viernes, 1 de diciembre de 2023

EL HORMIGUERO, ¡QUÉ TIEMPO TAN FELIZ!

 

Cuando ya no somos capaces

de cambiar una situación,

nos encontramos ante el desafío

de cambiarnos a nosotros mismos.

                                Víctor Frankl

                           

Naces con forma de bebé, lo primero que haces es llorar para respirar por ti mismo, esa será tu principal forma de comunicarte durante un tiempo, para algunos toda la vida, en el que lo único que te importará será tu ombligo y tú.

Unos pocos tuvimos el privilegio de renacer con otra forma, la de hormiga. Un cambio de paradigma que abrió nuestras mentes y nos concedió una gran ventaja, no teníamos ombligo, nuestra principal misión era dar.

El hormiguero se convirtió en refugio y cada mirada en casa. Un nombre presidía la entrada: Dones y Talentos. No había etiquetas, ni juicios, todas las hormigas éramos en apariencia parecidas, en esencia únicas y valiosas sólo por el hecho de existir, aunque a nosotras lo que nos gustaba era mover el culo.

Un fin de semana cuando el calendario se vestía de ocres por el paso de los días, participamos en lo que los humanos llaman un intensivo, para nosotras simple rutina. Íbamos y veníamos en hileras aprovisionando valores como la solidaridad, la gratitud o la responsabilidad. Los más pesados los cargábamos de dos en dos o en grupo. Por la noche mientras la ciudad dormía reflexionábamos sobre el significado del valor “esa convicción razonada y firme de que algo está en coherencia con nuestra esencia, con lo que somos, tiene que ver con el amor incondicional”.

El amor era sin duda nuestro fuerte, el motor de nuestra perseverancia, por eso aprovechábamos cada ocasión para compartir tiempo e incluso tratar de detenerlo con abrazos sostenidos. Da sentido a la vida tratar a los que están cerca como si estuvieran lejos y existiera la posibilidad de que fuera la última vez que los vemos, y a los que están lejos como inevitables.

En el intensivo no faltaron los clásicos como las charlas de la hormiga reina, la paella, los miguelitos, los cafés y Rita que sigue queriendo un caballo, pero se conforma con una rana.

Con un gesto tan sencillo, como un salto en el lugar adecuado,  comprendí lo que El principito  nos cuenta y Raúl lleva a la práctica, que sólo con el corazón se puede ver bien, lo esencial es invisible a los ojos.

Esta vez no llovió, hubo tormenta de las que calan por dentro. Es tiempo de abrigarse con cada recuerdo tejido mientras éramos felices y lo sabíamos. Si el reloj del hormiguero se queda sin cuerda no tendremos miedo, de la mano de los valores daremos sentido a nuestras vidas mientras esperamos que nuestra energía se transforme y mutemos de nuevo. Cuando tienes provisiones sientes que el invierno es sólo una estación de paso.

 

INMA REYERO DE BENITO

 

 

jueves, 23 de noviembre de 2023

SIMPLEMENTE “PRESENTE”

 


Hoy me asomo al presente y sinceramente no me agrada lo que percibo: incertidumbre, dudas, malestar. Reconozco que con mi trabajo personal a nivel de emociones he aprendido a lidiar con la situación.

La sociedad se ha convertido en un inmenso puzle al que le faltan piezas, puede ser que algunas no encajen, es ahí donde entran, bajo mi punto de vista, las palabras como fe, esperanza, ilusión que intentan sustituir a las dañadas o deterioradas para que en su conjunto constituyan una plena unidad con sentido.

Como ejemplo me adentré hace unos días en dos de las calles de León, Alfonso V y Gil y Carrasco. A primera vista espaciosas, amplias, con el pavimento recién estrenado, en el fondo calles fantasmas, sin actividad económica. La mayoría de los establecimientos cuelgan los carteles de “Se vende” o “Se alquila”. Leí en una ocasión que parecen pistas de aterrizaje de aviones y con mucha razón.

No percibí bancos, ni árboles que le diesen un poco de humanidad a esa estampa callejera. Tengamos en cuenta los beneficios de los árboles que producen oxígeno, purifican el aire, forman suelos fértiles, mantienen ríos limpios, evitan erosión, refugios de la fauna, reducen la temperatura del suelo, etc.

La teoría de que estaban haciendo una ciudad para los visitantes y no para los habitantes, cobraba sentido. Reducción de aparcamientos, circulación prohibida en muchas calles o de una reducida limitación entre 10Km por hora y 30. Los comercios de autónomos, la mayoría van pereciendo y hay que tener en cuenta que muchos de ellos son negocios familiares.

