jueves, 4 de agosto de 2022

UN EJEMPLO DE RESILIENCIA (CASO 4) (PARTE 2) EL PADRE ÁNGEL

 


1.    Creo en Dios y en los hombres.

No ha perdido la fe ni en los hombres ni, por supuesto, en Dios. Él dice que “no hay que tirar la toalla… terremotos, guerras, tsunamis, gente que se muere en tus brazos. Hay que llegar hasta el final. Cuando te desaparece algo, cuando se hunde todo, uno sale siempre de los problemas, resistimos. Todo tiene solución”.

Has afirmado que le agradeces al cardenal Tarancón, además de su apoyo incondicional, la fe en los hombres. ¿Es así?

Yo ya creía en Dios; él me enseñó a creer en los hombres. Incluso en los políticos.

Has sido buen amigo de Adolfo Suárez, al que sigues visitando, queriendo y rezando por él; de Felipe González -con su gobierno se relanzó la fundación-, de José María Aznar y Ana Botella; José Luis Rodríguez Zapatero, José Bono y tantos otros. A todos les has implicado en tu proyecto y pocos pudieron decirte que no…

Uno tiene que creer en Dios y creer en los hombres. Y cuando digo creer en los hombres es creer en los políticos y creer en los obispos. Creer en Dios a veces es más difícil todavía, pero creer en los hombres es muy fácil, es decir, ¿por qué no voy a creer en ti, que has venido a aquí a hacerme una entrevista y no has venido a hacerme una encerrona, a denunciarme o a ver si esto es de oro? Y cuando digo creer en los políticos es porque yo tengo que creer en ellos. Y cuando deje de creer en ellos se hunde el mundo. Es decir, en estos momentos en que la gente no cree en los políticos, están hundiendo el país. Personalmente yo creo en los políticos y creo además que son los únicos que pueden hacer un mundo mejor; no lo pueden hacer ni la Iglesia, ni las Ongs, ni nada. Nosotros podemos ayudar, pero quien hace, quien sube las pensiones, hace trabajo y tal, son los políticos. Y hay que creer en los obispos. A veces es más difícil creer en los obispos, pero yo sigo creyendo porque fueron curas y luego pasaron a obispos. Pero sí, hay que creer en la gente. Si no, tendrías que estar aquí mirando a ver si me quitas el bolso. Por ejemplo, tu vas en el metro, a veces vas con dudas, pero, generalmente, uno va tranquilo, vas por la calle y sigues creyendo en la gente. Cuando tienes eso, yo creo que tienes felicidad. Ahora que si uno no creyera y pensara que estoy rodeado de ladrones, de hijos de puta, bueno, yo no sé. Hay gente que se cree que está rodeada de gente mala, ingenuos y tontos que creen que están rodeados de traidores, claro. Si yo creyera que mi gente es traidora, sería un no vivir.

Cada vez hay más superación por parte de la gente. ¿Cada vez es más buena?

Sí, ahí tienes pequeños ejemplos de lo que es el padre de familia que está ayudando a sacar a los hijos y a la familia adelante. Y las mujeres lo mismo, es decir, empiezo a ver mujeres, que uno no valora, que llegan hasta a prostituirse para poder sacar su familia adelante. Si eso no es solidaridad, que venga Dios y lo vea. Tienen una fuerza, una moral y una energía… Son las heroínas de nuestro país. Todo lo que tenemos es gratis: da lo que puedas y coge lo que necesites. Hay que devolver a la sociedad todo lo que nos ha dado y dar muchas gracias a Dios.

¿Y qué pasa con los niños abandonados? ¿hay más de los que van a ser buenos o de los que se van para el lado malo? Es decir, ¿qué pasa con el niño que lo ha pasado mal y al que se le ha ayudado?

La experiencia es que muchos de los que están en la cárcel, muchos de los delincuentes han sido hijos de papá. Es decir, lo que se ha mamado en la familia, esos genes a veces se llevan. Eso es una estadística que está ahí, que no nos lo hemos inventado. Pero la otra estadística indica que hay un montón de gente que se reconduce. Yo creo que cada vez tenemos más superación de la gente, es decir, cada vez la gente es más buena. El mundo cada vez es mejor.

2.    Vivimos en un mundo mejor.

 Pues sí, pese a sufrir la dureza de la vida y a conocer de primera mano las situaciones más injustas, dice, sonriendo, que vivimos en un mundo mejor. No está de acuerdo en que el tener un niño discapacitado sea una bendición de Dios, o tener un accidente y que no se mueva nada. Los momentos duros son para reflexionar sobre las cosas buenas que se tienen.

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