Como
una tormenta de verano las nubes amenazaban sobre su cabeza, adoptaban
distintas formas, unas tenían apariencia de creencias irracionales, otras de
pensamientos negativos, algunas más dispersas iban empapando su mente dejando
una sensación de vacío, además, estaban las eternas "no puedo" que, cuando se activaban, eran como un tsunami y no dejaban espacio a la esperanza.
De
todos es sabido que, de vez en cuando, puede haber tormenta, aunque, como todo
fenómeno atmosférico, no siempre se pueda determinar con precisión dónde caerá,
su intensidad y los destrozos que ocasionará, pero siempre da señales que nos
indican que es mejor que nos resguardemos ya que de lo contrario sus efectos
pueden ser devastadores.
Hay
coleccionistas de tormentas, incluso las provocan como si de los efectos
especiales de una superproducción se tratara y quedan enredados en su bucle por
más tiempo del necesario convirtiéndose en creadores de su propio naufragio.
Otros,
simplemente se dejan refrescar por ellas, abriendo su mente a nuevas
posibilidades, se dejan despeinar por el viento refrescante, respiran
intensamente ese olor a tierra mojada que provoca una inevitable cascada de
recuerdos, porque no es nuestra primera tormenta, y de peores hemos salido.
Las
tormentas hacen que valores más el cielo despejado, los buenos momentos, las
tormentas son intensas, son breves, nos vienen a decir que te mojes y que todo
pasa.
No
te resistas, la tormenta va a venir igual, y si abres los brazos, si te dejas
calar por ella, al menos, obtendrás un aprendizaje y no serás la misma persona
cuando logres salir de ella.
Somos
humanos, somos vulnerables, sólo es un mal día, esto también pasará….
INMA
REYERO DE BENITO
Despues de la tormenta siempre viene la calma.
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