martes, 1 de septiembre de 2020

COMO LA VIDA MISMA - EL INVIERNO DE LAS RAÍCES

 


El jardín sigue dándome lecciones de vida, ahora en forma de una inmensa raíz de hiedra centenaria, que a pesar de las “perrerías” a las que sometemos a la planta desde hace tres años, eliminando sistemáticamente ramas y hojas para impedirle realizar la fotosíntesis, sigue fuerte y viva. En ella pensaba tras la conversación con una amiga, a cuyo dolor por el reciente fallecimiento de su madre se ha unido el de otros muchos duelos, pospuestos en su día por falta de tiempo y exceso de obligaciones.

Cuando una persona ordinariamente resuelta y activa, que se ha hecho cargo de infinidad de responsabilidades familiares y profesionales, se siente de repente tan sensible que se derrumba  ante cualquier estímulo y cada recuerdo le genera un mar de llanto, la tentación es pensar de sí misma que es débil y tonta, y que vale menos que antes. Pero eso es falso. Cuando nos hacemos una herida hay que dejar correr un poco la sangre limpia antes de que cierre, para que no se infecte. Las lágrimas son la sangre del alma y hay que permitirles salir para poder curarse.

Es normal que en esas circunstancias se te caiga la casa encima y que te sientas incapaz de llevar el más mínimo peso, y eso no te lo digo yo, lo sabe cualquiera que haya pasado por lo mismo. Pero cuando le toca a uno, de nada sirve la experiencia de los demás. Te pueden repetir hasta la saciedad que es una etapa y que se pasará. Que dentro de un tiempo los mismos recuerdos que ahora te hacen sufrir, sólo serán fuente de paz y agradecimiento. Intentan darte consuelo y ánimo, pero en lo más profundo del hoyo, sepultado bajo tanta pesadumbre, no estás receptivo. No te preocupes, confía, ya lo estarás. Mientras tanto, quédate con el amor y la cercanía de los que te quieren.

Cuando llega el invierno la planta envía toda la savia a las raíces, porque no es momento de verdor y frutos. Cuando llegue la primavera estará de nuevo en condiciones de bombear vida. Escucha esa voz que habla en tu interior y te llama a replegarte; cuando estés listo, esa misma voz te indicará los pasos que debes dar para salir del ensimismamiento. Y de nuevo harás planes, y te apetecerá salir, ver gente, emprender actividades. Sigue sólo los consejos que resuenen en tu alma y deja que sea ella la que marque tus tiempos, porque tu vivencia es única y lo que sirve para uno, no vale para otro.

En el momento de la poda, la esperanza de un nuevo resurgir se refugia en la raíz. Cuídala. Aliméntala con silencio, meditación y ternura. Ten paciencia, date un respiro y acepta la ayuda que necesites. Ten fe en que, si permites a la naturaleza hacer su magia, en ese tocón aparentemente seco y mustio, como en el olmo hendido por el rayo que cantó Antonio Machado, la vida se desplegará de nuevo en todo su esplendor.

ANA CRISTINA LÓPEZ VIÑUELA

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