lunes, 18 de enero de 2021

APRENDER A SONREÍR CON LA MIRADA

 


            Cuando salgo al exterior me gusta observar todo en la medida de lo posible, personas, animales, plantas, y por supuesto comportamientos, palabras, sentimientos, obras y demás.

           En ocasiones me producen una grata alegría y en otras una especie de pena, no tanto por el comportamiento de personas, sino por el hecho de derivar de una situación adversa que de una u otra manera nos ha llegado a todos y nos marca.

           Un día cualquiera, en el autobús, observé atentamente a una niña pequeña en un cochecito de bebé. Era preciosa como un angelito de esos que se ven en las postales, rubia y de unos grandes ojos azules. Comencé a mirarla y a sonreír, vaya mi sonrisa la tapaba mi mascarilla, pero la pequeña no solo orientó su mirada hacia abajo, sino que la apartó totalmente de mí, e incluso llegó al punto de enfadarse con su ceño fruncido.

           Miraba a su madre supongo, y su madre a mí. Un acto frío, triste. Por medio de un beso al aire, puesto que no salía de mi boca tapada., más se enfurecía.

           Yo pensé en la infancia y en la juventud que comienza a vivir. ¿Qué se les pasa por la cabeza? ¿Cómo son educados ahora? En el temor, en el miedo, en la desconfianza, ¿demasiado protegidos?

           Qué distinta situación hace tiempo, cuando en brazos de una madre, se dejaba esconder al “cu cu tas tas” de mis palabras y me decía adiós con la mano y se reía como sí nos conociéramos de siempre.

           Si los ojos según dicen, son "el espejo del alma", me gustaría aprender a sonreír a los DEMAS con la mirada y si surge una carcajada mejor.

           Pues este mundo interior tiene mucho que sacar al exterior, expresarse con sinceridad, ayudarnos, compartir, practicar la bondad, la humildad, la caridad......en definitiva en el más alto sentido de la palabra: VIVIR EN ARMONIA CON NUESTRO INTERIOR, proyectándolo hacía los demás, sin esperar a no recibir lo que se da. Porque lo que se da, suele volver como un bumerang, pero en caso de que no vuelva, nos sentiremos los seres más afortunados del Universo.

           Nos queda la esperanza de CREAR, NO FABRICAR un mundo mejor, más humano.

  

ANA ROSA GUTIÉRREZ ÁLVAREZ

2 comentarios:

  1. Yo pensé en la infancia y en la juventud que comienza a vivir. ¿Qué se les pasa por la cabeza? ¿Cómo son educados ahora? En el temor, en el miedo, en la desconfianza, ¿demasiado protegidos?
    Porque que lo que se da, suele volver como un bumerang, pero en caso de que no vuelva, nos sentiremos los seres más afortunados del Universo.
    Bonita reflexión. Excelentes frases y puntos de encuentro con uno mismo.
    FELICIDADES.
    Joan

    ResponderEliminar

Tu comentario aparecerá una vez revisado por el moderador de la página. Gracias.