Los platillos de la balanza están equilibrados cuando soportan idéntico
peso. Al aumentar o disminuir el peso en uno de ellos, se descompensan. El
sentimiento, como el raciocinio, se asemejan a esos platillos de la balanza
evolutiva de nuestra vida. Cada uno de ellos tiene un peso específico en
nuestra forma de relacionarnos y de vivir. Vendrá dado en función de los
valores y evolución adquiridos: a mayor evolución, obtendremos más
libertad en la demostración de los sentimientos; menos necesidad de racionalizar
o de pensar.
Sentimos o racionalizamos: esta puede ser la cuestión. Cuando
vivimos y nos relacionamos básicamente desde el sentimiento como
forma de vida, probablemente, será por la libertad de palabra y de acción que
proporciona la madurez adquirida. Nos convertimos en "seres
libres".
Por el contrario, cuando el raciocinio tiene un peso importante en
nuestras vidas, puede ser la consecuencia de nuestras inseguridades o
temores en acertar o en errar; por lo tanto, este raciocinio lo viviremos más
como un mecanismo de defensa o represor ante
la equivocación o la duda que, como un acto de pensamiento
natural en libertad.
¿Podemos vivir sin pensar y sin racionalizar tanto? Anteriormente,
deberíamos de plantearnos cuál es nuestro grado evolutivo y de madurez
alcanzados; posteriormente, obtendremos la respuesta.
La persona más evolucionada, se conoce más a sí misma y a sus límites
-este último es importantísimo-. Donde el miedo no perturba su libertad en
la expresión de los sentimientos o de sus actos. La serenidad y el
equilibrio emocional que proporciona la madurez alcanzada, son su consecuencia
y compañía. Por lo tanto, ha adquirido unos valores y seguridad
en sí mismo, por los cuales se permite demostrar libremente sus
sentimientos sin "pensar". Entonces, el pensamiento, está al servicio
de ordenar y dar sentido a las palabras. Aquí acaba su función: no
censura.
Cuando el raciocinio preside nuestras vidas puede ser, entre otros, por
estos conceptos. Uno; aquellas personas donde su personalidad de base es
calculadora, necesitan tenerlo todo controlado y revisado y, dos; donde su
inseguridad, consecuencia de su involución o inmadurez, hace que el raciocinio
se convierta en el altar o en el sentido de su vida. Todo pasa por la censura.
Tenemos ante nosotros los platillos de la balanza evolutiva. El hecho
diferencial viene dado por la proporción o peso que tenemos en cada uno de
ellos: a mayor peso en la expresión de los sentimientos equivale a mayor
libertad y seguridad personal o, por el contrario, cuando dicho peso
se decanta por el pensamiento o raciocinio, nos indica, mayoritariamente,
la presencia de la censura, consecuencia de nuestros miedos e
inseguridades. Mediante esta exposición, tenemos ante nosotros los platillos
de la balanza evolutiva o espejo en el cuál valorarnos. Evidentemente,
este tema admite un amplio debate.
Un cordial saludo.
Joan Sánchez-Fortún
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu comentario aparecerá una vez revisado por el moderador de la página. Gracias.