jueves, 15 de abril de 2021

JOAN SÁNCHEZ FORTÚN - ¿ME AGREDEN O ME SIENTO AGREDIDO?

 


Este interrogante puede ser una excelente reflexión o punto de partida para indagar en aquellas ocasiones en que nos sentimos agredidos en el trascurso de una conversación, tanto seria como informal, cuando este sentimiento puede corresponder más a nuestra percepción subjetiva del momento que a una evidente agresión, máxime, cuando no existe alusión explícita ni indirecta hacia uno mismo. Darnos respuesta al interrogante inicial es una de las cuestiones que debemos tener en cuenta si realmente estamos interesados en descubrir nuestro desconocido e ignorado mundo interior.

 

Si bien la herida cicatrizada no nos produce dolor alguno, deberíamos indagar el por qué nos sentimos aludidos o agredidos cuando no existe una referencia específica hacia nuestra persona. ¿No será la consecuencia de un tema no resuelto que nos produce malestar o de aquella otra situación en que podemos tener el sentimiento de culpabilidad en algún sentido? De no ser así, ¿qué motivo nos induce a sentirnos agredidos? ¿Qué "herida" no está curada? porque, evidentemente, la herida existe.

 

El problema surge cuando la persona se "siente agredida". A partir de este sentimiento, deberíamos revisar profundamente qué causas o motivos existen en nuestro interior para llegar a tal sentimiento y profundizar en este sentido; cuáles son nuestras carencias evolutivas, conflictos o situaciones pendientes de resolver, para vivir o revivir este sentimiento. ¿No será porque, en este momento, estamos reviviendo una situación conflictiva del pasado no solucionada o vivencia que nos incomoda? Sentirnos agredidos puede ser, a su vez, la consecuencia de nuestro precario grado evolutivo, el que nos hará percibir falsas interpretaciones negativas de nuestra persona y realidad, provocando tal sentimiento, cómo cuando la palabra ajena nos ofende sin alusión alguna hacia uno mismo.

 

Desde la madurez que proporciona la evolución estaremos más y mejor preparados para escuchar comentarios de toda índole, sobre todo, de aquellos otros que bien pudieran provocarnos malestar por no ser favorables bajo nuestro punto de vista. No por ello deberemos rebelarnos o rechazarlos, sino todo lo contrario, escuchar para interiorizarlos con atención para extraer aquellas enseñanzas que bien pudieran aportarnos saberes, especialmente, de uno mismo. A partir de este punto, iniciaremos el proceso de nuestro conocimiento interior, el que nos liberará de tanto sufrimiento estéril como improductivo.

 

Los humanos, por naturaleza, estamos o deberíamos de estar en un constante proceso evolutivo para conseguir una vida más plena y sentirnos más realizados; indagar qué parcelas de nuestra persona nos producen malestar; en qué áreas deberíamos explorar para superarnos; cuáles son nuestras limitaciones para poner remedio a ellas y, cómo no, averiguar en qué temas o situaciones nos sentimos agredidos, porque esta sola observación nos pondrá en el camino para cobrar conciencia de ellas y, por lo tanto, ser superadas.

 

No existen tantos caminos para dejar de sentirnos agredidos, "sólo" conocemos uno: crece, evoluciona y madura como ser humano. Entonces, tendrás la facultad de escuchar y de escucharte sin sentirte agredido, porque la madurez alcanzada te proporcionará la suficiente claridad como para discernir entre cuando existe una evidente actitud crítica o, comentario alguno sin mayor trascendencia.

 

Pero hay más, desde la madurez que proporciona el conocimiento interior, nos facilitará el camino para reconocer que, ante una crítica justificada, tenemos la oportunidad y la posibilidad de reconocer, antes de rechazar o de sentirnos agredidos, la opinión discordante, porque ella, justamente ella, nos abrirá el camino para cobrar conciencia de nuestros errores y acciones inadecuadas hasta lograr la oportuna rectificación. Consecuentemente, se abren las puertas hacia nuestro conocimiento interior para conseguir una vida más plena. La humildad, antes que el orgullo, facilitará esta evolutiva actitud.

 

Complementando lo anteriormente expuesto, un alto grado de susceptibilidad inadecuada -o neurótica-, puede o podría provocar un desajuste en la recepción de la información recibida o escuchada.

 

No rechacemos la palabra discordante o crítica -razonada o no-, porque rechazamos la oportunidad de conocernos, y de conocer gratuitamente al prójimo en una dimensión más profunda.

 

 

 

Un sincero abrazo.

Joan.

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