sábado, 30 de enero de 2021

JOAN SÁNCHEZ FORTÚN - LA PALABRA Y LA ESCUCHA

 




Con cierta frecuencia hablamos de la importancia que tiene la palabra en la relación humana. En nuestra cultura, decimos ser el vehículo ideal por el cual tenemos a bien comunicarnos.  De tal modo debería ser, cuando la cruda realidad bien pudiera darnos una perspectiva un tanto negativa y diferente en el arte de la comunicación. 

Inmediatamente después de lo expuesto, surge esta reflexión: ¿De qué sirve la palabra sabia y ponderada si previamente desconocemos la importancia que tiene el arte de la escucha?  A partir de esta premisa, la palabra cobra un sentido y significado en una dimensión suprema y maravillosa cómo es la compatibilización de unas artes tan necesarias e imprescindibles en nuestra sociedad, mediante las mismas, la especie humana puede llegar a ofrecerse a sí misma: el arte de la palabra junto al arte de la escucha tan necesarios en la comunicación verbal y la escucha responsable. 

A partir de estas artes, estaremos más capacitados en el camino del entendimiento donde la palabra, al ser escuchada y sentida, fomentará esa senda tan necesaria y fecunda como es la del encuentro entre los humanos, pues, ahora sí, la palabra se convertirá en ese vehículo ideal al servicio de un mundo más comunicativo e integrador: los desacuerdos serán dialogados y razonados- serán escuchados- antes de ser motivo de enfrentamientos. Desde la madurez que proporciona la evolución, estaremos más capacitados en aceptar -palabra mágica- las situaciones de desencuentro. 

Recordemos que la palabra puede llegar a alcanzar un gran poder en la relación humana en su doble función: conciliadora o creadora de graves conflictos.  El hecho diferencial vendrá dado por el grado de madurez alcanzado por los interlocutores. El crecimiento personal, que proporciona la evolución, será ese contrapunto al egoísmo y actitudes desestabilizadoras donde, por nuestra inmadurez, los convertimos en los grandes enemigos del diálogo razonado e integrador. 

La parábola de la pared: Por más que nos empeñemos en hablar con una pared, improbablemente nos escuchará: no oye ni escucha; nada siente, nada retrasmite, le somos indiferentes. Improbablemente podrá sentir ni retrasmitir afecto, por más esfuerzos que realicemos. Volvemos a repetir: no tiene oídos, por lo tanto, no escucha, nada siente, nada retrasmiteLe somos absolutamente indiferentes. 

Evitemos ser como esa fría e insensible pared, la que demuestra desprecio e indiferencia por las personas y su problemática.   No olvidemos su existencia vacía de sentimientos por si, en el futuro, nuestros oídos se endurecen.  Recordemos aquel día en el que, estando necesitados de ser escuchados, unos oídos "amorosos" nos prestaron su cálida y benefactora dedicación y atención ante una situación conflictiva. No olvidemos a quiénes necesitan de "unos oídos de consuelo". No lo olvidemos… No lo olvidemos a pesar de… 

Beneficios de la escucha. Es un acto evolutivo y de madurez. Crea puntos de encuentro, afectivos y de cercanía. 

Inconvenientes de la no escucha. Nos incomunica y aísla del mundo externo; potencia nuestra ignorancia al tiempo que fomenta un preocupante grado de autismo.  

¿Por qué no escuchamos?  Por vivir cegados e incomunicados en nuestro mundo interior; por la pesada carga que soporta nuestra mochila por problemas irresueltos y, por nuestra indiferencia o incapacidad en el arte de la escucha -entre otros factores-.  

-Mostrar desprecio por la palabra ajena, es sentir desconsideración por la persona. 

-Improbablemente podremos crear una corriente afectiva y de cercanía a quiénes desconocemos por nuestra incapacidad e indiferencia en la escucha. 

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