jueves, 1 de agosto de 2019

COMO LA VIDA MISMA: EL MELODRAMA


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Se suele llamar melodrama a cualquier tipo de obra teatral, cinematográfica o literaria cuyos aspectos sentimentales, patéticos o lacrimógenos están exagerados con la intención de provocar emociones en el público.

A veces nos figuramos que somos los protagonistas de un culebrón y sentimos que nuestra vida es una serie de catastróficas desdichas, donde solo tienen cabida las lágrimas y el espanto. Lo cierto es que nos hace sentirnos importantes, pero no es realista. Por eso nos quedamos de piedra cuando nos encontramos a personas que afrontan auténticos problemas y no hacen de ello un drama. Porque no somos tan especiales… aunque en el fondo nos gustaría, por aquello de que los que nos rodean nos hagan caso y se “compadezcan” de nosotros.

Suena algo ridículo que nos quejemos de que ya no somos tan jóvenes como antes a personas enfermas, muy limitadas físicamente. O de que tenemos problemas en el trabajo a quien lleva años en paro. Antes de decir en tono desgarrado que no “somos capaces” de esto o de lo otro, que las situaciones “nos superan”, lo “difícilísima” que es mi circunstancia, que “a nadie” le pasa lo que a mí… habría que pensar que probablemente quien nos está escuchando también tiene lo suyo.

Que las palomas te ensucien el balcón es sin duda molesto, pero con ese argumento Hitchcock no habría rodado una película de terror como Los Pájaros; ni siquiera Eurípides podría componer una tragedia sobre un suspenso en una asignatura o una bronca con la suegra; ni se puede hacer una epopeya de preferir quedarse un rato más en la cama que ir a trabajar. Pero hay otros géneros tan interesantes o más, como la comedia o el de acción, a cuyos actores les pasan también muchas peripecias, algunas más afortunadas que otras, pero saben llevarlas con humor o con valentía, sin mirarse al ombligo, y terminan con un final feliz.

Cuando era estudiante me dieron un gran consejo: fíate más de la opinión de quien ha tenido éxito, que de los que han fracasado. El que ha suspendido un examen siempre te dirá que es “imposible” aprobar, que ni siquiera intentes sacar todo el curso. Si preguntas al que ha obtenido buenas notas, seguro que te dará otra perspectiva más animante y optimista. Si lo aplicamos a la vida, deberíamos tomar como ejemplo a los que han superado duras pruebas sin rendirse y no a los que se han dado por vencidos.

Todas las grandes aventuras comienzan igual, como decía Gandalf en El Señor de los Anillos: “Es peligroso, Frodo, cruzar tu puerta. Pones un pie en el camino y si no cuidas tus pasos, nunca sabes a dónde te puede llevar”. Afrontemos las situaciones imprevistas, duras, difíciles… que nos vayamos encontrando cada día con esa actitud de apertura y confianza, para que vayamos adonde tengamos que ir con la cabeza alta y una canción en los labios, con aire de héroe y no de víctima. Mejor que producir lástima y conmiseración es generar en los demás alegría, optimismo y coraje.

Ana Cristina López Viñuela

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