jueves, 30 de julio de 2020

JOAN SÁNCHEZ FORTÚN - COMPRENSIÓN



La compresión es uno de los valores que más distingue a quien la posee. Facilita construirnos como seres humanos: nos humaniza; nos acerca al prójimo y dificulta la crítica inútil y estéril al tiempo que forjamos, mediante  la comprensión, unos  vínculos de unión. Potencia y fortalece la calidad humana y evolutiva: tiende puentes y lazos afectivos; la incomprensión los destruye.
El "arte" de comprender ejerce de bálsamo redentor en la relación humana. 

Antes de criticar a nuestro semejante, deberíamos ponernos en su lugar para comprenderlo. Entonces, desde esta posición, deberíamos cuestionarnos cual hubiera sido nuestra actitud ante idéntica situación. Con este solo ejercicio de humildad, ¿cuántas críticas y situaciones complejas- provocadas por nosotros mismos- nos hubiésemos ahorrado en nuestra vida? Lo fácil es la crítica destructiva; lo difícil es el "arte" de comprender para evitar tantos prejuicios sin sentido.

Ante nosotros tenemos una  ardua, pero maravillosa tarea, como es la de comprender a nuestros semejantes. Intervienen diversos factores o actitudes.
Para comprender mejor a nuestros semejantes, debemos evitar ponernos en primera persona en la interrelación,  y obligar a que los demás piensen y actúen como lo haríamos nosotros mismos. Con esta evolutiva  actitud, rebajaremos y evitaremos los puntos conflictivos y de tensión; de lo contrario, los agudizaremos.

Para comprender a nuestros semejantes  debemos fortalecer la escucha, porque sin ella, improbablemente, llegaremos a comprenderlos. Escuchar implica estar fuera de mí, para estar dentro de ti, lo que equivale a escuchar  y comprender tus vivencias y tus razonamientos. No ponerme en primera persona, porque tú en ese momento eres esa primera persona a la que debo escuchar para  comprender. A través de la escucha se abren las puertas de la comprensión, las que impedirán la crítica fácil y carentes de sentido.
Por medio de la escucha responsable -la que facilita la comprensión- se abren los lazos afectivos. No podemos querer ni comprender a quien no escuchamos porque no lo sentimos como ser humano. Una pared ni escucha ni retrasmite emociones: no siente. Evitemos ser como esa pared "muerta de emociones y de sentimientos", la que  no escucha  ni siente  a sus semejantes.

¿Puedes aceptar a tu semejante si no lo comprendes? La aceptación es otro de los valores inherentes al arte de la comprensión. Cuando comprendes, tienes mayor facilidad para aceptarle, y mayor dificultad para criticarle, facilitando a su vez unos puntos de encuentro. La no aceptación es el "primer" motivo de sufrimiento y enfrentamientos de la especie humana. No lo olvidemos.

Por medio de la comprensión, evitaremos la crítica fácil, destructiva y sin sentido, la que tal vez, la sociedad practica con excesiva frivolidad y facilidad.  Comprender para no criticar, juzgar y condenar a nuestros semejantes.
El arte de comprender es una de las primeras artes que la especie humana tiene ante sí, la que deberíamos  practicar si deseamos construir un mundo mejor, el que facilitará, en gran manera,  construirnos como persona y sociedad.

Un cordial saludo.

Joan.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu comentario aparecerá una vez revisado por el moderador de la página. Gracias.