domingo, 28 de julio de 2019

CREAN UNA BOLSA DE PLÁSTICO SOLUBLE EN AGUA QUE DESAPARECE EN MINUTOS


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SOLUBAG

Un grupo de científicos chilenos han creado una innovadora bolsa de plástico soluble en agua, que no contamina el medio ambiente, desaparece en minutos y a la que han bautizado como “SoluBag” y que está hecha de alcohol polivinílico (PVA).

Animales acuáticos como las tortugas marinas no reconocen la diferencia entre una bolsa de plástico y una medusa. Confundidas, muchas mueren con el estómago lleno de plástico. Este y otros muchos problemas que generan las bolsas de plástico en nuestros océanos podrían acabarse con este invento.

Se trata de un producto desarrollado con un material similar al plástico, pero que desaparece al tomar contacto con el agua. Tras cuatro años de investigación y pruebas, el equipo dio con una solución que utiliza componentes de la piedra caliza para producir alcohol polivinílico (PVA), el elemento principal de la fórmula que permite fabricar este material.

 

100% SOLUBLE EN AGUA, MISMA FUNCIONALIDAD QUE UNA BOLSA DE PLÁSTICO NORMAL

SoluBag soporta el mismo peso de una bolsa plástica tradicional. Pero a diferencia de esta, entre sus cualidades está disolverse al contacto con el agua en solo cinco minutos y desaparecer sin dejar ningún tipo de contaminante. De esta forma permite que el agua siga siendo potable.

Una de las dudas que aparece ante este tipo de soluciones es qué sucede cuando el usuario se enfrenta a situaciones como la lluvia utilizando el producto. En este caso, los fabricantes aseguran que pueden programar la temperatura a la que tanto las bolsas plásticas como las de basura se disuelven al contacto con el agua.

«La gran diferencia de este producto es que, al ser desarrollado con estos materiales, no contiene ningún derivado del petróleo, lo cual se ajusta perfecto al proyecto de ley que se está llevando a cabo en Chile para prohibirlas (las bolsas) en el comercio, cumpliendo estándares mundiales», afirma Cristian Olivares, gerente comercial de SoluBag.

 

REEMPLAZANDO EL PLÁSTICO

Según asegura, si se compara con el resto del mercado «este producto realmente soluciona el problema de la degradación de bolsas y, además, lo hace de forma entretenida y amigable con el medioambiente».

La compañía comenzó fabricando las bolsas solubles, pero a medida que las desarrollaban, se dieron cuenta de que la fórmula permitía reemplazar cualquier material plástico«Esto es como hacer pan», agrega uno de los cerebros detrás del producto.

Explicando que «para hacer pan se necesita harina y otros componentes. Nuestra harina es el alcohol de polivinilo y otros componentes, aprobados por la Agencia de Regulación de Alimentos y Drogas de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés), que nos ha permitido una materia prima para hacer distintos productos».

 

DOS TIPOS DE BOLSAS SOLUBLES: DE PLÁSTICO Y DE TELA

En la presentación de este producto, que contó con el apoyo de Fundación Imagen de Chile, los creadores de SoluBag tomaron uno de sus productos y lo metieron en un recipiente con agua para mostrar a los asistentes lo rápido que esta bolsa se desintegra en contacto con el líquido, e incluso se tomaron el agua después, dando pruebas de que el líquido queda inocuo a la salud humana.
Existen dos tipos de bolsas, una plástica, que es soluble en agua fría; y otra de tela, que lo es en agua caliente. Además, Astete detalla que «lo que queda en el agua es carbono» y, de acuerdo a las pruebas médicas, se ha demostrado que «no tiene ningún efecto en el cuerpo humano».

 

EMPODERANDO A LOS CIUDADANOS PARA CUIDAR DEL MEDIO AMBIENTE

Esto los llevó a crear un segundo producto que funciona como textil, y que ya está siendo utilizado en Chile en las camillas y uniformes de la urgencia médica del Hospital Militar.

«La idea es que cada persona se haga cargo del problema, porque este material se puede reciclar desde una olla en la casa. Tenemos que empoderar al ciudadano, dejando que él decida convertirse en un agente activo de cambio para aliviar al medio ambiente», agregó el gerente general de la empresa, Roberto Astete.

