martes, 5 de febrero de 2019

COMO LA VIDA MISMA: LA NEVADA


Resultado de imagen de LA NEVADA LEÓN ESPAÑA
El sábado nevó en la ciudad. La nieve cubrió las formas de los edificios, los coches, los árboles… haciendo que el paisaje cotidiano se viera distinto. El aire se sentía más limpio al penetrar en las fosas nasales y el contacto de cada copo con la piel era una sensación vivificante. La nieve crujía al pisar y nuestras huellas se grababan profundamente, dejando una estela de nuestro caminar. Durante un momento el tiempo pareció detenerse y todo era nuevo, como recién hecho.
Una sensación parecida se produce en el terreno espiritual cuando afrontamos vivencias fuertes, que nos conmocionan, de un tipo u otro: desde la muerte de un ser querido a un cambio de trabajo o residencia, un compromiso, una experiencia estética o espiritual relevante… que nos dejan una impronta en el alma y sentimos que marcan un antes y un después en nuestras vidas. En algunas ocasiones es así, pero otras veces esa iluminación acaba siendo diluida por la rutina y desapareciendo bajo capas superpuestas de quehaceres, preocupaciones y pensamientos del día a día.
Si eso sucede con experiencias de carácter extraordinario, cuánto más si se trata de intuiciones que nos asaltan en la vida cotidiana, en una conversación, meditando, al leer un mensaje de Whatsapp o Facebook… que nos mueven el corazón y nos crean una inquietud. Fácilmente se pueden desdibujar y desaparecer si no tomamos conciencia de esas señales y buscamos la manera de concretarlas en una realidad vital.
Ahora que tenemos frescos los propósitos de año nuevo puede ser buen momento de hacer balance, ¿tenemos presente algo que desearíamos hacer o cambiar, alguna habilidad o costumbre que nos gustaría incorporar? A lo mejor llevamos una temporada diciendo que deberíamos adelgazar, o hacer ejercicio, o aprender idiomas, o consagrar unos minutos al día a la meditación, o dedicar más tiempo a la pareja, la familia o los amigos, etc. Pero no acabamos de empezar a concretar el qué, el cuándo y el cómo, de forma que las buenas intenciones no se pierdan en el vacío. Y luego dicen que para adquirir un hábito hace falta practicarlo durante 21 días… Yo, por ejemplo, a raíz de un vídeo compartido en un grupo de whatsapp, me propuse comenzar a escribir en el blog de Dones y Talentos y, de momento, parece que estoy bien encaminada. Así que si veis que lo abandono, me convertiré en un ejemplo del refrán “consejos vendo y para mí no tengo”… Pero confío en que no sea así.
No todos los días nieva, pero el sol, la lluvia, la niebla… también son hermosos y evocadores. De la misma forma, hay que prestar atención a las señales que recibimos cotidianamente, si no queremos perder las oportunidades que nos brinda la vida para aprender, mejorar y sacar el máximo partido de nuestra existencia. ¡Ánimo y a por ello!
Ana Cristina López Viñuela


1 comentario:

  1. Como cuesta prestar atención a esas intuiciones que surgen en los pocos instantes lúcidos del dia. Hay que estar atentos, siempre despiertos :) Preciosa refelexión.

    ¡Un abrazo!

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