Me detengo por unos instantes a observar el alumbrado, una maravilla aún por encender. Y me pregunto si pretendemos materializar nuestra alegría navideña con unas luces que solamente se iluminan por estas fechas.

La dicha debe nacer desde la olla a presión de sentimientos que se identifican con el órgano del corazón, y cuando las colas a las puertas de Cáritas sigan siendo extensas, no podemos decir que nuestra sociedad ha evolucionado “adecuadamente”. Hay un retroceso palpable que no podemos obviar, ni disimular con un alumbrado de colores.

Reconozco que cada Navidad que pasa me cuesta más disfrutar de mi niño interior. La inocencia de la infancia se traslada a una realidad que a veces me cuesta asumir.

La Navidad no es celebrar comiendo más y mejor, brindar con champan o reunirse una vez al año la familia, jugar a la lotería como una tradición o para algunas familias empeñarse para comprar a sus hijos los mejores regalos.

La Navidad se manifiesta durante todo el año disfrazada de una llamada telefónica, un abrazo, un “cómo estás”, un ”te quiero”, un ”me gustaría volver a verte” o “te echo de menos”… fórmulas que nos cuesta acuñar porque parecen pasadas de moda, y si no volvemos a ellas habremos perdido nuestra esencia como seres humanos.

 

ANA ROSA GUTIÉRREZ ÁLVAREZ

 

 

sábado, 28 de octubre de 2023

DESTINATARIO EL CIELO

 


A menudo alzo la vista al cielo y contemplo las estrellas en mitad de la noche. Normalmente algunas centellean con más intensidad, yo imagino que eres una de ellas.

Llegará un día en el que no te llore. Simplemente, que te comparta en mis espacios vacíos. Ojalá que siga tu esencia a mi lado.

El cuerpo se difumina en el espacio, y tu energía es el motor que mueve el acelerador de mi vida. El freno ya lo utilicé demasiado, y ahora lo uso para ocasiones especiales.

Mi gran lema “sin pausa, pero sin prisa”. Me he vestido de constancia, verdad, justicia, prudencia, humildad, generosidad, paciencia.

Mi velocidad corporal está limitada, siento de todas formas un ansia “loca” de vivir que inunda mis sentidos.

Si algún día mi cuerpo decide apagarse, buscaré algún aliciente para seguir mi camino, sola o acompañada, y eso que importa, si me tengo a mi misma.

Califican el hecho de nacer como traumático, yo evidentemente no me acuerdo, entiendo que al cortar el cordón umbilical una conexión muy profunda se rompe. Ya no estaba en ese saco amniótico que me protegía y me ayudaba a regular mi temperatura.

Salí al exterior a conocer un mundo nuevo y un poco abrupto a la hora de adaptarme, y sin ser consciente, fui creando una dependencia materna que se deshizo el día mismo en el que falleció mi madre. Una caída en picado hacia un abismo. Alguien lo llamaría “terribilitis”.

Una persona me recordó que por aquel entonces que me miraba mucho mi ombligo, expresión que me pareció que no era adecuada. Hoy llego a pensar que era correcta después de analizar mi comodidad dentro de una dependencia que me abrigaba. La realidad que viví en un momento de mi vida fue dura, complicada y no supe enfrentarme a ella. Hoy desde mis experiencias, reconozco la madurez con la que he decidido caminar por la vida.

Mamá: te busco en la oscuridad porque calmas mis miedos, te busco en la adversidad porque me das consejos. No me decepcionas.

Ya no te busco en el cementerio, allí están tus restos. Te llevo flores por tradición, a ti te entusiasmaban, era tu regalo preferido de cumpleaños.

Te llevo conmigo, eres mi energía, mi paso adelante, mi valentía. Tú me llevaste dentro de forma física, ahora te llevo yo de una forma espiritual, no hay quién me pueda dañar aunque ataquen mi cuerpo.

Mi felicidad está servida porque la llevo dentro. Somos energía plenamente integrada en el universo.

                                                            ANA ROSA GUTIÉRREZ ÁLVAREZ

viernes, 13 de octubre de 2023

Reflexiones al hilo de mis pasos - DESCANSO EN EL CAMINO

 


Con el alma agotada y los pies fatigados de tanto caminar busco refugio al pie de un árbol sabio, que crece cercano a la vereda y me acoge en su abrazo silencioso, sin preguntas. Descansando mi cuerpo en el montículo suavemente mullido levantado por sus raíces, mi espalda sostenida por su tronco, adormecida por el rumor del viento entre el follaje, sangre y savia se mezclan y mi conciencia asciende por sus ramas hasta la última hoja, que pende ligera y sola, sostenida con fuerza por el fino peciolo que la aferra a la Vida.