Los desarrolladores se ganaron el premio SingularityU Chile Summit 2018, como emprendimiento catalizador de cambio. Por eso, el 9 de septiembre viajarán a Silicon Valley (EE.UU.) donde se quedarán 10 semanas en el centro de investigación de la NASA. Allí planean desarrollar su negocio para lanzarlo al mercado chileno y global a un precio competitivo.

jueves, 25 de julio de 2019

EL RINCÓN DE INMA: LA IMPERFECCIÓN ES BELLEZA



Poco se puede decir cuando una imagen vale más que mil palabras, los protagonistas de esta bella historia son Carson Pickett y Joseph Tidd.

Ella es jugadora de fútbol y hace unos meses se conocieron en un partido, se acercó al niño para decirle que tenían el mismo brazo, se hicieron una foto que subió a su cuenta de Instagram, debajo escribió: el fútbol lo es todo para mí, pero la plataforma que el fútbol me da para cosas como esta se lleva el premio. Joseph, eres mi nuevo héroe de por vida.

¿Qué chulo, no?

Otra vez, la grandeza de los pequeños gestos. Todos podemos ser héroes en la vida de alguien de muchas formas, saludando a la vecina del quinto que vive sola, siendo amable con el camarero, dejando el asiento en el autobús, sonriendo a la cajera que llega cansada al final de su jornada laboral, pidiendo las cosas por favor, dando las gracias…

Carson nació con una limitación física evidente pero lo único que le prohibieron sus padres fue no intentarlo, en su muñeca se lee en forma de tatuaje: LA IMPERFECCIÓN ES BELLEZA.

Cada uno de nosotros tiene su particular imperfección bien sea un complejo, una pérdida, una enfermedad, un miedo, pero estoy convencida de que cuando transformamos nuestras debilidades en fortalezas nos hacemos invencibles y mandamos al mundo un mensaje muy potente.

Estoy pasando por una dificultad, la vida no es color rosa ¿y qué? si yo puedo tú también puedes ¡adelante!

INMA REYERO DE BENITO

lunes, 22 de julio de 2019

EL RINCÓN DE INMA: USTED…MI INSTANTE FAVORITO


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Fue solo un instante, de esos que duran toda la eternidad, sus miradas se encontraron y ya nada volvió a ser igual.

Fue solo un instante o quizá mucho más, el tiempo es relativo cuando se siente de verdad.

Fue solo un instante pero a ninguno de los dos le pareció fugaz, a veces él se cuela en sus sueños y todo vuelve a empezar.

Fue solo un instante, su recuerdo aún le hace suspirar, seguramente en otras vidas se habían visto ya.

Fue solo un instante, de gran intensidad, su favorito sin dudar.

INMA REYERO DE BENITO

domingo, 21 de julio de 2019

URGENCIAS PSIQUIÁTRICAS DE LEÓN


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El 30 de abril de 2014 el Diario de León mostraba el siguiente artículo:
Urgencias del Hospital de León apuesta por un sistema que facilita la identificación de la enfermedad psiquiátrica y deriva a los pacientes al recurso más adecuado.
 

Antonio Serrano García, coordinador de las urgencias psiquiátricas del Hospital. 
Carmen Tapia | León
30/04/2014
«La conducta suicida no traduce un no quiero estar aquí sino un no quiero estar así». El psiquiatra Antonio Serrano García coordina desde hace 21 meses las urgencias de psiquiatría del Hospital de León, un nuevo servicio hospitalario que tiene como objetivo que cada paciente, según su patología, sea derivado al recurso sanitario más adecuado para estabilizar su estado y que ninguna persona con tendencia suicida se quede sin el tratamiento preciso, aunque en el 27% de los casos no padecen un trastorno psiquiátrico. En el otro 73% hay trastornos mentales orgánicos (131), abusos de sustancias (254), psicosis y esquizofrenia (465), afectivos (503), Neuróticos (508). Al servicio de urgencias psiquiátricas del Hospital de León han llegado 2.414 pacientes en 21 meses de los que aproximadamente el 20% —463— han intentado quitarse la vida, uno de los cinco que cruzan la puerta de urgencias cada día en demanda de asistencia médica. La causa hay que buscarla en los malestares propios de la vida. Los trastornos de la personalidad (88 casos) y los trastornos neuróticos (113) son los que más inducen a los leoneses a intentar acabar con su vida pero «el suicidio o el intento de suicidio no es una patología psiquiátrica, a veces el paciente demanda ayuda para soportar la vida», explica el psiquiatra, que considera que la sociedad está excesivamente medicalizada. «El 20% de la población toma psicofármacos, una barbaridad porque la ansiedad no es una patología psiquiátrica y no hay que confundir depresión con tristeza. Esta última no se puede evitar, existe en la vida con la alegría. No se deben medicalizar reacciones normales del organismo y hay que plantearle al paciente que tiene que resolver el conflicto que le provoca ese estado». Y el psiquiatra tiene poco que hacer en ese conflicto «salvo escuchar y orientar».

