Muchas
veces mientras escribía historias, os creía cerca, unidos por un mismo
sentimiento, una pérdida, un temor, un anhelo.
Me
senté en bancos, detuve mis pasos cuando una idea vino a asaltarme, llegué a
despertarme a media noche, cuando las musas quieren hablarte no puedes
despistarte...
y de
pronto la nada, la vida se me quedó en blanco, delante de un folio, en
silencio, con ruido, nada, caminando, durmiendo, viendo vídeos, nada, ni una
idea.
¿De
qué puedo hablar?, del miedo, del amor, de la aceptación, de la frustración,
nada me seducía, palabras, sólo palabras, no sentía nada, como mucho un gran
vacío, caída libre.
Porque
hay días que la nada te llena, que el vaso está medio vacío, y la mente
demasiado llena, llena de pena.
Y
llegué a obsesionarme, piensa, piensa, tienes que contar algo, sal, busca
ideas, mira a los ojos de las personas que te cruzas quizás te inspiren, pero
nada, era desalentador.
Un día pensé ¿qué pasa si no escribes?... nada…
y cuando me senté abandonada en los
brazos de la nada esta empezó a hablarme y me contó las más bellas historias
porque sólo cuando no esperas nada todo te sorprende.
INMA REYERO DE BENITO
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