a mis amigas las dan más libertad". Es decir, trató de hacerle sentir culpable. Al final la contestación fue: "Cuando seas padre, comerás huevos". Pero no cabe duda que, yo conociendo a mi amigo Manolo, percibí que sí se sintió culpable porque él quiere ser un padre dialo­gante con su hija, y no imponerle las cosas porque sí, sino por alguna razón, y de esa forma demostrar a su hija que la trataba en condiciones de igualdad y no de autoridad, pero la comunicación directa podía haber sido (que así lo sentía): "No tengo intenciones de que mientras tú estás por ahí por la noche, estar yo con la preocupación de si te habrá pasado algo o no". Y de esta forma aceptar sus limitaciones, en cuanto a sus miedos personales con todas sus consecuencias. Ahora tiene asumido que no por privar de vez en cuando a su hija de algunas cosas y por dejar de darle explicaciones en algunos momentos es peor padre. Creencia irracional: "Cuantas más explicaciones y más hablemos con nuestros hijos, mejores padres seremos".
Por ejemplo, cuando un dependiente pregunta a un cliente que va a devolver un par de zapatos: "¿Qué defecto encuentra a esos zapatos?", da a entender sin de­cirlo que parece fuera de lo corriente que a alguien puedan no gustarle los zapatos en cuestión. De esta forma el dependiente formula el juicio de que el cliente debe tener una razón para rechazar los zapatos que resulte convincente para él (creencia irracional). Si el cliente deja que el depen­diente decida que debe haber alguna razón para que no le gusten los zapa­tos, se sentirá ignorante. Al sentirse ignorante, el cliente probable­mente se cree­rá obligado a explicar por qué no le gustan los zapatos. Y si expone sus razones, el cliente autoriza al dependiente a darle razones igualmente válidas por las que deberían gustarle. Según cuál de los dos acierte o tenga la habilidad de dar más razones, hay probabilidades de que el cliente se quede con los zapatos que no le gustan, como indica el siguiente diálo­go:
DEPENDIENTE: ¿Por qué no le gustan estos zapatos?.
CLIENTE: No me gusta ese tono gris.
DEPENDIENTE: ¡No diga! ¡Si es el color que hace más juego con el tono del vestido que lleva!
CLIENTE: No, pero me están demasiado holgados y la tira del talón se baja continuamente.
DEPENDIENTE: Eso se lo arreglamos buscándole uno más a su medida.
CLIENTE: Pero mire es que además me aprietan en la puntera.
DEPENDIENTE: ¡No se preocupe! ¡No hay problema! Se lo ensanchamos en el acto.

Derecho asertivo III) Por más que podamos desear el bien para otros, no está en nuestras manos crear estabilidad mental, bienestar o felicidad para los demás. Podemos complacer a alguien temporalmente haciendo lo que él o ella desea, pero esa persona deberá cargar sobre sus propios hombros todo el esfuerzo, el sudor, el dolor y el miedo al fracaso necesarios para ordenar su propia existencia con miras a la salud y la felicidad.
Tenemos la creencia infantil de que existen ciertos deberes con respecto a algunas cosas e instituciones más grandes que nosotros, creadas por grupos de otras personas para dirigir la tarea de vivir. Y debemos de sacrificar nuestros propios valores para impedir que esos sistemas se de­sintegren. Si en nuestras relaciones con esos sistemas se plantean proble­mas, esos problemas serán nuestros y de ningún modo imputables a los siste­mas. Por ejemplo, en los matrimonios puede darse la manipula­ción, por parte de uno de los cónyuges, de hacer sentirse culpable al otro con la ame­naza de que se puede romper la institución familiar si se mantiene en sus comporta­mientos.
En las relaciones comerciales los dependientes pueden a menudo tra­tar de conseguir que un cliente renuncie a sus quejas sobre una mercan­cía defectuo­sa, di­ciéndole: "Hay mucha gente que espera ser atendida, por favor deje paso a los demás". De esta forma genera en el cliente un sentimiento de culpabili­dad de ser el responsa­ble de la espera de los demás clientes.