Mi perfume se une con fragancias de flores diferentes, de colores diversos, pero ese aroma dorado y fresco que se emana en el aire solo de mí procede, aunque se funda armónico en vegetal sinfonía, sin diluirse en el todo por completo, consciente de sí mismo.

El rocío brillante limpió pétalos tristes, ahora resplandecientes. La brisa en la mañana desempolvó los trazos marcados en las hojas, un mapa de caminos tan conocidos e ignotos como las líneas de mi mano.

Siguiendo alguno de ellos vuelvo a entrar en mi cuerpo, purificado por una suave lluvia amarilla y fragante de brotes tiernos desprendidos del árbol, que acarician mi rostro, caen sobre mi regazo, como lágrimas dulces por la separación, dejando una semilla de abundancia en mi alma y ánimo para retomar mi Camino renovada, conociendo el sentido de mi próximo paso.

Ana Cristina López Viñuela

miércoles, 11 de octubre de 2023

LA MARIPOSA BAILANDO A RITMO DE TANGO

 


Durante el periodo estival me he dedicado a observar la naturaleza, no sólo como tema fotográfico sino como el trasfondo emocional  que me transmite.

En particular me he detenido en la vigorosa y elegante mariposa. Vida corta e intensa surgida de una oruga, no tan agraciada a la vista.

Cuando miro atrás y contemplo mi vida desde la distancia me veo como la oruga, de un aspecto deslucido que se arrastra durante su periodo vital dando paso a la crisálida. Esta suele estar encerrada en un capullo donde permanece inmóvil y sin alimentarse. Ese pudo ser el periodo de mi  adolescencia, arropada por la familia, con un apego arraigado y sobreprotegida. Algo que a la larga me expondría a serios problemas a los que he tenido que enfrentarme en mi edad adulta.

La madurez no es el cumplimiento de una edad, es tener las coordenadas colocadas en el lugar adecuado y a pesar de que el viento no sople a favor, resistir sabiendo manejar el barco.

Así llegué a convertirme en mariposa después de un extenso trayecto de años.

Conseguir la ansiada libertad para mí, significa valorarme, aceptarme y decidir sobre mi vida, teniendo en cuenta y eligiendo un camino, lo que significa desechar otros.

Ahora la mariposa baila a ritmo de tango saboreando el néctar de las flores. No soy aquella niña tímida e insegura que era, incapaz de gestionar sus miedos. Miedo a: ser juzgada, al que dirán, miedo a la muerte… más bien,  en definitiva, miedo a enfrentarme a la vida.

Las características de mi estado emocional fueron:

-        No asumir responsabilidades  ajenas.

-        Poca capacidad para afrontar los retos.

-        Baja tolerancia a la incertidumbre ya a la frustración.

-        Desarrollo de nerviosismo, exceso de timidez  y múltiples inseguridades.

Fue fundamental el refuerzo de la autoestima para desarrollar mi asertividad y gestionar el miedo.

El ejercicio del tango es un claro ejemplo de terapia para mí. Una forma de fortalecer músculos y de diversión, añadiendo otra terapia conocida como risoterapia que ha fomentado el grupo- de compañeros.

La característica es la proximidad sensual de los cuerpos. Es un  baile de emociones en los que los miembros de la pareja tienen un papel de seducción.

Los beneficios de este baile según los expertos son numerosos: reduce la hipertensión, el colesterol total, el LDL, favorece la circulación y retrasa el envejecimiento, beneficios para la salud cardio y cerebrovascular.

La transformación está conseguida y hoy lo celebro, sin descuidar nuestro papel en blanco, en la vida que vamos rellenando día a día con nuestras experiencias.

ANA ROSA GUTIÉRREZ ÁLVAREZ

martes, 19 de septiembre de 2023

COMO LA VIDA MISMA – LA PRÍSTINA ROSA

 


La niña descubrió una hermosa flor en el jardín, igual que el Principito en su planeta. Singular, única, diferente. Se maravilló ante su color y su forma, aspiró su perfume inconfundible, palpó con suavidad el terciopelo de sus pétalos. Acudió feliz a su madre para compartir su hallazgo y esta le reveló con voz solemne que la flor era una rosa. Repitió varias veces la palabra, paladeó cada una de sus letras y la grabó en su memoria, para aprisionarla allí, cautiva de su deseo de retenerla por siempre, pues sin haber leído a Umberto Eco supuso que la rosa verdadera residía en su nombre.

