Tarta de la madre de Juan.
Desde que formo parte de esta asociación disfruto
observando desde fuera mis reacciones ante los cambios que ocurren a mi
alrededor, no vaya a ser que caiga el árbol y no escuche el ruido.
Algo tan sencillo como formar parte del grupo de
WhatsApp de cocina produjo en mí una pequeña revolución. Esta también soy yo.
¿Quién no ha nadado con soltura en medio de una tormenta y se ha ahogado a
continuación en un vaso de lágrimas?
Mi mente entró en modo " lluvia de ideas".
-"¿Otro grupo? No, pasa, ¡Qué pereza!". En
paralelo leía a gente disfrutando sobremanera del acontecimiento "¡sí,
genial, méteme! ¡Yo quiero!". Estaba claro que mi entusiasmo y
determinación se habían quedado sin saldo. Decidí esperar.
-"¡Cocina, sí, apúntate! Nunca sabes qué hacer
para comer, me decía mi mente. "¡Ehhh, corrige! De vez en cuando no sabes
que hacer para comer, no es para tanto”.
-" No, no te apuntes, vas a engordar con tanta
receta y tú has elegido alimentarte de forma saludable. "¡Ehhh, frena!.
También se pueden compartir recetas sanas y no es obligatorio que las hagas
todas el mismo día”.
- "¿Qué voy a aportar?, yo no sé hacer
nada". Ufff, para mandarme un rato al rincón de pensar. Desde los
dieciocho años viviendo fuera de casa, once años como autónoma en un bar, tres
hijos. De juzgado de guardia, mi pensamiento. En fin, dos tazas de compasión
para ti, bonita.
Compartir mesa con vosotr@s inclinó la balanza a
favor; se me pasa por la cabeza escribir "dime cómo comes y te diré quién
eres". Si convives, ¿Esperas para comer? ¿Respetas los gustos de los
demás? ¿Aprovechas para conversar? Si tomas una ración diaria de noticias,
mejor en otro momento, no hagas de la tele la protagonista. Si vives contigo
(que nunca sol@), mímate, nada de sobras o lo primero que pilles, eres la
persona más importante de tu vida, recuérdalo siempre.
Al final, ganó el pensamiento racional y ya desde
dentro empecé a dar vueltas a lo que podía compartir. ¿Veis? Se puede pasar de
preocuparse a ocuparse.
Durante muchos años he practicado una "cocina de
supervivencia", tampoco ayuda que mido "a ojo", echo lo que
lleve, añado "pizcas", lo dejo al fuego "un rato"; nunca he
sido de calibrar; la cebolla la pocho "hasta que pierda la dignidad"
(esta frase es de la abuela de Carmen Camacho, una escritora que os
recomiendo).
Al igual que la mayoría de las facetas de la vida, la
cocina no es un territorio de certezas, los únicos ingredientes que no fallan
son el fuego lento y el amor.
Cuando a una persona se le da algo bien decimos que
tiene buena mano, veo más preciso decir que tiene " tiene buen amor".
¿Os dais cuenta? Los ingredientes están ahí para
todos. Así se cocina la vida. Así la hacemos tierna, dulce, melosa, crujiente,
picante. La hacemos vuelta y vuelta, poco pasada, la comemos con los ojos, la
servimos al punto o se nos pega.
Hay quien la comparte con risas y mantel, hay quién la
pasa a tragos, la congela o la almacena en tupper, que se acaban estropeando.
A otros se les atraganta, a veces se les pasa, o arden
con ella. Unos la espesan o la aligeran, el caso es estar en todas las salsas y
que no falte la miga por si nos queda de toma pan y moja.
La vida no es para llevar, se come aquí.
INMA REYERO DE BENITO
Me encanta tu escrito ,yo también quiero comerme aquí la vida y ser de plato grande. Y que no falte un rico postre al final de cada comida.
ResponderEliminarCome, en el día a día, esencias, que te alimentes bien, no comas orgullo, ni vanidad, ni odio, ni competitividad, ni miedo, ni culpabilidad, todo eso te hará pesada la digestión, el resto, te hará un ser ligero. Gracias, Inma.
ResponderEliminarEso es Juan, gracias por darnos ingredientes para una buena nutrición y por el título que " me lo comí" 😂😂
ResponderEliminarMuchas gracias por compartir tus conocimientos y pensamientos.
ResponderEliminarPara mi comer sano es comer con la cabeza bien puesta y el corazón agradecido.
ResponderEliminarLuis
ResponderEliminarExcelente reflexión