jueves, 28 de abril de 2022

REFLEXIONES Y SALUDOS DE JOAN

 


Queridos amigos de Dones y Talentos.  

Fue motivo de satisfacción volver a saludaros y participar de nuevo en unas entrañables jornadas con motivo del segundo intensivo. Desearos al mismo tiempo hayáis pasado unos excelentes días de Semana Santa, por fin, en plena disponibilidad de vuestro tiempo de ocio.   

Desde mi condición de psicoterapeuta, dentro del marco psicoanalítico, me ha permitido observar y valorar los motivos o comportamientos negativos por los que los humanos entramos en conflicto con nosotros mismos, y con nuestros semejantes.   

Deseo compartir con vosotros unos puntos de vista relacionados con el crecimiento y desarrollo personal. No olvidemos que los temas tratados en el libro, Conocerme para evitar el sufrimiento innecesario, favorecen la introspección personal, es decir; nuestro conocimiento interior porque, sin el mismo, improbablemente alcanzaremos la mayoría de edad evolutiva o, lo que es lo mismo, la plenitud interior: eso que llamamos la "felicidad". Integrar el contenido de ese libro posibilitará transformarnos en un nuevo ser.  

En los libros publicados como en las charlas en las que intervengo, inevitablemente, aparecen unos valores o temas que se repiten, cuya integración favorecerá, sin duda alguna, nuestro proceso evolutivo. Dichos valores son los siguientes: la comprensión, la escucha, la aceptación, la tolerancia, el trato humano y humilde, la consideración y el respeto, la cercanía, la demostración de los sentimientos, entre los positivos (como los más significativos) y, entre los negativos: desterrar el ego, el egoísmo, la prepotencia, la soberbia, considerarnos seres superiores, la agresividad fruto de nuestra inmadurez en sus diversas versiones, vivir autistamente, la deshumanización como  exponentes de unos valores  negativos que debemos evitar.  

Recordemos que quién no haya interiorizado el significado de esos valores, y no cobre conciencia de la importancia que de ellos emana- los positivos como de los negativos-, improbablemente podrá alcanzar la "paz y la plenitud interior" porque, justamente, la no integración de ellos, es y será motivo de sufrimiento y de desventura personal. No lo olvidemos.  

En mi opinión, esos valores expuestos, son y han de ser considerados como base sobre la que debe sustentarse la psicología en sus primeros pasos, como de punto de partida necesario e indispensable, si deseamos conseguir un valorable grado evolutivo. Posteriormente, podremos aportar otras técnicas que nos ayuden a crecer como seres humanos, pero “adolecerán de una base”, bajo mi personal punto de vista, si no se sustentan sobre dichos valores tan fundamentales, inseparables e imprescindibles para conseguir ese bienestar altamente deseado.    

Cómo psicoterapeuta tengo mi línea personal en la que creo profundamente (existen otras, cómo no), que no es otra que la del conocimiento interior y crecimiento personal, sin los cuales, improbablemente lograremos desprendernos de tanto sufrimiento inútil como estéril.   

Considero que ese conocimiento y crecimiento personal son la base necesaria e indispensable si deseamos alcanzar la plenitud y la paz interior, tantas veces repetidas.  

Para mayor comprensión de lo expuesto, recomiendo la lectura del tema nº. 27, Por un mundo mejor, del último libro publicado Sentir es Vivir, presentado en el segundo intensivo. Nos aporta diez puntos clave si deseamos alcanzar lo más próximo a eso que llamamos la "plenitud interior". Quien los obvie, se asemejará a ese medio-caminante en su proceso evolutivo: improbablemente alcanzará su/la meta.  Es decir; su plenitud personal.   

Recordemos que nuestro conocimiento interior – somos nuestro gran desconocido- nos hará superar las situaciones adversas, entre ellas, los miedos, esos que tanto nos inmovilizan ante una nueva situación y nos privan de nuestra libertad personal: de ser, de estar, de pensar y de vivir en libertad y plenitud.   

Ignorar la importancia que tienen esos valores o temas expuestos -comprensión, tolerancia…-, se asemejará a esa mesa a la que le falta una pata: valores que tan repetida e insistentemente intento aportar en todos los libros o charlas; son los que facilitarán nuestro conocimiento interior. QUIEN NO INTERIORICE ESOS VALORES, TENDRÁ UNA ASIGNATURA PENDIENTE.  IMPROBABLEMENTE ALCANZARÁ SU PLENITUD PERSONAL O EXISTENCIAL.  

No olvidemos el contenido del libro: Conocerme para evitar el sufrimiento innecesario.          

NUESTRO CONOCIMIENTO INTERIOR NOS CONVERTIRÁ EN SERES LIBRES DE QUERER, DE PENSAR, DE RELACIONARNOS, DE VIVIR, DE ACTUAR...  

Vuestro amigo. Abrazos.  