El papel social
En ese escuchar y orientar la medicina tiene pocos recursos, que son competencia de los sistemas de protección social. «La crisis no aumenta los suicidios, los suicidios surgen cuando fallan los sistemas de protección social. Si hay protección social los suicidios se estabilizan». Y, de momento, es lo que pasa en León. Las estadísticas demuestran que los intentos de suicidio están estabilizados, no han aumentado en el último año y medio en el que se hacen las estadísticas en Urgencias. «Los recursos sociales todavía funcionan, principalmente con el apoyo de las familias».

Las personas con una crisis por trastornos de personalidad o estados neuróticos son los que más demandan ingresos hospitalarios. «Hay personas que se encuentran tan mal que quieren que les ingreses, con todo lo traumático que resulta una hospitalización en psiquiatría, pero la psiquiatría no puede resolverles el problema». Serrano llama la atención que, pese a la crisis, «son los problemas de relación entre las personas los que más ansiedad provocan, son muchos más importantes que los económicos». El psiquiatra afirma que «es un buen síntoma que las personas den más importancia a las relaciones que a la economía».

El 63% de las personas que han intentado quitarse la vida en este periodo de tiempo son mujeres. Ellas lo intentan más, pero son los hombres los que más consuman el suicidio. Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), 36 personas se suicidaron en León en 2012, 31 hombres. «Los hombres utilizan métodos más agresivos que las mujeres y no hay posibilidad de intervención médica», explica el psiquiatra.

Pero lo que más llama la atención de las estadísticas de urgencias es el aumento de los intentos de suicidio en menores. Los psiquiatras de urgencias atienden a un menor cada tres días, una media de nueve casos al mes en abril cuando hace año y medio no superaban los dos mensuales. El 26% de los 109 casos atendidos han intentado suicidarse. «Es tremendo», asegura el psiquiatra. Los menores necesitan asistencia por problemas de conducta y agresividad. «En mi opinión las causas no son médicas, tienen que ver con el estilo de vida, es educacional y filosófico. Las familias tienen la responsabilidad de enseñar a pensar bien a los hijos. La vida no es consumo continuado. Hay que aceptar las frustraciones y evitar el pensamiento dicotómico de que algo es bueno o malo».

jueves, 18 de julio de 2019

COMO LA VIDA MISMA: UNA “CAJA DE AHORROS” DE LA HUMANIDAD


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Cuando me viene a la cabeza lo injusta que es a veces la vida, y cómo algunos llevan unas existencias tranquilas y sin altibajos, mientras a otros les corresponde superar circunstancias difíciles y hasta heroicas, me consuela pensar que tiene que existir alguna forma de compensación espiritual y que las almas deben funcionar como vasos comunicantes, de manera que la sabiduría y fortaleza que unos atesoran llegue a todos los demás, aparentemente más pobres y desvalidos.

Siempre he creído en la existencia de una especie de depósito o “Caja de Ahorros” donde van a parar todos los pensamientos, intenciones y actos meritorios y generosos que han realizado los seres humanos en algún momento de la historia, para que nada de ello se pierda. A fin de cuentas la bondad, el amor y la sabiduría no dejan de ser energías positivas, que ni se crean ni se destruyen, sólo se transforman, se multiplican y se pueden compartir. De modo que los recursos que cada uno genera y no agota en sí mismo deberían pasar a un fondo común, del que todos los que lo necesiten (incluido uno mismo en otro momento de su vida) puedan obtener un “préstamo”, y que vaya produciendo “intereses”, haciendo cada vez más ricos tanto al “ahorrador” como a la Humanidad entera.

