La compasión es un sentimiento que nos motiva a
dirigirnos a eliminar el sufrimiento de alguien y producir algún tipo de
bienestar en ese alguien.
Cuando hablamos de autocompasión nos referimos
entonces a generar ese sentimiento por nosotros mismos y emprender un diálogo interior para mitigar nuestros sentimientos de vergüenza,
culpabilidad o autocrítica censuradora.
Es verdad que esta palabra, compasión, en español,
tiene unas connotaciones negativas. Ahora me viene a la cabeza la canción de Los
Payos, Compasión, en la que dice: “Compasión no quiero, quiero amor sincero”,
dándole un sentido de menosprecio hacia alguien a quien vemos sufrir. Pues
bien, el verdadero sentido de la palabra compasión, no lleva implícito
ningún sentimiento de menosprecio hacia el otro, más bien, de amor,
comprensión, cercanía y disposición a ayudar.
Este sentimiento tiene un componente muy beneficioso en el
mundo relacional de los seres, evita las críticas y autocríticas destructivas,
y minimiza los sentimientos de vergüenza e inferioridad de las personas.
Como vemos, por lo tanto, este sentimiento tiene tres
componentes diferenciales:
El componente emocional que
se activa cuando percibimos a un ser (estímulo) en condiciones de dolor o de estar
sufriendo, provocándonos un impulso a actuar y a tratar de paliar ese dolor
ajeno.
El componente conductual, que
incluye no solo la acción a corregir o mitigar ese dolor, sino también el
compromiso y la decisión de realizar todo tipo de acciones en esa dirección.
El componente cognitivo, en
el que se implican nuestras creencias y valores acerca de los demás, de la vida:
la solidaridad, el amor, la justicia, el compromiso, la tolerancia, etc., y
también la atención a ese dolor ajeno y la interpretación y evaluación de ese
dolor ajeno, o propio (en el caso de la autocompasión), y la evaluación de
nuestras competencias o aptitudes para abordar ese dolor en ese momento.
Es bueno diferenciar siempre este sentimiento de compasión
de la empatía y de la simpatía. Empatía es la capacidad de
entender la conducta y los sentimientos de los demás, por lo que hay un
componente cognitivo importante o de comprensión del sufrimiento del otro, pero
en la compasión vamos más allá, ya que no sólo comprendemos al otro,
sino que, además, genera un impulso a querer mitigar o hacer desaparecer ese
dolor o sufrimiento. En la simpatía hacemos ejercicio de sentir de forma
similar lo que el otro puede estar sintiendo, con lo cual nos sentimos dolidos
con él, pero, de nuevo, en la compasión no nos quedamos solo en el
sentimiento.
También podemos diferenciar en cuanto a nosotros la autoestima
de la autocompasión. Nuestra autoestima mejora cuando hacemos las
cosas bien o mejor, la autocompasión tiene que ver con cómo nos tratamos
cuando las cosas no van de la forma que deseamos.
Por lo tanto, en síntesis, para sentir compasión
hemos de comprender al otro, poniéndonos en contacto con nuestros valores
personales, sentir empatía, simpatía, y actuar para sacar a ese
ser de ese dolor o sufrimiento.
Si quieres mejorar en compasión, no te quedes sólo
en comprender intelectualmente (empatía) y en sentir lo que posiblemente está
sintiendo el otro (simpatía), realiza conductas de ayuda a paliar o eliminar
ese dolor de otros. Pueden ser conductas de apoyo, de valoración, afectivas, de
análisis de la situación personal, de apoyo en la toma de decisiones, etc.
Un cordial saludo.
Juan Fernández Quesada
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