viernes, 14 de agosto de 2020

JOAN SÁNCHEZ-FORTÚN - ¿SENTIMOS O RACIONALIZAMOS?


  

  

Los platillos de la balanza están equilibrados cuando soportan idéntico peso. Al aumentar o disminuir el peso en uno de ellos, se descompensan. El sentimiento, como el raciocinio, se asemejan a esos platillos de la balanza evolutiva de nuestra vida. Cada uno de ellos tiene un peso específico en nuestra forma de relacionarnos y de vivir. Vendrá dado en función de los valores y evolución adquiridos: a mayor evolución, obtendremos más libertad en la demostración de los sentimientos; menos necesidad de racionalizar o de pensar. 

 

Sentimos o racionalizamos: esta puede ser la cuestión.  Cuando vivimos y nos relacionamos básicamente desde el sentimiento como forma de vida, probablemente, será por la libertad de palabra y de acción que proporciona la madurez adquirida. Nos convertimos en "seres libres". 

 

Por el contrario, cuando el raciocinio tiene un peso importante en nuestras vidas, puede ser la consecuencia de nuestras inseguridades o temores en acertar o en errar; por lo tanto, este raciocinio lo viviremos más como  un mecanismo de defensa o represor ante la  equivocación o la duda que, como un acto de pensamiento natural  en libertad. 

 

¿Podemos vivir sin pensar y sin racionalizar tanto? Anteriormente, deberíamos de plantearnos cuál es nuestro grado evolutivo y de madurez alcanzados; posteriormente, obtendremos la respuesta. 

 

La persona más evolucionada, se conoce más a sí misma y a sus límites -este último es importantísimo-. Donde el miedo no perturba su libertad en la expresión de los sentimientos o de sus actos. La serenidad y el equilibrio emocional que proporciona la madurez alcanzada, son su consecuencia y compañía.  Por lo tanto, ha adquirido unos valores y seguridad en sí mismo, por los cuales se permite demostrar libremente sus sentimientos sin "pensar". Entonces, el pensamiento, está al servicio de ordenar y dar sentido a las palabras. Aquí acaba su función: no censura. 


Cuando el raciocinio preside nuestras vidas puede ser, entre otros, por estos conceptos. Uno; aquellas personas donde su personalidad de base es calculadora, necesitan tenerlo todo controlado y revisado y, dos; donde su inseguridad, consecuencia de su involución o inmadurez, hace que el raciocinio se convierta en el altar o en el sentido de su vida. Todo pasa por la censura. 

 

Tenemos ante nosotros los platillos de la balanza evolutiva. El hecho diferencial viene dado por la proporción o peso que tenemos en cada uno de ellos: a mayor peso en la expresión de los sentimientos equivale a mayor libertad y seguridad personal o, por el contrario, cuando dicho peso se decanta por el pensamiento o raciocinio, nos indica, mayoritariamente, la presencia de la censura, consecuencia de nuestros miedos e inseguridades. Mediante esta exposición, tenemos ante nosotros los platillos de la balanza evolutiva o espejo en el cuál valorarnos. Evidentemente, este tema admite un amplio debate. 

 

Un cordial saludo.

Joan Sánchez-Fortún

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