Así, el inmenso amor de una madre que a su hijo “le sobró” pasaría a otro niño huérfano, el sobreabundante cariño que tenemos a nuestra familia y amigos podría servir para aliviar a personas que están solas y el coraje que rebosan algunos llegaría a quienes se sienten más débiles o son perseguidos.

Y esta comunidad no puede ser exclusiva de los que han realizado hazañas extraordinarias, ni siquiera de las “buenas personas”. A ella pertenecemos todos. Porque no existe nadie en el mundo que no haya aportado algo al fondo común, aunque sea poco. Y en el interior de cada uno reside una potencialidad infinita para el bien, que no podemos destruir por más que nos empeñemos. Y que nos hace dignos de todo el amor y de toda la felicidad, y nos da derecho a participar de los bienes inmateriales que son “patrimonio” de los seres humanos.

En ese “banco” tenemos cuenta abierta los que vivimos ahora, pero también los que ya pasaron por la tierra y los que nos sucederán. Los que están en nuestro entorno y los que habitan en la otra punta del globo. Personas de todos los colores, culturas y lenguas. Porque todos somos uno. Y si en alguna ocasión nos sentimos solos, tristes, sobrepasados… tenemos allí almacenada y a nuestra disposición toda la alegría, fuerza y sabiduría que necesitemos, fruto del corazón de alguien a quien tal vez ni conozcamos o de una persona que nos amó pero ya no está con nosotros, o incluso de alguno que, de saberlo, nos hubiera negado ese apoyo.

Supongo que ciertos lectores estarán pensando que  la “comunión de los santos”, que se incluye en el credo católico, no deja de ser algo parecido. Eso me refuerza en mi idea, porque parece avalada por muchos siglos de espiritualidad. Tal vez otras religiones o culturas también consideren algún concepto semejante y no sea original en absoluto. Lo ignoro.

Tampoco sé si esto tiene algo de verdad o es tan sólo una creencia consoladora, pero a mí me sirve. Y, por si acaso, deseo contribuir lo más generosamente que pueda a que crezca esta “comunidad de bienes”, con todo el altruismo, compasión, conocimiento… que pueda reunir, con la esperanza de que ningún ser humano pasado, presente o futuro, de aquí o de allá, se sienta solo y abandonado. ¿Qué te parece a ti? ¿Te unes?

Ana Cristina López Viñuela

domingo, 14 de julio de 2019

EL RINCÓN DE INMA: UBUNTU



Entre el montón de fotos que veo a diario, esta me  llamó  la atención, me encantó su mensaje, me hizo reflexionar sobre todas las cosas que nos perdemos por nuestro individualismo, por nuestra absurda competitividad y por creernos el ombligo del mundo.

Tenemos mucho que aprender de los niños, nadie como ellos para correr sin motivo, reír sin saber porqué y amar más allá de las diferencias.

El sentimiento de pertenencia a un grupo nos proporciona fuerza cuando la vida se pone cuesta arriba y alegría  compartida cuando las cosas van bien.

Ubuntu es una filosofía sudafricana vinculada a la lealtad, la solidaridad, el trabajo en equipo, la honradez y la integración. Para ellos una persona es una persona a causa de los demás.

Desmond Tutu, premio Nobel de la Paz en 1984 dijo:"una persona con "Ubuntu " es abierta y está disponible para los demás, respalda a los demás, no se siente amenazado cuando otros son capaces y son buenos en algo, porque está seguro de sí mismo, ya que sabe que pertenece a una gran totalidad, y que se decrece cuando otras personas son humilladas o menospreciadas, cuando otros son torturados u oprimidos.

Alguien dijo que cuando te alegras por la felicidad de los demás lo has entendido todo y yo diría que si encima puedes contribuir a que ésta sea posible, mejor que mejor.

La única competitividad interesante es aquella que nos impulse a ser una mejor versión de nosotros mismos y no se me ocurre mejor manera que comprometiéndonos con otras personas en un proyecto común.