Derecho asertivo IV) Nuestros intereses se modifican con el paso del tiempo y según las condiciones particulares del momento. Y por lo tanto, debemos aceptar la posibilidad de que cambiar de parecer, de opinión o de criterio es algo saludable y normal. El problema es que cuando cambiamos de parecer otras personas se pueden opo­ner a tal cambio mediante una manipula­ción basada en las creencias infantiles que nos han inducido: "No debes cambiar de parecer una vez que te has comprometido. Si cam­bias de parecer hay algo que no marcha como debiera. Debes justificar tu nueva opi­nión o reconocer que estabas en un error. Si te equivocas una vez, demuestras que eres un irresponsable y que es probable que vuelvas a equivocarte y plan­tees proble­mas. Por consiguiente, no eres capaz de tomar decisiones por ti mismo".

Derecho asertivo V): "Quién esté libre de pecado que arroje la pri­mera pie­dra". De está forma Jesús manifestó que no somos perfectos, equivo­carnos forma parte de la condición humana. No obstante podemos ser manipu­lados por otras personas si no reconocemos que los errores son simplemente eso, errores. Tenemos la creencia de que puesto que los errores son "malas ac­ciones", hay que repararlos, y que para reparar­los hay que ejecutar de algún modo "buenas acciones"La creencia infantil es: "No debes cometer errores: Los errores son malas acciones y causan problemas a otros. Si cometes errores, debes sentirte culpable. Es probable que cometas más erro­res y cau­ses más problemas, y por consiguiente no puedes reaccionar como se debe ni tomar las decisiones apropiadas. Otras personas deben regular tu compor­tamiento y decidir por ti, para que no sigas planteando problemas, de este modo repararás el mal que les causaste". La persona no asertiva que es manipula­da, es probable que desarrolle cual­quiera de los siguientes compor­tamien­tos: 1) Niegue su error. 2) Exponga las razones de su error. 3) Trate de quitar importancia al error. 4) Se excuse por haber cometido un error. 5) Derive el error hacia otra fuente (diga que no ha sido él si no otra persona la motivadora). 6) Se sienta culpable por el error y se minusvalore por ello.
En estas situaciones la persona suele mostrar sentimientos de culpa­bilidad, ansiedad o ignorancia.

CONTINUAREMOS.....

JUAN FERNÁNDEZ QUESADA

jueves, 1 de septiembre de 2016

DEFINICIÓN DE ASERTIVIDAD


DEFINICIÓN DE ASERTIVIDAD
Si miramos en un diccionario, veremos que el verbo "aseverar" signifi­ca: declarar o afirmar positivamente, con seguridad, con sencillez o con fuerza. En términos terapéuticos la persona asertiva o aseverativa posee cuatro características:
1) Se siente libre para manifestarse. Mediante palabras y actos hace esta declaración: "Este/esta soy yo. Esto es lo que yo siento, pienso y quiero.
2) Puede comunicarse con personas de todos los niveles, amigos, extraños y familiares, y esta comunicación es siempre abierta, directa, franca y adecuada.
3) Tiene una orientación activa en la vida. Va tras lo que quiere. En contraste con la persona pasiva, que aguarda a que las cosas sucedan, intenta hacer que las cosas sucedan.
4) Actúa de modo que juzga respetable. Al comprender que no siempre puede ganar, acepta sus limitaciones, pero siempre lo intenta con todas sus fuerzas, de modo que, ya gane, pierda o empate, conserve su respeto propio.
Un aprendizaje inadecuado se interfiere en ocasiones con la aserción o la afirmación adecuada. Usted se siente condicionado por ciertos temores. Pueden ser temores sociales, como el verse airado o rechazado; o temores internos, como el temor a la ansiedad, a una manifestación de cólera o a sentir ternura (creencia irracional: "no mostraré mi ternura porque eso es indicio de debilidad"). Cuando uno teme ciertas situaciones tiende a evitar las circunstancias que las producen, inhibiendo así la conducta asertiva y situando la vida más allá del control activo. Es decir, la cadena que se produce es:         


