viernes, 8 de abril de 2022

EL RINCÓN DE INMA – SENTIR, MI RUTINA FAVORITA

 


Los domingos por la mañana me gusta salir a caminar. La ruta es casi un ritual. Salgo de casa, llego a la entrada del parque de La Granja y busco en la hilera de colores las piedras que coloqué con dos buenas amigas en honor a mi madre. Casi dos años sin faltar casi nunca. Al llegar me quito los auriculares y hablo con ella. Allí, al cobijo de un árbol y con un permanente coro de pájaros, dialogamos, yo con palabras, ella en silencio; qué importantes son los silencios. 

 

Le cuento los planes de la semana, los buenos para que se alegre, y los menos buenos para que me dé fuerza, para que alivie el cansancio de las semanas que pasan y a veces pesan, para que las visitas al hospital acaben con sonrisas y un café con donut, para que sus seres queridos y los míos sigan adelante.  Después, un par de oraciones, que tenía la pena de que nadie rezara por ella. Me llevo la mano al corazón, me coloco el auricular y ya, en dirección a la Candamia, me siento más ligera.

 

El camino que es siempre el mismo, es siempre diferente y el paisaje también. El último día observando el azul del cielo mientras se escapaba la nieve, vi un rayo de sol que se filtraba hasta el suelo. No tuve duda, allí estaba mi madre. Y está en las flores, en las velas y en el plato de patatas fritas hasta arriba, que me comía con las manos, mientras no paraba de hablar. Aunque todo es “contigo pero sin ti”, me sigue encantando comer patatas fritas con las manos, mamá. Ya de regreso a casa, me preguntaba dónde nos verán cuando no estemos y cómo queremos ser recordados.

 

INMA REYERO DE BENITO

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