Con excesiva frecuencia, trascurrida una
importante etapa de nuestra existencia, cuarenta, cincuenta, sesenta años…, un
considerable número de personas continuamos quejándonos de la educación o
formación recibida de nuestros padres, de los familiares y de los
profesores que en su día tuvimos para, de alguna manera, justificar en el
presente nuestras carencias evolutivas; incompetencias para afrontar y
solucionar las situaciones comprometidas. Ellos son los responsables de mis
«desgracias» por no haber acertado en mi educación, obviando lo más
esencial: la edad que tengo en el presente.
De tal manera intentamos justificar los
desaciertos, conductas y/o actitudes desafortunadas que vivimos o practicamos
en la actualidad. De mayores podemos llegar a creer que no recibimos
en su día aquellas enseñanzas que pudieron marcar un camino favorable en
nuestra formación, según nuestro punto de vista –¿más desacertado que cierto?
-. Esa creencia puede ser fruto del autoengaño -consciente o inconscientemente-
en el que necesitamos creer para eludir nuestra responsabilidad, de esta manera
justificamos esas conductas poco favorables o fuera de lugar: resulta
más cómodo culpar al otro.
Consumida, ya, una importante etapa de mi
vida, tal justificación no tiene su sentido de ser en ningún aspecto. De
continuar apoyándome en el hecho de no haber recibido la formación adecuada en
los primeros años de vida para justificar mis desaciertos, confirmaría mi
inmovilismo evolutivo en el presente, así como en el trascurso de la vida. Pues,
es más cómodo culparles a ellos antes que cobrar conciencia de mis actos y
comportamientos desacertados, y por no haberme involucrado responsablemente en
aquellas tareas y parcelas que deben ser superadas y mejoradas a consecuencia
de dicho inmovilismo.
Lo expuesto nos indicaría que los años
trascurridos desde la infancia-adolescencia- hasta el presente, sólo nos han
servido para sumar años, para crecer física, pero no evolutivamente para
madurar, y conformar una personalidad lo más amplia y sólida posible.
Retomando esta frase: Obviando lo
más esencial, la edad que tenemos en el presente. Dicha frase, sólo esta
frase, de por sí, retrasmite el sentido y el contenido de estas líneas. Sin
ellas, no tienen sentido de ser. Estas son y deben de ser el punto
vital y crucial en nuestras vidas, pues nos servirán para cobrar plena
conciencia de la realidad, y el sentido que representan para que en el futuro
no continuemos acusando a nuestros mayores de los males que tenemos y vivimos
en el presente, los mismos que no hemos querido, sabido o podido
reconducir.
Al analizar y cobrar conciencia de esa realidad,
improbablemente volveré a quejarme de mis educadores. Pues tendré la
posibilidad de convertirme en un ser adulto con todas sus consecuencias, entre
ellas, la de crecer y evolucionar como ser humano. En el presente soy el único
gestor y responsable de mi vida y de mi existencia a pesar de… No admitamos excusas
carentes de sentido crítico.
Muchas gracias, Joan. Buen recordatorio, siempre debemos asumir la responsabilidad de nuestro desarrollo evolutivo.
ResponderEliminarCómo sabrás, el recordatorio no sirve de nada si no integramos lo escuchado o lo escrito. Gracias. Joan
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