La emoción aún empaña sus ojos cuando recuerda aquel lejano
día, se ve inmóvil, acurrucada en el suelo, abrazándose las rodillas con sus
brazos temblorosos. La mirada perdida en un punto infinito esperando
encontrar respuestas… ¿Por qué a mí?
¿Qué hice mal? Se tortura hasta la extenuación, como si tanto dolor pudiera
tener respuesta.
… Hubo más días, también lejanos en su frágil memoria, parece
como si su mente la quisiera proteger.
La vida siguió, pero su mundo se paró, dejaron de sucederse
las estaciones, el crudo invierno se instaló en su piel. Se quebró su voz, ni
una lágrima más se derramó.
Para él era suya, ella se sentía del aire…
Pasa el tiempo, las heridas sanan pero su alma está rota y
muchos días al atardecer, mientras la vida sigue, ya sin brillo, vuelve a
sentarse en su rincón, se abraza las rodillas y sueña que es una mariposa de
alegres colores, volando, volviendo a ser, era luz,era libre, se mezclaba con
las puestas de sol, era ola en el mar, jugueteaba con la brisa… cuentan, que
una de esas tardes la ventana apareció abierta y no la volvieron a ver jamás…
… Mientras tanto la vida siguió…
Inma Reyero
de Benito
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