En el anterior artículo que escribí: “Obsérvese más – Un buen año para comenzar” le indiqué las emociones más adversas que solemos tenemos los seres humanos y que son difíciles de controlar cuando ya están en marcha. Hay que descubrir cuál es la causa real de estas reacciones. Pues bien, dentro de la psicología cognitiva, de forma concreta, la Terapia Racional Emotivo-Conductual, desarrollada por Albert Ellis, en el año 1955, comenzó explicando su modelo basándose en lo que habían dicho antes los filósofos estoicos y, en particular Epícteto, quien manifestaba que “las cosas en sí no atormentan a los hombres, sino las opiniones que tienen de ellas”. En palabras de Albert Ellis: “No son los hechos los que nos perturban o nos hacen sentir mal, sino lo que nosotros pensamos, interpretamos, creemos, esperamos, imaginamos, valoramos de esos hechos”. Como verá, todos esos verbos: pensar, interpretar, creer, esperar, imaginar, valorar, guardan relación con lo que hace nuestro sistema cognitivo, es decir, nuestro procesamiento de la información. Como en un ordenador, el procesador, con sus programas, es la parte más importante de dicho sistema. Ningún ordenador puede funcionar si no tiene instalados unos programas para procesar e interpretar diferentes tipos de informaciones, un procesador de texto, una hoja de cálculo, una base de datos, etc. Cuando los programas que tenemos están mal programados o no son capaces de interpretar de forma adecuada la información entrante del medio, producen, como resultado, salidas no esperadas o indebidas. Pues bien, esto es lo que nos ocurre a nosotros cuando nuestros programas o creencias son inadecuadas, obsoletas, irracionales (así las llamó Ellis) o absurdas: dan como resultado reacciones como las comentadas en el artículo anterior:
a)
Angustia excesiva.
b)
Furia/ataque/defensa.
c)
Depresión.
d)
Culpabilidad.
Y no es que no tengamos que
tener estas reacciones emocionales, antes bien, estas reacciones nos informan
de que es deseable producir, por nuestro bien, cambios en nuestro procesador,
en nuestro sistema interpretativo, en nuestro sistema de creencias. Por lo
tanto, comience a observar estas señales
en usted y, a partir de ahí, le ayudaré a ver qué cambios debe hacer en su pensamiento.
Los activadores de todo el proceso (los vamos a llamar A), también llamados “Antecedentes”. Estos activadores son
personas que nos dicen o nos hacen algo, pero también pueden ser cosas,
situaciones que vivimos, hechos, aspectos ambientales. Aquí estaríamos hablando
del campo estimular externo. Ya veremos, que este campo estimular externo, a
veces puede ser la observación de la reacción de uno mismo, pero iremos
despacio y ya hablaremos sobre esto.
Tipos de antecedentes o
activadores hay muchos: accidentes, catástrofes naturales, incendios, etc. En
estos tipos de situaciones los seres humanos, solemos actuar con más entereza
de lo que creemos. Hay situaciones eminentemente traumáticas en las que sacamos
unas fuerzas descomunales de nosotros mismos. Hay otros tipos de activadores
como las preocupaciones, las decisiones, los problemas, las dificultades, las
controversias, las frustraciones. Estos otros activadores son más cotidianos,
del día a día, pero que nos minan de forma continua. No es que sean cosas tan
importantes como las primeras, pero acaban por tener unas repercusiones en
nuestras vidas muy serias.
Hay algunos activadores que
los vamos a llamar DESQUICIANTES (luego le enseñaré que esta etiqueta no es
bueno usarla porque al calificar o descalificar las cosas o situaciones, ya se
predispone a sentir lo que se dice, en este caso, se predispone a desquiciarse):
exceso de horas de trabajo, horas intensas en atascos, jefes complicados,
compañeros individualistas y poco colaboradores, cambios excesivos en la
empresa, burocracia excesiva, personas creídas o engreídas, pereza,
negatividad, choques de carácter, personas que se lamentan con frecuencia,
reuniones aburridas e interminables, discrepancias en las formas de hacer las
cosas, trato difícil con usuarios, vendedores, comerciales insistentes, pegas
en las relaciones con otros departamentos laborales, etc, etc, etc. Puede hacer
su propia lista de situaciones que usted vive como desquiciantes en el ámbito
laboral, familiar, matrimonial, institucional, económico, sanitario, vecinal,
académico, etc.
