martes, 5 de marzo de 2019

LO "MEJOR" ES ENEMIGO DE LO "BUENO"


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Cuando decimos que lo mejor es enemigo de lo bueno, no sabemos hasta qué punto estamos hablando literalmente. El Dr. Perfecto es un villano peor que Voldemort, Sauron, el Joker y el Dr. Muerte juntos, el mayor contrincante del héroe que cada uno llevamos dentro, que continuamente está saboteando nuestra felicidad.
Una de las más productiva armas del Dr. Perfecto son las “gafas de visión gris”, que nos coloca delante de los ojos para conseguir que lo “normal” nos parezca anodino y sin valor. Por ejemplo, ¿qué hay más cotidiano que la puesta de sol? Sin embargo, recuerdo la excursión para ver el atardecer desde el pueblo de Oía, que según no sé qué revista de viajes era “el mejor del mundo”, durante la escala en Santorini del crucero por las islas griegas. Después de un trayecto en autocar llegamos a un bonito pueblo, atiborrado de turistas, donde nos amontonamos en un estrecho pasillo para ver la puesta de sol sobre el mar. Lo curioso es que casi todos la contemplábamos a través de la lente de la cámara o del móvil, y la mayor parte estábamos de espaldas al espectáculo para sacarnos selfis. El sol sale y se pone a diario, pero solemos pensar que si no he hecho un esfuerzo, ni he pagado dinero, ni me he desplazado a propósito… el atardecer no puede ser tan maravilloso. Eso lleva, por una parte, a despreciar muchas cosas bellas e interesantes que nos tropezamos cada día y, por otra, a que nos defraude aquello en lo que hemos depositado grandes expectativas. La única defensa posible es estar presente en cada instante, para saborear con fruición los pequeños placeres cotidianos.
Otro recurso del Dr. Perfecto es la “pistola paralizante”, que hace que no emprendamos algo que nos apetece por si acaso no somos capaces de llevarlo a cabo de forma impecable y nos exponemos al fracaso o el ridículo. Si tenemos una pregunta y no la formulamos por miedo a parecer ignorantes, los únicos que perdemos somos nosotros, que nos quedaremos con la duda. Si tenemos ilusión por realizar un proyecto, sea el que sea, y lo aparcamos porque igual somos muy mayores o muy jóvenes, o lo mismo no resulta bien, o a ver si arriesgo lo que tengo por algo que nunca voy a lograr… o cualquier otra razón del estilo, lo único que hacemos es combatir contra nosotros mismos. Una victoria fácil del Dr. Perfecto. Por eso, desde hace un tiempo mi marido y yo somos los amos de la pista de baile. Algunas personas piensan que debe ser porque hemos ido a clases de bailes de salón y nos sentimos muy seguros de hacerlo bien, pero la realidad es que no recordamos la mayor parte de los pasos que aprendimos. Lo que sucede es que nos hemos desinhibido y nos da exactamente igual hacerlo bien o mal, ¡y no sabéis lo que libera dejarse llevar por el ritmo sin más! Os invito a permitiros emprender cualquier actividad que os haga ilusión y divertiros haciéndola sin pensar en los resultados. Si total, ni nos pagan por ser los mejores, ni nos pegan por hacerlo regular... Para vencer al Dr. Perfecto sólo hace falta el coraje de dar el primer paso y el esfuerzo se verá compensado por todas las satisfacciones que vendrán detrás.
Otra arma letal es el “escudo anticríticas”, dotado de un poderoso radar que nos hace estar rastreando continuamente cualquier comportamiento nuestro que nos pueda hacer objeto de burla o desaprobación, lo que nos hace perder todo el gusto por lo que hacemos y la mayor parte de la energía para hacerlo. El radar detecta también lo que hacen los demás y es una fuente continua de juicios, que nos distrae de lo que realmente es importante y nos separa de los otros. Recuerdo, por ejemplo, cuando hace unos años cuatro chicas obsequiaron con un baile “sexy” a todo el pueblo con ocasión de las fiestas. Ni tenían un gran tipo, ni lo hacían especialmente bien. En un primer momento sentí vergüenza ajena, pero luego lo pensé mejor y empecé a admirar su actitud, porque demostraban tener una alta autoestima, habían dedicado su tiempo a ensayar, estaban ofreciendo lo mejor que tenían a sus paisanos, se habían expuesto con valentía y desparpajo a las opiniones de los demás y ¡se lo estaban pasando genial! Es decir, eran unas superheroínas que habían derrotado por goleada al Dr. Perfecto.
Para combatir el temor al ridículo y la censura, lo que más me ha servido es pensar que la gente siempre va a decir algo, porque callados no sabemos estar ni cinco minutos, así que incluso es mejor darles carnaza. Por ejemplo, una conocida mía con bastante sobrepeso utiliza una bisutería muy llamativa, porque prefiere que la gente se refiera a ella como “la de los pendientes horteras” que como “la gorda esa”. De la misma forma, elijo ser la que a veces pregunta simplezas, la que no le abochorna animarse a cantar, bailar o hacer el tonto en público, la que no le importa ofrecerse cuando piden voluntarios… porque prefiero que se fijen en esas cosas y no en otras, y reservar la vergüenza para los comportamientos que considero verdaderamente dañinos, como la maldad, la mentira o el egoísmo.
Piensa ahora en ti mismo, ¿estás poniéndoselo fácil al Dr. Perfecto? ¿Vas a despreciar unas deliciosas lentejas porque son baratas y las comes cada lunes y cada martes, porque es “mejor” el caviar beluga, cuando ni siquiera sabes si te gusta? ¿Estás negándote algo que deseas y está a tu alcance por miedo al fracaso o al qué dirán? A ver si no vamos a poder disfrutar de lo bueno que nos da la vida, sólo porque no es “lo mejor”…

Ana Cristina López Viñuela

2 comentarios:

  1. Cuánta razón Ana Cristna!! Vivimos llenos de prejuicios que lo único que hacen es no dejarnos vivir. Por miedo y por cobardía renunciamos a un montón de cosas y luego nos arrepentimos. Me han gustado mucho tus reflexiones, ahora solo queda ponerlas en práctica.

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  2. Nos cuesta mucho apreciar lo cotidiano precisamente porque lo damos por hecho y creemos que lo tendremos siempre al lado. Y el Dr. Perfecto también tiene una pistola paralizante que no siempre nos deja avanzar. Me gusta la idea de "pensar que la gente siempre va a decir algo" para motivarnos y avanzar. Si dicen algo, por lo menos que sea algo que corresponda a lo que somos.
    Muy interesante reflexión.

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