La mayoría de las
dependencias son un problema de nuestra sombra, es una búsqueda desorganizada de
nuestra parte oscura. Creer que el alcohol, internet, las drogas, el sexo,
etc., es malo, es una forma infantil de
achacar la culpa (mejor responsabilidad) a aspectos externos, quitándonos responsabilidades a nosotros
mismos. En todo conflicto debe haber un proceso integrador entre nuestra parte
inconsciente y nuestra parte consciente. Nuestra parte equilibrada con alguna
de las dependencias, tiene que reencontrarse con nuestra parte adictiva
inconsciente.
En nuestra sombra también encontramos nuestras creatividades, potencialidades ocultas. Cuando las
incorporamos al consciente, aflora una vitalidad intensa y contamina de
inspiración nuestra vida de forma general.
Una falta de incorporación
de nuestras zonas, que hemos catalogado como “oscuras”, en nuestra vida,
rechazándolas, en lugar de aceptándolas forzará a que se produzcan proyecciones
sobre los demás, provocando una falta de percepción real. Cualidades y aspectos
que hemos rechazado serán atribuidos a otros (lo que Jung denominaba “máscaras”).
De esta forma lo que vamos haciendo es despreciar, temer o idealizar a otros.
Esas proyecciones serán nuestros propios miedos. De ahí, podemos entender que
una persona en conflicto estará luchando contra sí mismo constantemente. Las luchas contra otros, son luchas
personales.
Cuando proyectamos nuestros
defectos o debilidades sobre los demás, esos otros se convierten en “insoportables”
“en desagradables”. De ahí que una buena
forma de identificar nuestros miedos es prestando atención a nuestras
reacciones desorbitadas hacia otros.
Jung consideraba que tomar
conciencia de estas proyecciones sobre los demás y la acogida hacia uno mismo
producía una mejora de las relaciones interpersonales y un beneficio a toda la sociedad.
QUIEN REINTEGRA SU SOMBRA AYUDA AL MUNDO.
Decía Jung: “La sombra es un problema moral que desafía
al conjunto del ego de la personalidad. Porque nadie puede llegar a ser
consciente de la sombra sin realizar un esfuerzo moral considerable. Llegar a
ser consciente implica reconocer como presentes y actuales los lados sombríos
de la persona”.
Un discípulo de Jung, Erich
Neumann, decía que la conciencia moral, en los estadios primeros es una simple obediencia
a las reglas y códigos morales transmitidos por el entorno y de forma más
explícita por la familia. Pero todo sujeto tiene que avanzar en esta conciencia
moral, porque todo este conjunto de normas morales favorece un tipo de
comportamientos en detrimento de otros. Por ejemplo, la sociedad capitalista en la que
vivimos fomenta la competitividad, el individualismo, la ley del más fuerte, en
detrimento de un tipo de sociedad comunitaria. Pero si prestamos atención al
mundo de los animales, son los seres que viven en comunidad o con un gran
sentido de ésta, los que sobreviven mejor. No tiene sentido que tengamos un
cerebro con una gran capacidad verbal, COMUNICADORA (para interrelacionarnos) y
no tengamos un modelo más comunitario que individual de vida. Es decir, esa
conciencia moral va en contra de la propia identidad del sujeto.
Estas concepciones tan
desarraigadas de lo que el ser es producen unas erróneas conciencias morales.
Tenemos un buen ejemplo con el conflicto judío con su ley del talión del “ojo
por ojo y diente por diente”, que como decía Ghandi: “Seguid así y tendréis un mundo sin ojos y sin dientes”. Estas
concepciones morales tienen mucho que ver en el tipo de sombra formada, con
prejuicios morales rígidos, descalificaciones, en síntesis un mundo dividido en
“buenos” y “malos”.
Espero que la lectura haya sido de tu agrado.
Un abrazo.
Juan Fernández Quesada.