Joan  

 

martes, 19 de abril de 2022

COMO LA VIDA MISMA – EL AMOR A LA SABIDURÍA

 


Mi profesor de filosofía de COU era un incomprendido. Con la amenazante presencia de la selectividad en ciernes, sus alumnos no acabamos de comprender por qué se pasó días y días “atascado” en una frase del preámbulo de la primera lección del libro: “La filosofía nació en Grecia en el siglo VI a. C.”. A pesar de todos sus esfuerzos, me ha costado darme cuenta de la importancia de este hecho particular.

Hasta ese momento los seres humanos atribuían a los dioses el control de la naturaleza y de sus propios destinos, entendidos como fuerzas externas que había que “propiciar” con ofrendas y sacrificios. En egipcio, por ejemplo, no había palabras diferentes para designar a Ra y al sol, a Nut y al cielo.

En ese contexto, plantearse que un elemento físico sustentara toda la creación y unas fuerzas no visibles generaran las relaciones entre las distintas apariencias de la materia, era absolutamente revolucionario. Sorprende el parecido entre la teoría del atomismo de Leucipo y Demócrito con la moderna física; pero en este caso, como en tantos otros, lo importante no es lo acertado de la respuesta, sino la audacia intelectual de formularse determinadas preguntas.

Esa curiosidad llevó a los filósofos a estudiar los valores humanos por medio de la ética, las relaciones sociales a través de la política, el comportamiento humano con la psicología, la enseñanza con la pedagogía… Todas ellas palabras heredadas del griego. Pero sobre todo a fomentar la libertad de opinión, el diálogo como punto de encuentro, la diversidad de opciones válidas y la participación activa del individuo en la vida pública. Y esas actitudes y conocimientos han llegado a nosotros a través de una cadena ininterrumpida de “amantes de la sabiduría”.

Sin embargo, cada vez que nos proponemos “reformar” el sistema educativo disminuye la presencia de la filosofía y con ella del pensamiento crítico; la historia se menosprecia negando el acceso de los jóvenes a sus raíces más profundas y se reduce el contenido de las lenguas y las humanidades en el currículo (palabra derivada de ese latín que ya nadie estudia).

Por más que parezca rechazarla, cualquier ideología se fundamenta en una filosofía, un sistema de pensamiento dirigido a un fin. En este caso, al parecer, a crear individuos ignorantes y sin capacidad de esfuerzo, fácilmente manipulables. Y a encumbrar a unos líderes que sólo piensan en su interés y se precian, como los sofistas, de poder defender con igual eficacia una idea y su contraria, considerando lícito cualquier medio que les permita alcanzar sus objetivos.

Puede que los políticos puedan proponer un sistema educativo, pero en democracia el poder reside en el pueblo y aún estamos a tiempo de movilizarnos para defender una educación humanista y de calidad. Y está en nuestras manos vigilarnos a nosotros mismos para no dejarnos dirigir como borregos por las consignas de los medios de comunicación y las redes sociales, sino fomentar la lectura reflexiva, la conversación abierta, el conocimiento directo de los hechos y el acogimiento respetuoso de lo diferente, intentando comprenderlo y aprender de ello en lugar de obviarlo, suprimirlo, censurarlo o perseguirlo. La pasividad es muy cómoda, pero tiene consecuencias, en el presente y en el futuro. ¿Vamos a conformarnos con criticar o buscaremos una forma de fomentar el estudio, la reflexión personal y la libre circulación de ideas en nuestro entorno, manteniendo la herencia de nuestros ancestros y entregándosela, enriquecida por nuestras aportaciones, a las siguientes generaciones de seres humanos?

 

Ana Cristina López Viñuela

 

viernes, 8 de abril de 2022

EL RINCÓN DE INMA – SENTIR, MI RUTINA FAVORITA

 


Los domingos por la mañana me gusta salir a caminar. La ruta es casi un ritual. Salgo de casa, llego a la entrada del parque de La Granja y busco en la hilera de colores las piedras que coloqué con dos buenas amigas en honor a mi madre. Casi dos años sin faltar casi nunca. Al llegar me quito los auriculares y hablo con ella. Allí, al cobijo de un árbol y con un permanente coro de pájaros, dialogamos, yo con palabras, ella en silencio; qué importantes son los silencios. 

 

Le cuento los planes de la semana, los buenos para que se alegre, y los menos buenos para que me dé fuerza, para que alivie el cansancio de las semanas que pasan y a veces pesan, para que las visitas al hospital acaben con sonrisas y un café con donut, para que sus seres queridos y los míos sigan adelante.  Después, un par de oraciones, que tenía la pena de que nadie rezara por ella. Me llevo la mano al corazón, me coloco el auricular y ya, en dirección a la Candamia, me siento más ligera.

 

El camino que es siempre el mismo, es siempre diferente y el paisaje también. El último día observando el azul del cielo mientras se escapaba la nieve, vi un rayo de sol que se filtraba hasta el suelo. No tuve duda, allí estaba mi madre. Y está en las flores, en las velas y en el plato de patatas fritas hasta arriba, que me comía con las manos, mientras no paraba de hablar. Aunque todo es “contigo pero sin ti”, me sigue encantando comer patatas fritas con las manos, mamá. Ya de regreso a casa, me preguntaba dónde nos verán cuando no estemos y cómo queremos ser recordados.

 

INMA REYERO DE BENITO