 INMA REYERO DE BENITO

viernes, 12 de julio de 2019

COMO LA VIDA MISMA: MI NOMBRE


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Hace mucho tiempo que tengo asumido que el número de Anas y de Cristinas es infinito, sobre todo si se cuentan las variantes en diferentes idiomas; he coincidido con varias Ana Cristina; los López abundamos bastante y los Viñuela, aunque menos, somos unos cuantos. Pero es que me he tropezado con otra “Ana Cristina López Viñuela”, que ya tiene más mérito, puesto que puedo prometer y prometo que yo no he escrito un libro titulado Victoria Ocampo: de la búsqueda al conflicto, por más que me lo atribuyan. Es más, para mi deshonra he de admitir que he tenido que buscar a Victoria Ocampo en la Wikipedia para enterarme de quién es.

Por tanto, el nombre con el que nos designan es importante, pero ya se ve que no es el principal criterio de identificación. Los egipcios decían que el nombre “verdadero” de una persona tenia poder sobre ella, por eso entre otras razones rodeaban el nombre de sus faraones con un cartucho ovalado, para protegerlo de otros signos “malignos” con los que compartía pared o papiro. Por ese motivo el nombre verdadero, el que da acceso a lo que somos, se refugia en el secreto de nuestra intimidad.

El problema surge cuando uno mismo no sabe quién es. Nuestro cuerpo presenta unas dimensiones, unas facciones concretas, un color de ojos, una textura de piel, que nos hacen reconocibles y nos distinguen de los demás. ¿Pero reside ahí nuestra identidad? Si pierdo un miembro o algunas capacidades por un accidente o enfermedad, o los años dejan su huella en mi rostro o en mis facultades ¿soy menos yo? No, así que yo no soy mi cuerpo.

Nuestra mente tiene una función importante: reconoce lo que perciben los sentidos, interpreta el mundo, dirige. Pero si puedo observarla desde fuera y descubrir cómo funciona y las trampas que me tiende, o me es posible suspender o centrar el pensamiento, o no es determinante mi raciocinio a la hora de tomar algunas decisiones o de obrar, o encuentro en mi interior seguridades e intuiciones que no proceden de nada que yo haya discurrido… es que no me puedo identificar con mi mente.

A veces los sentimientos son más poderosos que mi intelecto y actúo movida por mis emociones. Incluso puedo conectarme más profundamente con otras personas por medio de ellas que a través de las palabras. Pero me doy cuenta de que tampoco soy mi alegría, ni mi tristeza; ni mi entusiasmo, ni mi desánimo; ni siquiera mi amor o mi odio, puesto que paso de unos a otros dependiendo de la situación y de mis juicios acerca de ella, y puedo orientarlos y dominarlos.

¿Y si son nuestros actos los que nos configuran? ¿O las decisiones que tomamos? Pero si me pueden obligar a hacer algo o me siento condicionada por las circunstancias externas, o incluso por lo que pienso o siento en un momento dado, o por el pasado, parece que tampoco soy mi actuar, porque ni mi libertad ni mi voluntad son perfectas.

¿Entonces qué soy? ¿Un mix de cuerpo, percepción, mente, sentimiento y actos, como una de esas bolsas de ensaladas surtidas que venden ahora? O tal vez haya una “conciencia” que unifique a todos ellos y les dé sentido, algo que permanezca cuando se han ido los invitados (pensamientos, emociones, sensaciones, recuerdos) y se queda la casa vacía.

En mi infancia me limitaba a ser, y punto. Pero luego me hice mayor y detrás del verbo ser había que añadir una infinidad de adjetivos y complementos: “buena”, “triunfadora”, “guapa”, “delgada”, “hija”, “alumna”, “de León”, “española”, “filóloga”, “funcionaria”, “esposa”..., que supuestamente me definían y señalaban mi lugar en la sociedad. Me convertí en “hacedora”, olvidando ese estado de paz profunda y alegría pura al que conduce la aceptación de uno mismo sin aditamentos ni añadidos, sin tener que hacer continuamente “merecimientos” y “demostraciones”, ni disfrazarse de otro “mejor”.

Tal vez si nos hacemos amigos de nuestro niño interior empezaremos a darnos cuenta de que venimos perfectos de fábrica y que todo lo que necesitamos está dentro de cada uno. Asumiremos que mantenemos un vínculo con todos los seres humanos, que no son esencialmente distintos de nosotros, y lo que beneficia a uno es bueno para todos. Y aceptaremos la vida tal como se nos presenta, fluyendo con ella, confiando en su sabiduría. Entonces quizás comprenderemos que nuestro nombre verdadero, como el de nuestro Padre, como el de nuestros hermanos, es “Yo Soy”, y ninguna circunstancia exterior o interior nos puede quitar esa seguridad, ese fundamento de nuestra dignidad, esa conexión con el ser que somos.