Con el fin de comprenderla y hacerla suya buscó la palabra en el diccionario. La pronunció en mil lenguas para saborearla, recreándose en cada uno de sus matices sonoros. No conforme con la definición sencilla profundizó en el concepto, consultó enciclopedias y manuales de botánica, hasta poder recitar de corrido todas sus características, familias, tipos, géneros y variedades, para hacerse la ilusión de poseer su sustancia sin resquicios. Mientras tanto la rosa física se había marchitado inadvertidamente. La niña, distraída, no estaba allí para despedirla y, sin ser consciente del porqué, fue creciendo con una indefinida sensación de pérdida.

Para conservar su recuerdo se rodeó de ramos sofisticados, caros, que se marchitaron en sus jarrones exhalando en su agonía delicadas fragancias, con los que elaboró espléndidos centros funerarios de flores secas, nacidos muertos. Incluso creó perfectas imitaciones artificiales, sin defectos e inmarcesibles, jugando a ser diosa. Trató de reproducir sus cualidades para recrear la experiencia: se roció con su esencia, se vistió con su color, pintó su entorno de tonos rosados... Y nada de ello le devolvió la rosa genuina, que era libre y no tenía precio.

Añorándola, buscó hacerla inmortal a través del arte y durante años la recreó en poemas, melodías y pinturas, la declamó, la fotografió, la filmó, la interpretó… mas solo fue capaz de inventar bellas imágenes, reflejos desvaídos y huecos, meros sustitutos simbólicos de la rosa real, que acudían en su lugar cuando la invocaba.

Mucho tiempo después, una anciana cansada de buscar se sentó, sin pretensiones, en un rincón del abandonado jardín. Sus ojos se toparon distraídamente con una rosa silvestre. Su aspecto no era impecablemente simétrico, ni destacaba por su aroma especial, ni podía competir con la mayoría de las flores que había observado, estudiado, cantado o adquirido a lo largo de su vida. Incluso se notaba algo ajada, solitaria en medio de un arbusto desmedrado y salvaje. Pero era auténtica.

Le prestó toda su atención, sin compararla con otras, ni intentar clasificarla, aprehenderla, destilarla, reducirla a una idea, sentimiento, sensación, expectativa o producto. Y esa mirada limpia reconectó con la rosa primigenia, convertida en presencia pura e inasible, eternamente fugaz. La mujer se reconoció en su savia palpitante y sonrió satisfecha, ya sin temor al agostamiento y la muerte. Se había reencontrado con su amiga, que no era la rosa sino la niña, tan enigmática como la Gioconda, fiel custodia del secreto de Heráclito: todo fluye.

Ana Cristina López Viñuela

 

domingo, 16 de julio de 2023

EL CAMBIO ES LO ÚNICO CONSTANTE

 



Me gusta hacer el Camino cuando el invierno se está convirtiendo en primavera. Los árboles se disfrazan de piedra y son como esculturas de sí mismos en hierro oxidado, que se recortan desnudas en el azul de un cielo inmisericorde, aunque a veces las nubes piadosas vistan sus ramas como una floración de algodón celestial. Cuando las rocas cubiertas de líquenes parecen troncos caídos, que se mimetizan con las montañas viejas y grises, con neveros en lo alto, allá a lo lejos. Y mientras, por contraste, las mejillas tersas y verdes de los praderíos muestran un bozo suave y recién afeitado de hierba tierna, en una ostentosa celebración de vitalidad. En el aire un aroma agridulce a descomposición y nacimiento. La decadencia y la pujanza constituyen dos extremos de una misma realidad, que cuando se polariza parece dual.

Un grupo de corzos trata de hacerse invisible jugando al “escondite inglés”, alternando las rápidas carreras con la inmovilidad absoluta, fundiéndose con el paisaje. El movimiento y la quietud se oponen aparentemente, pero solo engañan al ojo poco avezado.

El sendero a veces pasa sobre la hierba mullida que cede a la pisada y se vuelve inmediatamente a alzar, pero otras agita las hojas secas del suelo, que vuelven a depositarse en la tierra tras un fugaz revoloteo; a veces la bota es succionada por el cieno encharcado y, en ocasiones, un desprendimiento de gravilla desliza el pie cuesta abajo. Pero aunque muestre aspectos diferentes, el camino permanece.

Parece contradictorio, pero el murmullo cadencioso del agua que corre, el cantar de los pájaros, el ruido de la pisada o el ritmo de la respiración ayudan a crear silencio interior, que no es falta de sonido, sino la integración de cada uno de ellos como parte de una armonía superior.