Al evitar o escapar de aquello a lo que siente temor logra por el momento controlar su ansiedad, pero esa conducta actúa como refuerzo o estimulación de la respuesta de ansiedad, manteniéndola. Por lo tanto, el sujeto para corregir su ansiedad debe enfrentar la situación y no desarro­llar dichas conductas evitativas, entre ellas son muy típicas las EXCUSAS y también las MENTIRAS. A veces las mentiras se mantienen bajo la creencia irracional de que "es mejor no decirle la verdad para que no sufra o porque es mejor que no lo sepa". Existen innumerables casos de personas con problemas psicológi­cos, o con intentos de suicidio, que mantienen familias con "paños calien­tes", permitiéndoles todo tipo de comportamientos por temor a que puedan repetir sus intentos de suicidio o sus estados críticos de depresión.
I­magínese que una persona casada teme la situación de que su mujer le llama la atención al llegar a casa tarde, porque ha parado o se ha entreteni­do con un compañero a tomar una cerveza, el miedo a esa situación le produce ansiedad, para contrarrestar la ansiedad la evita engañando, diciendo que está muy agotado por el trabajo, desviando la conversación con otro tema, etc. No ha resuelto el problema, mantendrá su miedo y ansiedad ante esos tipos de situaciones.
Wolpe define la asertividad como "la expresión adecuada de cualquier emoción, que no sea la ansiedad, hacia otra persona". Debido a los temores interperso­nales uno no puede ser capaz de quejarse por un mal servicio en un restauran­te, de contradecir a los amigos con los que no está de acuerdo, de levantarse y abandonar un acto social que le resulta aburrido, de reñir a un subordinado o de expresar afecto, aprecio o alabanza. Su principio de inhibición recíproca dice que "si se puede provocar una respuesta inhibito­ria de ansiedad en presencia de estímulos que evocan la ansiedad, eso debilitará el lazo entre dichos estímulos y la ansiedad". De esta forma se enseña a los pacientes a responder a situaciones sociales con cólera, afecto, o cualquier otra emoción que inhibe o contrarresta la ansiedad.
Por otro lado Lázarus destaca la "libertad emocional", definiéndola de la siguiente forma: "el reconocimiento y expresión adecuada de todos y cada uno de los estados afectivos". Saber lo que uno siente no es suficiente, hay que expresarlo, y expresarlo adecuadamente. La conducta asertiva emerge como ese aspecto de la "libertad emocional" que se refiere a la defensa de los propios derechos. Esto supone: 1) Conocer sus derechos; 2) Hacer algo al respecto; 3) Hacerlo dentro del marco de la lucha por la libertad emocional.
El que no defiende sus derechos tiene poca libertad, se siente incómodo y temeroso y, en su hambre de libertad, puede mostrarse a veces "rencoroso y desagradable", con estallidos fuera de tono. De ahí que de las primeras cosas que debe aprender todo ser humano son sus derechos asertivos y defenderlos. Estos derechos supone el reconocimiento del derecho de los demás y el respeto a los mismos.
Por todo ello el Aprendizaje asertivo ofrece dos supuestos:
1) Lo que uno hace sirve como base para el concepto de sí mismo. Cuanto más defienda sus derechos y actúe de modo que se respete a sí mismo, mayor será su autoestima. Mientras uno actúe asertivamente conserva su autoestima­. Puede fracasar, sentirse desilusionado y frustrado, pero no pierde la esencia de su respeto por sí mismo. Si lo que hizo aumentó su respeto propio, entonces fue asertivo. En caso contrario, no lo fue.
2) Las conductas no existen aisladas, sino que interactúan mutuamente formando esquemas que llamamos: ORGANIZACIÓN PSICOLÓGICA.