4-No al egoísmo
Este no al egoísmo será cómo esa luz mágica que nos ilumina en la
oscuridad; facilitará discernir entre las conductas éticas o perversas.
Propicia la paz y el bienestar entre los humanos: quién esté tocado por este
don, cooperará grandemente a la construcción de un mundo mejor del que
estamos tan necesitados. Estas sencillas palabras intentan retrasmitir el gran poder beneficioso que tiene para
la humanidad la erradicación del egoísmo: el origen de tanta desgracia,
sufrimiento y maldad.
Debemos recordar que el egoísmo es uno de los "valores negativos
" más destructivos en la esencia de la persona, así como de la
concordia y de la relación humana, dónde por un valor material o por actitudes
egoístas los humanos malvendemos nuestra alma al "diablo". Estas
breves líneas intentan definir el gran
poder destructivo que ejercen a quién del egoísmo hace el sentido de su
existencia.
El deseo de poseer aquello que honestamente no nos pertenece, nos hace
desarrollar unos falsos mecanismos en que "apoyarnos" para
justificar indebidamente la obtención de unos valores materiales o
valiosos, cómo pueden ser: el autoengaño, para convencernos de "nuestra
razón"; apoyarnos deliberadamente en la mentira para obtener perversamente
unos beneficios; la invención de unas ideas alejadas de la realidad cómo de
cualquier otro motivo o causa que justifique la acción egoísta que vive en
nosotros.
¡Cuántos conflictos familiares tienen por origen el reparto de una
herencia, dónde los hermanos son los actores principales de tales disputas!
Hablamos de hermanos, poseedores de idénticos vínculos
sanguíneos.
El egoísmo, por el egoísmo de obtener mayores beneficios, aunque sean
injustificados, ¡cuántos conflictos provocamos en primera persona! ¡Cuánto
camino nos queda por recorrer en nuestro proceso personal y evolutivo
hasta qué, por fin, un día cobremos conciencia de que su práctica se convierte
en ese indeseable compañero de viaje, llamado egoísmo, principal
responsable de tanto drama personal y social, para que lo erradiquemos de
nuestras vidas si realmente queremos contribuir a ese deseado mundo
mejor!
Por el egoísmo de poseer lo que no nos pertenece, cómo el dinero, los
humanos robamos, matamos y nos desahuciamos moral, ética y emocionalmente.
Recordemos que el egoísmo nos conduce a la pérdida de nuestros valores y
del principio de realidad, siendo el origen de infinidad de conflictos:
bajamos a nuestros más oscuros fondos, dónde la indignidad pervive sobre lo
ético, honesto y razonable.
El sentido de lo expuesto tiene por objeto hacernos cobrar conciencia de
cómo este solo valor- el egoísmo- marca profunda y negativamente la
coexistencia entre los humanos, convirtiéndolo en uno de los peores
enemigos de la convivencia y de ese deseado mundo mejor, el que tanto deseamos,
pero, en ocasiones, ¡qué poco nos involucramos en él!
Desterrar el egoísmo de la faz de la tierra debe
ser para toda persona de bien uno de los principales empeños si deseamos
construir un mundo mejor.
5-Aceptar las críticas
Uno de los motivos que propician con mayor facilidad el
desencuentro entre los humanos, es por nuestra incapacidad en aceptar unas
opiniones discordantes en cuanto a nuestros puntos de vista, valores
o razonamientos.
Justamente, si deseamos conformar una personalidad más equilibrada y
compensada-evolucionada-, la misma pasa por nuestra capacidad en aceptar, antes
que rechazar, otras opiniones distintas a las propias pues, de tal
modo, obtendremos unos puntos vitales de referencia, diferentes y valiosos, los
mismos que nos ayudarán a conocernos y, por ende, a desarrollar una
personalidad más compacta y madura.
Al sediento debemos ofrecerle agua: a quién desee conocerse, debe beber
en las fuentes de la palabra ajena sin sentirse agredido. De la palabra
razonada tenemos la posibilidad de aprender: de la agresiva, poner
a prueba nuestra madurez. Oiremos, pero no nos sentiremos agredidos ni
causaremos enfrentamientos, siempre, tan innecesarios.
Aceptar opiniones discordantes sin originar fracturas en la relación
humana será motivo para qué, en lo sucesivo, las personas podamos dialogar sin
sentirnos incómodas, ya que la palabra ajena responsable, ponderada y expresada
en libertad debe ser escuchada para que esté al servicio de la comunicación y
de la convivencia.
Aceptar las críticas sin sentirnos agredidos será nuestra contribución,
en primera persona, a ese mundo mejor. Nos abriremos a la opinión ajena, al
tiempo que favoreceremos la comunicación, tan imprescindible como
necesaria en la relación humana. Aceptar las críticas; nos une -y aprendemos-: rechazarlas;
nos distancia-consecuentemente, continuaremos viviendo en la
ignorancia-.
6-Solicitar disculpas
En los sucesos cotidianos, cuando nos solicitan razonadas disculpas, no
deberemos empeñarnos en demostrar tener la razón ni magnificarla, pues con esta
actitud- de superioridad- crearemos conflictos personales y
sociales. Deberemos impedir que quién solicita disculpas pueda
sentirse menospreciado y humillado, hecho que evitaremos a toda costa como un
acto de generosidad y, palabra mágica, de humanidad, dónde la soberbia, el
orgullo y la prepotencia-grandes enemigas en la relación humana- no tengan
cabida alguna.
Solicitar humildemente disculpas es una de las acciones que más bien
dice de quién así se comporta de forma habitual. La persona tiende a reconocer
sus errores, actitud que genera confianza y respeto entre sus
semejantes.
Idéntico mérito tiene la persona que, desde su madurez y valores
adquiridos, sabe aceptar las disculpas con la mano extendida en prueba de
reconciliación dejando, sin más, el tema zanjado, dónde los reproches
no deben, bajo ningún concepto, tener cabida.
Reflexión final: ¿De qué nos sirve empeñarnos tanto un tener la razón -
cuando nos han solicitado previamente disculpas- si este empeño no nos dará la
"felicidad" y generaremos conflictos innecesarios a nuestro
alrededor?
Un abrazo sentido.
Joan.