La mente humana, a la que tanto le gusta distinguir, separar y clasificar, nos quiere presentar como opuestos el día y la noche, la juventud y la vejez, la vida y la muerte, cuando son distintas manifestaciones de lo mismo. Porque la naturaleza no actúa de forma lineal sino cíclica, y cuando un estado llega a su consumación, de alguna manera marca otra vez un principio. El cambio constante forma parte de un continuum. La realidad verdadera se aprehende cuando se renuncia a categorizarla y retenerla en un punto, y simplemente se observa, se admira y se acepta, porque las distinciones son categorías artificiales que nos separan de lo que es más cierto, de la unidad de fondo que comparte todo lo creado.

Ana Cristina López Viñuela

miércoles, 14 de junio de 2023

EL RINCÓN DE INMA - EL PUZZLE

 


Llega el verano y me encuentra con unos kilos de más, nada grave. Dando vueltas a la idea de comprar un bikini que me tape la tripa, me arriesgué a pedir opinión a mi hijo, le pareció mala idea, “es mejor que la dejes al aire, aceptación madre, aceptación, sé una gordita feliz”, me dijo y los dos nos reímos.

Pasadas unas horas y sin convencerme mucho ninguna de las dos soluciones me plantee adelgazar, ahí volvió a entrar en escena una palabra olvidada en mi día a día, las sentadillas. Sigo sin comprender por qué dejamos de lado lo que nos funciona.

Como una película pasó por mi mente todo el proceso de crecimiento personal, desde que soy socia de Dones y Talentos, y me pareció buena idea compartirlo para que a través de mis piezas del puzzle del cambio hagáis un recordatorio de las vuestras por si se os ha caído alguna debajo de la mesa y de paso por si sirve de pista a las nuevas incorporaciones.

Los que conocéis la historia ya sabéis la receta que me dio Juan el día que nos conocimos, haz sentadillas, esa fue la primera pieza del puzzle, las sentadillas. Si tenemos en cuenta que mis movimientos eran muy limitados y salía a la calle los días que había suerte apoyada en un carro de la compra, semejante propuesta me descolocó. Aun así, las empecé a hacer, dos o tres al principio, mis piernas temblaban y las lágrimas nublaban la imagen patética que me devolvía el espejo, pero le quería demostrar que no se había enterado de nada, en eso me equivoqué, y todavía no sabía decir que no, menos aún a una persona que hablaba con tanta convicción y dedicaba su tiempo de forma altruista. Ahí apareció la segunda pieza, la confianza, aunque yo en ese momento no veía el camino, elegí creer. Esta pieza se unió a otra fundamental, el compromiso.

Había probado otras alternativas, una de ellas la homeopatía, muchos seréis escépticos, fruto del placebo o no mejoré. Yo era una paciente que acudía a consulta una vez a la semana, el homeópata me hacía unas preguntas, que se contestaban generalmente con si o no. Cuando me estrechaba la mano y traspasaba el umbral de la puerta nuestra relación terminaba. Me recetaba unas bolitas que se colocan debajo de la lengua y ya. Bueno, ya no, el precio se salía bastante de mi presupuesto. Todo iba bien, hasta que volví a empeorar y no tenía respuestas, las bolitas habían dejado de hacer efecto, fin.

En Dones descubrí la psicología y con ella un camino diferente, plagado de herramientas para que te conviertas en responsable de tu cambio, te apoyes en tus fortalezas y puedas practicar cuántas veces quieras, cuántas más mejor. ¿Es difícil? Mucho menos que sobrevivir.

Así me abrace al Juanismo como el que abraza el único árbol del bosque tras un incendio.

Después llegaron muchas piezas más, la aceptación, el agradecimiento, la meditación, vivir aquí y ahora para eliminar la culpa y la ansiedad. Disolver el miedo afrontando. El amor incondicional. Comprender que no puedo cambiar a los demás, ni lo que no depende de mí, que en ambos casos sólo puedo elegir mi actitud.

Así, con las diferentes charlas, el puzzle se fue haciendo más grande, llegaron los libros recomendados, mis preferidos son Tus zonas erróneas (Wayne Dyer), El hombre en busca de sentido (Víctor Frankl) y Más fuerte que el odio (Tim Guénard).

Si leer fue una pieza clave a escribir le podría dedicar varios capítulos, sin duda las palabras son el viaje.

Llegó la Ley de atracción, atraes a tu vida todo aquello a lo que prestas atención, energía y concentración, sea positivo o negativo.

Y el eneagrama, que Juan nos está haciendo una resonancia con contraste de cada número, de momento yo me quedo con que tenemos una tendencia de personalidad, y eso me hace más empática y compasiva conmigo y con los demás.

