viernes, 14 de junio de 2019

EL RINCÓN DE INMA CELEBRA LA VIDA




Después de unas semanas de  bastante actividad todo volvió a la normalidad y llegó el momento soñado, me senté cómodamente en mi silla, todo estaba ordenado a mi gusto, respiré profundamente, había merecido la pena.

Al centrar mi mirada vi unos restos de pintura en la mesa, casi imperceptibles, pero eran como el punto negro en medio de una gran pizarra, me hacían perder de vista todo lo conseguido, empecé a quitarlos con la uña, distraidamente.

No entendía nada, todo estaba en su sitio, hace unos días hubiera pagado porque llegara ese momento y ahora… ¿no iba a saber disfrutarlo?

Llegué a la conclusión de que apreciamos muy poco nuestros logros, enseguida buscamos nuevos proyectos o nuevas formas de complicarnos la vida.

Está bien tener objetivos y ser ambicioso, las nuevas metas nos motivan, pero a veces hay que tomarse un respiro, valorar el empeño y la ilusión que pusimos para lograr lo que nos habíamos propuesto y celebrarlo.

En general las personas pasamos muchas horas hablando de cosas triviales como el tiempo o lo que es peor, quejándonos, hay una competición para ver a quien le pasan más cosas horribles ¿el premio? Victimizarse y conseguir atención, parece que está mal visto descansar o que te vaya bien.

Claramente no voy a entrar en ese juego. Confieso que a veces soy feliz, me río a carcajadas, como chocolate sin remordimientos, consigo mis objetivos, puedo parar, desconectar, tomar café con mis amigas, a veces sueño otras vidas, desordeno versos, soy imperfecta.

No solo organicé mi habitación sino también mis prioridades, han pasado varios días y en la mesa siguen restos de pintura que no me impiden ser feliz.

INMA REYERO DE BENITO

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