El último fin de semana de octubre se produjo en León un apasionante fenómeno. Varias hormigas llegaron desde distintas direcciones con un objetivo común, comprenderse para liberarse. Se movían de forma desorganizada, imprecisa para su especie, era algo extraño. Parecían despistadas entre laberintos de escaleras y pasillos sin salida. Poco a poco desembocaron en una sala. Decidieron invadirla y asentar allí su hormiguero.
Entre nervios, ojos chispeantes y caras de emoción
llegaron los primeros abrazos.
Al fondo una hormiga levantando la mano consiguió que
se hiciera silencio, el resto tomaron
sus puestos. Era la hormiga reina sin duda. Empieza a hablar de Dones, de
Talentos. De soltar, no te quedes con nada ¡Suéltalo! Se siente pletórico y
habla, y habla. Unas hormigas asienten con la cabeza, otras bostezan, dos al
fondo comentan entre ellas, varias toman notas en folios en blanco.
Habla de pizarras con un punto negro, de monos
aferrados a bananas y un elefante atado a una estaca. Habla de que la verdad es
el encuentro, de callejones sin salida, de aceptación. Habla de echarle valor a
la vida. También, por supuesto, hace muchas preguntas. Muchas. Ante una de
ellas ¿Qué quieres en tu vida? surgen algunas dudas, Rita lo tiene claro:
quiere un caballo.
En ese momento entra en escena Joan, con cuerpo de
adulto y alma de niño viene dispuesto a divertirse al hormiguero ¡Qué puñetas!
Pone énfasis en el afecto y la escucha. Nos invita a ayudar desde la libertad,
no desde nuestras necesidades. Para él lo más importante es salir de nosotros
para conocer a los demás y de este modo conocernos a nosotros mismos.
A la orden de "media hora de descanso" las
hormigas se disponen en hileras. La coordinación es perfecta; cafés, pastas,
hojuelas, magdalenas, fruta, bombones.
Y la hilera vuelve a formar y se convierte de nuevo en
hormiguero. Y la hormiga reina habla de renunciar para crear y habla de ley de
atracción y habla de que somos creadores de significado. Y habla y habla. Y
Rita sigue queriendo un caballo.
A ratos las hormigas se reúnen en grupos más pequeños
en los que se estrechan los vínculos y se intensifican las emociones. Los
tímidos hablan, los bromistas se vuelven sensibles, los perfeccionistas se
relajan. Los que prefieren escuchar comparten. Los silencios gritan y las
miradas hacen hogar.
Qué bonita la vida con la puerta siempre abierta y la
luz siempre encendida para un amigo más.
Se brinda por los de aquí, por los de allá, por los
que no están y por los que vendrán.
Las charlas a punto, el arroz en su punto. Si somos
los mejores se dice y punto.
INMA REYERO DE BENITO
Una simpática crónica de nuestro encuentro! No sé si somos los mejores, pero somos estupendos y disfrutamos al máximo de la vida y de las buenas compañías. Gracias Inma.
ResponderEliminarGracias compi, si lo lo somos estamos en proceso. El viaje es lo mejor💋
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