viernes, 29 de julio de 2022

UN CASO DE RESILIENCIA (CASO 1) (PARTE 4)

 



Este es un punto que tiene que ver con algo que hablábamos antes. Es muy difícil, o parece difícil, que la gente aprenda de tu experiencia, porque hay cosas que son muy personales. ¿Tú en algún momento has ayudado a otras personas por razón de enfermedad, del paro o de cualquier otra adversidad?

En tres situaciones difíciles. Una difícil, y dos muy difíciles. La primera, una amiga que me llama y me dice: “a mi padre le van a amputar la pierna, está desesperado. Por favor, Larry, ¿podrías ir a visitarle al hospital y contarle que la vida no cambia tanto?”. “Ningún problema”, le dije. Y fui. Yo no conocía al padre de mi amiga, y ahí estaban los dos. Les saludo y digo: “perdone un momento”. Me senté. Él no sabía que yo estaba amputado, cogí y me quité la pierna. La puse de lado. “¿Me notaste que tenía pierna ortopédica?”, pregunté. El tío se quedó alucinado y, bueno, al poco tiempo de amputarse, estaba jugando al golf. Creo que le habré ayudado porque él estaba desesperado al cambiar su vida radicalmente y cuando me vio llegar sin saber que estaba amputado, y luego vio que lo estaba, le ayudó bastante. Luego me lo dijo. Desgraciadamente el pobre hombre tuvo un infarto y ya no está entre nosotros.

Segundo caso: una situación muy dramática. Después del 11-M (los atentados en varios trenes de Madrid del 11 de marzo de 2004), me llamaron para ver si podía ir al Hospital Gregorio Marañón para ayudar a los amputados a entender la situación en la que estaban. Y Ahí me ves, saliendo de la oficina trajeado, ir al hospital. Me meten en la UVI y, bueno, yo no sé cómo no me desmayé. Lo que vi allí fue tremendo, es decir, esa gente aún no estaba preparada para hablar con nadie. Esa gente estaba en coma, la mayoría. Y los miembros eran miembros que habían sido destrozados. Fue muy, muy difícil. Volví a los tres días, cuando ya se podía hablar con ellos, pero mi situación y la suya no tenían absolutamente nada que ver. Estaban de camino al trabajo tan tranquilos y se despiertan, después de varios días destrozados. No logré transmitirles nada porque no estaban preparados para ello.

Y la tercera situación. Otra amiga que me llama, porque un amigo suyo al que le encantaba la moto y que la cogía muy poco, se fue con ella a trabajar un día que tenía el coche averiado, le dio un coche y le cortaron las dos piernas. Estaba desesperado. Fui a hablar con él. Se puso dos prótesis. Nos hicimos amigos. Le dediqué mucho tiempo para ayudarle, a pesar del tremendo trauma, a imaginar que su vida no cambiaría tanto si su cabeza quería que fuese así.

¿Cómo transmites estas cualidades de resiliencia que están dentro de ti por tu forma de ser? ¿Cómo puedes entresacar de ellos mensajes o realidades que puedan ayudar a otros?

Yo explico que de repente tú ves una piedra en el camino o un agujero delante de ti y piensas: “Dios mío, me voy a caer y no va a quedar nada”. Y ves la típica imagen de que la piedra la empujas hacia un lado o te tienes que alejar del agujero. ¿Y qué necesitas para hacerlo? Pues necesitas, por una parte, interesar a la gente de alrededor tuyo, tienes que tener cosas que te atraigan hacia fuera, porque si estás solo y si no le importas a nadie en el mundo, te alejas y dices: “que sea lo que Dios quiera”. Pero si tienes familia, tienes amigos, tienes un trabajo que te interese, todo eso son cosas que te alejan del agujero o que te dan fuerza para apartar esa piedra del camino (LOS SENTIDOS DE  VIDA). Y eso es lo que intento transmitir a la gente: “busca lo positivo en tu vida, seguro que tienes gente que te quiere, que disfrutas con tu trabajo”.

Yo, ahora mismo, estoy en paro, me he marchado de Blackberry, ya no quería más porque me estaba aburriendo. Como te dije antes, mi vida ha cambiado muchísimo a raíz de las historias que he tenido y no quiero desperdiciar el tiempo. Por lo tanto, cuando ya no puedo aportar nada donde estoy y no me aporta nada a mí, pues me busco otra cosa.

Ahora mismo, con toda la ilusión del mundo, estoy montando empresas, cruzando los dedos y diciendo: “bueno, pues espero que me salga bien”. Y si no, unos dicen: “Dios proveerá”; y yo digo: “pues no sé, me buscaré otra cosa”. No me imagino que llegue una situación extrema que diga: “¿Dios mío, qué es lo que he hecho?”. Pues nada, tengo el apoyo de Virginia; tengo un hijo que está trabajando y ya no es una carga; el otro está terminando de estudiar. Ahora me lo puedo permitir. Pero hay que ver las cosas con ilusión. La vida o la vives intensamente o estás desperdiciando una cosa maravillosa. Y lo que intento inculcar a la gente es que cuando están en lo más bajo, deben ver lo maravilloso que es lo que tienen.

Irene Villa, con quien tengo una relación desde hace muchos años, estaba en una silla de ruedas y no podía ponerse una prótesis de una amputación por encima de la rodilla en una pierna, y por debajo en la otra pierna, porque no soporta la silicona y, por lo tanto, no se podía poner una prótesis y estaba anclada a su silla de ruedas. Un día me llama y me dice: “oye Larry, va a venir un especialista, que es el inventor de unas prótesis dentales que acaba de inventar el mismo proceso para amputados de miembros inferiores y quiere dar una charla. Tú que hablas varios idiomas, ¿te importaría estar presente y hacer traducción simultánea?”. Y entonces fui y le empecé a explicar de qué se trataba haciendo traducción simultánea. Estaba Irene en la conferencia también. Hubo muchas preguntas. El proceso es complicado y largo, lleva un año, pero ella vio allí una puerta abierta a levantarse de la silla. Se fue a Suecia -estuvo un año y pico allí-, donde le implantaron una tuerca en el hueso. Cuando cicatrizó la tuerca, le pusieron un tornillo. Luego dejaron que todo esto se consolidase y después empezó a cargar poco a poco con la pierna y todo esto. Ahora es campeona minusválida de esquí, con medallas. He hablado últimamente con ella. Estaba embarazada cuando me vino a ver otra vez, entonces con un bastón, porque, claro, se desequilibra un poco. Recordemos que tiene dos piernas ortopédicas. Me decía que le encanta esquiar, y yo decía: “pero ¿te la juegas por hacer un deporte que te encanta? ¿Te juegas que se te pueda romper más el hueso?”. Y ella dice: “es que si no, Larry, me siento tan mal…”. La entendí perfectamente. Es que es igual que yo. Hay deportes que no me han apasionado, como volver a esquiar con mi pierna ortopédica, pero cuando juego al pádel, hasta me tiro. Me acuerdo en una final de pádel donde nadie sabía que tenía una pierna ortopédica y en una de estas, como el sudor hizo que la pierna se girara un poco, me tuve que parar, quitarme la pierna y recolocármela. Y tú ves a los contrarios, que se quedaron de piedra, vinieron hacia mí y me dijeron: “¿pero esto qué es? ¿estamos jugando contra un amputado y perdiendo?”. Y perdieron el partido. Pues oye, tienes que tener objetivos, tienes que tener pasiones y yo soy una persona apasionada.

Seguiremos en próximos días con esta bella historia de resiliencia.

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