Ya se ha repetido hasta convertirlo en reiterativo que
las palabras crean realidad y provocan en nuestro organismo cambios incluso a
nivel molecular.
Es interesante practicar el ejercicio de escuchar el
lenguaje que utilizamos en la vida cotidiana con el firme propósito de ser
consciente del nuestro para modificarlo cuando sea necesario.
La televisión y la prensa escrita contribuyen a
fomentar la tendencia a creer que los sucesos son terribles o insoportables con
palabras desacordes con las noticias que comparten.
Por poner un ejemplo reciente un periódico de tirada
nacional sacaba este titular " España elimina a Croacia en un partido
dramático". Si calificamos un partido de fútbol como dramático cuando
perdamos un familiar, nos echen del trabajo, nos diagnostiquen una enfermedad
¿Qué adjetivo le pondremos?
En este caso "dramático" se podría sustituir
por emocionante, con mucho suspense o igualado.
Siguiendo en el marco futbolístico podemos analizar
comportamientos que vivimos a diario en nuestro entorno. Hay personas que solo
se suben al carro cuando vienen bien dadas. Otras se dedican a criticar, a
abuchear a los de su equipo o a insultar parapetados en el anonimato de las
redes sociales; eso sí, cuando les vean consiguiendo sus objetivos dirán que
ellos siempre lo supieron.
En cualquier caso, están dando rienda suelta a sus
propias frustraciones (lo que Juan dice de Pedro dice más de Juan que de
Pedro). Olvidamos que no somos perfectos, todos fallamos. El que esté libre de
pecado que tire el primer penalti o el último…
Puede fallar un cirujano, un piloto, falló el profesor
de Einstein que le invitó a irse del colegio porque "nunca iba a llegar a
nada". En todo caso falla el que lo está haciendo.
Una vez más, no podemos elegir la situación, pero sí
nuestra actitud. Tenemos varias opciones que nos convertirán en personas
coherentes y responsables; dejar de seguir el fútbol hasta que se juegue como
nos gusta y con los deportistas que creemos más capacitados en cada puesto;
formarnos como entrenadores o árbitros para ocupar su lugar; animar a otro
equipo que consideremos más afín a nuestros gustos.
Si nos decantamos por opinar que sea para sumar y
desde dos principios innegociables, que me gustaría fueran inherentes al ser
humano: la empatía y la humildad.
INMA REYERO DE BENITO