Ana Cristina López Viñuela

sábado, 6 de julio de 2019

EL RINCÓN DE INMA: POR UN PASO



Un cúmulo de causalidades hizo que conociera a Estefi a través de redes sociales y ahora en persona.

El 3 de mayo de 2016 tiene un accidente con un caballo que le provoca una lesión medular, lo que para muchos sería una situación insalvable para ella supone solo una diferencia sustancial: la silla de ruedas.

Los que no entendáis que hay gente que es luz solo tenéis que tenerla al lado cinco minutos, es magnética, habla, gesticula, su tono de voz capta tu atención, confirma lo que hemos escuchado tantas veces, no hemos entendido nada de la vida, esperamos a perder lo que tenemos para valorarlo y disfrutarlo, nos enfocamos en lo que nos falta le damos demasiado poder al pensamiento negativo y muchas veces nos regodeamos en nuestros problemas.

Vivimos como si no fuéramos a morir y eso nos lleva a cometer imprudencias por no estar pendientes de nuestro estado de ánimo que a veces no es el más óptimo para emprender actividades que impliquen concentración o un cierto riesgo.

Me quedo con su teoría de la relatividad, uno está mal ¿con respecto a qué o quién?

Y no puede ser más acertada la idea de que la gente que vive su trabajo se mete en el corazón, una sonrisa, amabilidad y pasión por lo que haces marca la diferencia.

No volveré a entrar a un baño de minusválidos o seré extremadamente cuidadosa, no había sido consciente de que hay personas que no pueden elegir si quieren sentarse o no y ¡mira que lo he vivido en persona!

En cuanto a las plazas de aparcamiento otro tanto de lo mismo, respeto.

No tengo duda de que conseguirá lo que se proponga, es pura ley de atracción, energía atención y concentración en su deseo le sobran.

Su próximo proyecto como buen "culo inquieto" es crear la fundación POR UN PASO para recaudar fondos que le permitan operarse  y asesorar y acompañar a personas que pasen por una situación similar.

Estefi, sólo me queda darte las gracias por elegir ser feliz.

INMA REYERO DE BENITO


viernes, 5 de julio de 2019

EL RINCÓN DE INMA: HAY TANTO QUE SENTIR




Microrrelato de menos de 100 palabras.


Sólo cien palabras cuando hay tanto que decir…

o quizá no haya tanto, simplemente tienes que sentir.


Sentir que puedes dejar huella, que ya todo está aquí, que la vida es un regalo envuelto para tí.


Si se acaban las palabras porque el corazón late a mil me quedo con tu sonrisa, con el roce de tu piel, con esa mirada que me dice que nunca te vas a rendir, me quedo con tu abrazo que me hace sucumbir.


Sobran las palabras cuando hay tanto que sentir…


INMA REYERO DE BENITO

martes, 2 de julio de 2019

COMO LA VIDA MISMA: ES SÓLO UNA OPINIÓN


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Se dice que todo el mundo tiene derecho a decir lo que piensa, pero observo que a veces esta frase se utiliza como excusa para justificar los comentarios maliciosos, las insinuaciones calumniosas o los ataques verbales.

Muchas “opiniones” están directamente relacionadas con la envidia y el deseo de que el otro fracase, ya sea porque lo considero un oponente o porque su éxito es un recordatorio de mi propia mediocridad. El otro día leí que no hay que hacer mucho caso de las críticas “constructivas” de los que nunca han construido nada. Ya desde estudiante me di cuenta de que es más difícil emprender obras de referencia, de las que emplean toda una vida, que escribir un articulito diciendo que alguien se ha equivocado en una coma o una fecha. Y lo mismo pasa en muchos ámbitos: en lugar de plantearnos horizontes ambiciosos nos limitamos a buscar pegas a lo que otros ya han hecho antes, con lo que en cierta forma nos sentimos “superiores”, pero cualquiera puede ver que no tiene el mismo mérito redactar el Diccionario de María Moliner que localizar una errata entre sus cientos de páginas.