Pellicer, Chopra, Las cosas de Carlitos, y hasta Rita con su caballo.

Recuerdo que cuando era pequeña tenía un puzzle del mapa de España, lo hice tantas veces que me lo sabía de memoria, me salía hasta cuándo lo ponía boca abajo.

En nuestro puzzle, el de la vida, a cada uno le cuesta encajar más unas piezas que otras, las favoritas también son diferentes, pueden ser flores, un café, o la victoria de tu equipo. La manera de resolverlo tampoco tiene porqué coincidir, cuando el alumno esté preparado aparecerá el maestro, está bien empezar por los bordes, separar por colores, o centrarse en lo más complicado.

Es importante recordar que la parte más importante de mi puzzle soy yo, tú lo eres del tuyo. Aunque la vida a veces se descoloque y las piezas se muevan, ya sabemos dónde están las que nos funcionan y podemos volver a ellas una y otra vez para recomponernos.

 

INMA REYERO DE BENITO

sábado, 22 de abril de 2023

NIVELES DE COMUNICACIÓN INTERPERSONAL


 

Si bien es cierto que vivimos en la era de la comunicación, nunca antes han existido tantas posibilidades de comunicarnos a través de varios canales, eso no significa que la calidad de las comunicaciones sean las más adecuadas para nosotros, es más, si bien, hay mayores difusiones de mensajes (cantidad), creo que ha sido en detrimento de la calidad.

John Powell hablaba de 5 niveles de comunicación:

1)   CONVERSACIÓN TÓPICA: Es el nivel más superficial de comunicación. Hablamos con frases estándares:

·       ¡Vaya tiempo hace hoy!

·       ¿Cómo te encuentras?

·       A ver si nos vemos.

·       Todo irá bien.

·       Bueno, con paciencia.

·       Menos mal que todo se calma.

·       …………………..

Todas estas comunicaciones están vacías de contenido personal. Hablamos de todo, menos de nosotros mismos. No se comparte nada propio. SIGUES SOLO EN APARENTE COMUNICACIÓN. Es hablar sin hablar, oír sin escuchar. El silencio interno sigue, porque no hay verdadera comunicación. Hay ruido, sonidos, pero sin comunicación en sí misma.

2)   HABLAR DE OTROS: Seguimos sin revelar nada de nosotros y nos adentramos en hablar de otros:

·       El médico me ha dicho que…..

·       Ayer estuve con Mercedes y me dijo que….

·       Fíjate que mala suerte ha tenido Eusebio con lo de…..

·       Cada vez estamos peor con estos políticos….

·       ………………….

Nos mantenemos en un nivel en el que seguimos hablando de lo externo a nosotros. No nos compromete personalmente. Sigues siendo desconocido para el otro y el otro para ti.

3)   NUESTRAS IDEAS Y OPINIONES: En este nivel nos atrevemos a dar opiniones o ideas sobre lo de fuera, pero seguimos sin hablar de nosotros mismos (el mundo emocional). Aquí sí estamos pendientes de las reacciones de los otros ante lo que pensamos u opinamos, con lo cual es postura defensiva. Acomodamos nuestra ideas u opiniones a las de los demás, asegurándonos ser aceptados.

4)   MIS SENTIMIENTOS, TUS SENTIMIENTOS: Este ya es un nivel en el que empieza a aflorar lo de uno, lo propio, porque los sentimientos son indicadores de lo que claramente me diferencia de los demás. Powell lo denomina “gut level”, que significa nivel de las entrañas. Para comunicar de verdad no sólo hay que comunicar con la cabeza, sino también con las entrañas. Aquí están nuestros miedos, pasiones, nostalgias, frustraciones, etc. Tenemos miedo a hablar desde este nivel y no somos conscientes de que desde este nivel es desde el que puedes empezar a ayudar a los otros y a ayudarte a ti mismo. Las impotencias, frustraciones, miedos, culpabilidades, tristezas, cuando se comparten, nos quitan “soledad”, “hay otros como yo”. Para drenar emociones hay que compartirlas. Entrar en este nivel es descansar la comunicación en: ser sinceros y auténticos en lo que sentimos; racionalización escasa; confianza plena en el otro; ausencia de juicio moralizante; liberar los sentimientos de los juicios morales; ponernos en el lugar del otro, sin perder nuestro espacio.

5)   AMISTAD PROFUNDA Y AUTÉNTICA: Es una comunicación de entrega, de dación de todo nuestro ser. Escuchar centrado en el otro, en la energía que nos fluye, en los sentimientos, en los valores que nos llevan al encuentro.

