Abróchense los cinturones que esta semana nos vamos a
sacar el carnet de conducir. Primero vamos a la autoescuela, empezamos por el
teórico. Nos compramos el libro y hacemos test, muchos tests, sólo nos permiten
tres fallos. Después, cuando creamos que ya estamos preparados nos presentamos
al examen. A continuación, empezamos las prácticas con el coche, con imprecisión
y múltiples errores vamos avanzando muy atentos a las señales hasta que tras
varias prácticas vamos ganando en confianza y aprobamos.
Más adelante con el trozo de papel que acredita que
estamos capacitados para conducir, la "L" y muchos nervios nos dirigimos
a nuestro coche en atención plena. Nos tenemos que acordar a la vez de todo lo
que hemos aprendido. Nos sentamos, nos ponemos el cinturón, ajustamos el
asiento, comprobamos los espejos retrovisores. Repasamos mentalmente; freno,
acelerador, marchas y embrague.
Arrancamos.
No perdemos detalle. La señora que cruza por el medio
de la carretera con muletas. El hombre del bigote que te pita en el semáforo
porque sales un segundo tarde. Un perro suelto. El niño con la bici que no
escucha a la abuela que le grita. Un " yo no sirvo para esto"
parpadea en tu sien. Y así durante mucho tiempo, hasta que un día te das cuenta
de que puedes conducir en piloto automático disfrutando del paisaje.
No deja de ser un aprendizaje y este sistema se puede
aplicar a cualquier área de la vida. Le hemos dedicado ganas, repetición y
tiempo.
Ahora os propongo observar qué pasa cuando pretendemos
sacar el "carnet de la felicidad".
Buscamos un libro de autoayuda, corto,
"transforme su vida en tres cómodos pasos". Perfecto. Buscamos videos motivacionales, nos
recomiendan uno muy bueno, dura cuarenta y cinco minutos. Resoplamos. Decidimos
escucharlo por la noche y si nos dormimos mala suerte. Oímos que algunas
personas meditan y probamos. Es justo lo que necesitamos, parar los pensamientos,
que no es de lo que va la meditación, pero no nos vamos a saturar de
información. En seguida nos damos cuenta de que no es para nosotros, tras
probar un día ¡cuatro minutos! y no ver un solo cambio. Usain Bolt entrenaba
durante cuatro años para correr nueve segundos.
Hacer ejercicio es otra opción, pero es cansado, igual
para el año que viene, hay que mentalizarse. La vecina del quinto toma unas
pastillas que van muy bien, cuando nos la crucemos le preguntaremos cómo se
llaman.
Con todos esos "sobreesfuerzos" que hemos
hecho nos conducimos por la vida. Sabemos que hay palabras "Stop", lo
ponía en el libro; "no puedo", "es injusto", "no me lo
merezco", "¿Y si…?", "todo me pasa a mí", "la
culpa es suya", pero no rectificamos porque vamos muy deprisa a quién sabe
dónde. Lo de ceder el paso se nos complica también, los que van mal son ellos,
que se aparten. Nada de intermitentes.
El depósito baja cada vez que decimos sí cuando queremos decir no y
cuando permitimos que personas tóxicas roben nuestra energía o nos ponemos a su
altura. A la rotonda no nos acordamos cómo había que incorporarse, así que, a
boleo, que por algo "somos así".
La vida acelera, vienen curvas. Se escucha un frenazo.
Silencio.
INMA REYERO DE BENITO
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu comentario aparecerá una vez revisado por el moderador de la página. Gracias.