Para apreciar donde
estamos es muy interesante saber de dónde venimos.
Os voy a contar una
actividad rutinaria, vestirse, por ejemplo, ¿te resulta sencillo, verdad? Apuesto
que la mayoría de los días lo haces sin enterarte.
Para mi solo era el
principio de la tortura en la que se convertiría el resto del día.Elegía la ropa,
no por el color de temporada o la más favorecedora , si no la que mi cuerpo me permitiera
ponerme, a su capricho podía no ser capaz de abrochar un botón, no levantar los
brazos para meter una
prenda por la cabeza, subir una cremallera acababa siendo un obstáculo
insalvable... Me vestía haciendo varios descansos, era agotador, cuando acababa
si la frustración no era mayor que mis ganas de seguir adelante, me apoyaba en
mi carro de la compra que hasta le puse nombre, Usain Bolt, el sentido del
humor me ha salvado muchas veces, creo que es una de mis señas de identidad.
Salíamos a la calle, hacíamos una gran pareja, lejos,cerca o nos dábamos la
vuelta a medio camino si las fuerzas
flaqueaban.
La vida pasaba entre
tonos grises, monótonos, no era lo que estaba en mis planes, para nada.Una mañana
cualquiera, estaba llorando y cuando quise sonarme el pañuelo entre mis manos
no llegaba a la nariz, también se me había negado ese privilegio,¿os imagináis
la
escena? Fue la gota
que colmó el vaso, fue el día que decidí cuidarme.
Empezaron a aparecer
los maestros, primero para mi mente, con Juan aprendí a centrarme en lo que tenía,
no en lo que me faltaba. Cintia, Piedad, Mercedes, Maite, Carmen, me enseñaron
a dar pequeños pasos,invitar a mis problemas a tomar café ¡Qué rabia me daba oír
eso!, respirar, pensar bien, celebrar los logros, aceptar, mis compañer@s me
inspiran con sus alegrías, sus sueños rotos y sus historias de superación, a
ellos les dedico también mis pequeños logros, porque si lo hago yo lo hace
cualquiera.
Después me atreví con
mi cuerpo, llegó Ivonne con sus posturas imposibles, la pelvis en anteversión y
el: que sí que sí que puedes, tú prueba.El dia que repartieron la flexibilidad
yo no estaba pero lo que nos reímos también cuenta… No me saldrá el guerrero
pero soy una guerrera dispuesta a dar bastante guerra y cuando bajo las
escaleras sin agarrarme a la barandilla siento que todo mereció la pena y que
cuando no pierdes la sonrisa tarde o temprano la vida te la devuelve.
Os cuento esto porque
claro que hay momentos malos, demasiados quizás, pero con buena actitud,
constancia y convicción se pueden cumplir vuestros sueños.
El 6 de julio fue el último
que necesité ayuda de mi carro y hace unos días me despedí de él, espero que la
persona que se lo llevó le trate bien.
Ahora vivo mi presente soñado…pronto
llegará el futuro pero eso ya será otra historia.
Inmaculada Reyero de Benito
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