Pongamos un ejemplo cotidiano: alguien se ofrece a hacer una tarta para una celebración. Primero tiene que proponérselo, luego elegir una receta, comprar los ingredientes, realizar las distintas elaboraciones, decorarla, etc. Quien no ha hecho nada más que sentarse a la mesa blandiendo la cucharilla puede decir que sería mejor que en lugar de chocolate tuviera caramelo, o que en vez de fresas debería llevar cerezas. Son sugerencias que manifiestan únicamente sus preferencias personales y que tal vez a nadie importen, puesto que siempre están a tiempo de elaborar otra tarta a su gusto. También podrían señalar defectos como que la nata no está bien montada o que el bizcocho quedó crudo. Y quizás tengan razón y su experiencia repostera le podría servir al otro para mejorar. Pero, en cualquier caso, un pequeño detalle no se debe utilizar para echar por tierra todo el trabajo. Y, por malos que hubieran sido los resultados, nunca se debería desmerecer la disposición e iniciativa de quien se tomó tantas molestias por nosotros. Pienso que cualquier opinión, para ser objetiva y justa, debe contemplar los hechos en su conjunto y partir del respeto y la valoración, no del deseo de llamar la atención o del capricho.

Tampoco creo que sea bueno querer ser tan “positivos” que pasemos por alto los errores o evitemos señalárselos al interesado, especialmente si tenemos alguna responsabilidad en su formación por ser padres, profesores, jefes... Si observamos algún aspecto concreto de un trabajo o persona que pueda mejorarse y nos desentendemos, le hacemos un flaco favor y es una muestra de desconfianza en su capacidad de superación, pero también hay que saber reconocer los logros y valorar los esfuerzos. Una corrección nunca servirá si no se hace desde el cariño y el respeto, y a ser posible en privado. Las críticas globales, personales y crueles no estimulan, desalientan. Y no sé hasta qué punto el avergonzar a alguien se puede presentar como un favor, ni ser “por su bien”, cuando solo es una forma de quedar por encima y satisfacer el ego.

Es evidente que el insulto y la burla no deberían considerarse en ningún caso como “comentarios”, aunque a veces pretendamos que pasen por tales y nos creamos con derecho a despreciar y molestar impunemente a quienes no nos gustan. Pero incluso si es el loable deseo de proteger a nuestros seres queridos del fracaso y a la sociedad de su destrucción lo que nos mueve a sentar cátedra, a empeñarnos en que todo el mundo actúe como lo haríamos nosotros o como se ha hecho hasta ahora, lo que estamos es limitando las posibilidades de progreso. Si siempre se hace lo mismo, se obtendrán los mismos resultados. El conocimiento avanza por el método de ensayo y error. Hay que permitir a la gente que “se equivoque”, porque a veces el error es el camino y con nuestras imposiciones miopes podemos estar cortando las alas de los que nos rodean.

Pero si hay algo que creo que deberíamos poner especial cuidado en evitar es la hipocresía de callar nuestro sentir sincero cuando nos lo preguntan o cuando alguien hace algo que no nos parece bien, por miedo a contristar o enfadar, pero luego ir cacareando por ahí lo que antes no hemos dicho. No sé tú, pero a mí me parece inadmisible que se quiera hacer pasar por “opinión” la maledicencia y el cotilleo. Da igual que se disfrace de interés o preocupación por esa persona, porque no lo es. Y no nos engañemos, el que habla mal de otro a sus espaldas o comenta lo que le ha dicho en confidencia hará lo mismo contigo en cuanto te des la vuelta.

Concluyendo, todos tenemos un pensamiento acerca de lo que nos rodea y es bueno sentirnos libres para expresarnos, pero eso no significa tener carta blanca para avasallar al prójimo, querer imponer nuestro criterio a toda costa, minusvalorar los éxitos ajenos por envidia o perjudicar a los demás difundiendo calumnias y difamaciones. Me revientan quienes se quejan cuando les paran los pies de que “ya no se puede ni hablar” o apelan a la libertad de expresión para ofender, menospreciar y arrinconar a otros, y no me gustaría ser yo uno de ellos, pero me parece fácil incurrir en alguno de esos comportamientos. ¿Y a ti? ¿No estaremos a veces cayendo en lo mismo que criticamos?

Ana Cristina López Viñuela