 

Agradezco a Powell este acercamiento a la verdadera comunicación. Espero os haya sido de interés.

Un besote.

Juan.

 

domingo, 5 de febrero de 2023

EL RINCÓN DE INMA - EL SITIO DE NUESTRO RECREO

 


El lunes 30 de enero (2023) estaba destinado a ser un día más, empezó con las rutinarias tareas domésticas, en la calle hacía frío, los -3°grados que marcaba el móvil y la ropa de abrigo que llevaba la gente que pasaba lo confirmaban. La música de fondo se mezclaba con el tono de mensajes entrantes de WhatsApp, en todos una foto reenviada muchas veces: la escuela de mi pueblo en llamas, no me lo podía creer, empecé a abrir otros chat en busca de más información, lo mismo, un incendio arrasa la escuela, el salón de los mozos, lo que fue el teleclub y el sindicato, en definitiva, la casa de todos. Pienso en mi padre que lleva viviendo cinco meses con nosotros en León, pero dice que él sigue siendo ciudadano de La Villa (*), no sé cómo contárselo, me faltan palabras y las imágenes son demasiado duras.

Enmudezco, rompen el silencio los recuerdos en mi mente. En ese edificio estuvo la escuela, donde aprendí a leer, a escribir, también valores y compañerismo.

Nuestra profesora se llamaba Doña Sara, en aquella época el Don iba cosido a ciertos nombres en señal de autoridad y respeto. Si te castigaban, de nada te valía llegar a casa y quejarte porque recibías ración doble, "algo habrás hecho", sentenciaban con voz firme y sin perder tiempo ni pedir cita para un psicólogo.

De Pascuas a Ramos nos visitaba un inspector, ese día una vara verde de mimbre con la que Doña Sara nos enseñaba a ver las estrellas, pasaba en décimas de segundo de su mesa a estar clavada en una maceta como inofensivo instrumento para remover la tierra.

Si caía una buena nevada, ya no nieva como antes (aplicable a todos los años menos a 2015), le abrían vereda, que eso de suspender las clases es para las filomenas.

Varios años después cuando se jubiló, llegó Patro, con ella el Don empezó a deshilvanarse de las costuras del nombre del maestro y de muchos otros, no sé si por evolución, involución, una forma de abreviar o en su caso porque su sonrisa acortaba distancias. Con ella empecé a ser la niña de los nueves, aunque se me daban mejor las letras.


Tengo recuerdos vagos del sindicato, estaba según entrabas en el edificio a la izquierda, era una tienda con un mostrador de madera y una mezcla de olores intensos. Se vendía a granel azúcar, orujo, aceite; también bacalao, chocolate y productos varios a cuarto y mitad.

Sin darme cuenta llegó la adolescencia y el salón de los mozos pasó a ser punto de encuentro, una palabra de mayores se abría paso en las vidas de mi generación: la verbena. Pasé bastantes horas delante y detrás de la barra, la pista de baile la frecuenté menos, de esto no hablaré mucho porque lo que pasa en la noche se queda en la noche, con los amigos, la fuente y la chopa como testigos.

Y llegó esa noche gélida de finales de enero que ni San Tirso se quiso atribuir, por eso dejó que pasaran 24 horas.

Me imagino a los objetos cobrando vida como en un cuento infantil, buscando atraer un final de besos y perdices.

¡Fuego, fuego!, el grito provenía del salón, del rincón de los Belerdas en concreto, en medio de una gran confusión los acontecimientos se precipitaron, todo empezó a arder. En el futbolín se jugaba la última bola, el que meta gana, el equipo que acababa de encajar un gol saca rápido desde atrás tratando de sorprender, varios tiros a puerta después la bola sale del campo y se pierde entre el humo para siempre.

El hielo cambia de estado y trata de hacer frente a las llamas, pero está en inmensa minoría y pronto se evapora sin esperanzas. La pianola resiste hasta el final como los músicos del Titanic, enmudecen con ella melodías ancestrales y cesan todos los bailes.

En el piso de arriba, en la escuela, las sillas se colocan en círculo y juegan, hasta que sólo queda una, y después ninguna. Las tizas y los borradores tratan de hacer de cortafuegos al encerado, saben que sin él no son nada, sólo munición para lanzar sobre alguna cabeza despistada.

Las tijeras, gomas y reglas no vieron el peligro porque estaban jugando al escondite y ocultas en el cajón de un pupitre sin saber por qué se durmieron.

En el mapamundi ardieron todos los continentes y el país de Nunca Jamás con ellos.

Los niños…los niños ya no estaban hacía mucho, y en esa mañana fría de finales de enero por primera vez me alegré de algo.

