Dolor, tengo
que hablarte y mis ojos se nublan, me duele
el pecho, me falta el aliento, quiero gritarte, zarandearte, ya aprendí,
puedes marcharte.
Mi fiel
compañero de viaje, en ninguna estación quieres bajarte, yo quería bailar y tú
empeñado en pisarme.
Quise
evitarte, hacer cómo que no estabas, no sentirme triste y no me dejaste.
Bloqueaste mi alegría, mi optimismo, perdí el rumbo, mi cuerpo iba a los sitios
pero mi mente quedaba contigo.
Cuánto
dolor, siempre en desacuerdo, dos imanes con un solo polo, tú la tela de araña
y yo una mosca atrapada, fatigada, extenuada.
Sin darme
cuenta te perdí, perdí tus abrazos, tu complicidad, perdí tu risa y flaqueron
mis fuerzas. Impotencia, frustración, ansiedad, rabia.
Un día
decidí romper cadenas, pedir ayuda para los dos, aunque dicen que sólo puedo
influir y que nadie cambia si no quiere.
Te quiero y
te perdono, comprendo que no lo haces aposta que este dolor es necesario, que
juntos creceremos si sabemos llevarlo.
Trato de
aceptarte. A veces lo consigo, otras me vences, pero no me convences, insisto,
nunca desisto, quiero que vuelvas, no hay marcha atrás.
Caminaremos
de la mano, te contagiaré de felicidad y haremos camino al andar.
Inma Reyero
de Benito
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