Una vez que hemos visto los
activadores, podemos ver las “Consecuencias”,
o también llamados C o efectos.
Estos Cs pueden representar dos cosas: 1) sus sentimientos y 2) sus comportamientos,
acerca de la situación surgida específica. Por ejemplo, usted tiene un dolor
muy fuerte abdominal, va a urgencias para que le atiendan, y, desde que aparece
por la puerta del hospital hay todo un cúmulo de adversidades, contratiempos,
retrasos, etc. Sus sentimientos en esta situación pueden ser de angustia, furia,
irritación, frustración, y a nivel de comportamiento usted grita a una
enfermera, la insulta, golpea la pared porque no aguanta el dolor, se hace una
herida en la mano, etc.
Como se habrá percatado, sus
sentimientos de angustia, irritabilidad, furia, le han llevado a actuar de
forma grosera o tosca a la enfermera, y su impotencia o frustración a golpearse
la mano y a hacerse daño. ¿Si usted hubiese estado más calmado habría
reaccionado de esta manera? Es decir, como verá, los sentimientos afectan al
comportamiento o lo determinan. Pero ojo, no solo los sentimientos influyen en
el comportamiento, al revés también.
No obstante, lo más importante está en saber qué nos ha
llevado a estar con esos sentimientos, a estar frustrado, ansioso,
irritado, furioso. Es aquí donde la
mayoría de los seres humanos cometemos el error de creer que ha sido la
situación inicial, los hechos que han sucedido, los que nos han llevado a
sentirnos así, sin percatarnos de lo más
importante: lo que hemos estado pensando o creyendo acerca de lo que estábamos
viviendo, lo que, a partir de ahora, llamaremos B “Beliefs = Creencias”, que son
los que han producido todos esos sentimientos negativos. Si alguien nos
preguntase ¿Por qué te sentiste frustrado o furioso? Probablemente contestaría algo parecido a: “Porque no hacían nada y
yo no podía soportar el dolor”. ¿Ha sido el
hecho de que “no hiciesen nada”
la causa de que se sintiese frustrado e irritado? Imagínese que usted, en esa
actitud de desesperación abre la puerta de donde se encuentran los
profesionales sanitarios y se encuentra con una situación en la que los dichos profesionales
están asistiendo a una persona con parada cardiorrespiratoria, ¿seguiría usted
pensando que los profesionales no están haciendo nada? Seguro que no. Automáticamente,
su sentimiento de furia remitiría, porque su idea de que “los profesionales no están haciendo nada” sería expuesta a la
comprobación de que era falsa. Por otro lado, su sentimiento de frustración,
remitiría si usted fuese consciente de que sí puede manejar su dolor haciendo
una respiración y relajación adecuada, porque ese sentimiento se ha generado
porque usted se dice que “no puede
soportarlo” y entonces parece que va a estallar. Es decir, como verá de
nuevo esta otra idea también es falsa, porque usted tiene más capacidades de
las que reconoce en sí mismo, y es ahí donde debe trabajar, en ser más
consciente de lo que se dice por un lado, y luego de tomar acciones y decisiones
que le lleven a unas acciones y sentimientos más congruentes con un estado de
control de su vida y de sí mismo.
Espero haberle sido de ayuda
de nuevo y espero trabaje más sus pensamientos, porque EN LO QUE SE DICE A SÍ MISMO ESTÁ EL QUID DEL ASUNTO, y no en las cosas
que suceden. Trabaje en cambiarse a usted mismo y no tanto en cambiar lo de fuera de usted.
Un fuerte abrazo.
Juan Fernández Quesada.
Como siempre de gran ayuda y totalmente posible mejorar en calidad de vida con tales pensamientos.Muchas gracias por ser una gran luz
ResponderEliminarGracias a ti Isabel por esa actitud tuya de crecimiento personal y de aprendizaje. Un fuerte besín.
ResponderEliminarQue verdad más grande.Muchos besos.
ResponderEliminar¡Hola Mery! Me alegro de que te haya gustado el artículo. Hoy habrás sido la gran Reina de tu hogar, esa ilusión que siempre has puesto en tu vida y con tus hijos. Muchas felicidades porque la vida también te debe mucho a ti. Un besote muy fuerte.
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