A piedra, papel o tijera se perdió una batalla en la que el fuego ganó la partida a las mangueras y a un pueblo en desventaja.

Si cuando cerraron la escuela sentí un dolor como cuando me clavaron la punta de un compás en la espalda, ahora puedo decir que parte de mis raíces son cenizas.

Unidos empezaremos la casa por el tejado. Volverán los pasodobles y las risas. Volverá la vida. Volveremos.

 

INMA REYERO DE BENITO

 (*) La Villa, llamada así por los lugareños a Boca de Huérgano (León)  


domingo, 8 de enero de 2023

EL TIEMPO NO EXISTE

 


El tiempo no existe. El tiempo sólo son las cosas que te pasan, por eso pasa tan deprisa cuando a uno ya no le pasa nada. Después de los Reyes, un día notarás que la luz dorada de la tarde se demora en la pared de enfrente y apenas te des cuenta será primavera. Ajenos a ti, en algunos valles florecerán los cerezos y en la ciudad habrá otros maniquíes en los escaparates. Una mañana radiante, camino del trabajo, puede que sientas una pulsión en la sangre cuando te cruces en la acera con un cuerpo juvenil que estalla por las costuras, y un atardecer con olor a paja quemada oirás que canta el cuclillo y a las fruteras les habrán llegado las cerezas, las fresas y los melocotones, y sin saber porqué, ya será verano. De pronto, te sorprenderás a ti mismo, rodeado de niños, cargando la sombrilla, el flotador y las sillas plegables en el coche para cumplir con el rito de olvidarte del jefe, y de los compañeros de la oficina, pero el gran atasco de regreso a casa será la señal de que las vacaciones han terminado y la playa te llevarás el recuerdo de un sol que no podrías distinguirlo del sol del año pasado. El bronceado permanecerá un mes más en tu piel y una tarde descubrirás que la pared de enfrente oscurece antes de hora. Enseguida volverán los anuncios de turrones, sonará el primer villancico y será otra vez Navidad. La monotonía hace que los días resbalen sobre la vida a una velocidad increíble sin dejar huella. Los inviernos de la niñez, los veranos de la adolescencia eran largos e intensos porque cada día había sensaciones nuevas y con ellas te abrías camino cuesta arriba contra el tiempo. En forma de miedo o de aventura estrenabas el mundo cada mañana al levantarte de la cama. No existe otro remedio conocido para que el tiempo transcurra muy despacio sin resbalar sobre la memoria que vivir a cualquier edad pasiones nuevas, experiencias excitantes, cambios imprevistos en la rutina diaria. Lo mejor que uno puede desear para el año nuevo son felices sobresaltos, maravillosas alarmas, sueños imposibles, deseos inconfesables, venenos no del todo mortales, y cualquier embrollo imaginable en noches suaves, de forma que la costumbre no te someta a una vida anodina. Que te pasen cosas distintas como cuando uno era un niño.

 

Manuel Vicent

viernes, 6 de enero de 2023

EPÍLOGO DE LA NAVIDAD

 


En este periodo navideño decido apearme para meditar sobre mi vida.

En ocasiones muy diligente, otras cargada de decepción, con un toque depresivo, alimentando rumiaciones desafortunadas y, como conclusión, la actual etapa cargada de aceptación consolidada.

Viajo feliz con mi imaginación y, por supuesto, ser realista, tener cabeza y sentido común, a ser posible descalza, sintiendo la suavidad de la arena, el frescor de la hierba, la rugosidad del empedrado, la calidez de la experiencia, sentir que todo fluye y nada permanece a lo largo de los años. Esta vivencia me ha demostrado lo atractiva que es esta aventura.

Un rompecabezas es la vida.

Un vacío legal en el alma.

Tela de araña muy tejida.

Un desván de recuerdos obsoletos.

Un futuro incierto y sin salida.

 

Un día decidí abrazar la vida.

Un globo que se deshincha.

Un líquido que se derrama.

Huellas que se borran.

Aire de despedida.

 

Propongo unos objetivos:

- Abatir las ansias de guerra

- Sofocar el hambre en el mundo.

- Mitigar emociones, como la ira.

- Enaltecer la humildad.

- Ronronear al ritmo de la calma.

Se me ocurre aplicar la Ley de Atracción en todos estos puntos y, como el mayor regalo que se nos puede hacer, pedírselo a Sus Majestades Los Reyes Magos, no son objetos materiales, son añorados deseos. Hasta ahora los deseos más inimaginables se me han cumplido.

ANA ROSA GUTIÉRREZ ÁLVAREZ