lunes, 1 de agosto de 2022

JOAN SÁNCHEZ-FORTÚN - EJERCICIO DE AUTOCRÍTICA



Con excesiva frecuencia, trascurrida una importante etapa de nuestra existencia, cuarenta, cincuenta, sesenta años…, un considerable número de personas continuamos quejándonos de la educación o formación recibida de nuestros padres, de los familiares y de los profesores que en su día tuvimos para, de alguna manera, justificar en el presente nuestras carencias evolutivas; incompetencias para afrontar y solucionar las situaciones comprometidas. Ellos son los responsables de mis «desgracias» por no haber acertado en mi educación, obviando lo más esencial: la edad que tengo en el presente.  

De tal manera intentamos justificar los desaciertos, conductas y/o actitudes desafortunadas que vivimos o practicamos en la actualidad.  De mayores podemos llegar a creer que no recibimos en su día aquellas enseñanzas que pudieron marcar un camino favorable en nuestra formación, según nuestro punto de vista –¿más desacertado que cierto? -. Esa creencia puede ser fruto del autoengaño -consciente o inconscientemente- en el que necesitamos creer para eludir nuestra responsabilidad, de esta manera justificamos esas conductas poco favorables o fuera de lugar: resulta más cómodo culpar al otro. 

Consumida, ya, una importante etapa de mi vida, tal justificación no tiene su sentido de ser en ningún aspecto. De continuar apoyándome en el hecho de no haber recibido la formación adecuada en los primeros años de vida para justificar mis desaciertos, confirmaría mi inmovilismo evolutivo en el presente, así como en el trascurso de la vida. Pues, es más cómodo culparles a ellos antes que cobrar conciencia de mis actos y comportamientos desacertados, y por no haberme involucrado responsablemente en aquellas tareas y parcelas que deben ser superadas y mejoradas a consecuencia de dicho inmovilismo. 

Lo expuesto nos indicaría que los años trascurridos desde la infancia-adolescencia- hasta el presente, sólo nos han servido para sumar años, para crecer física, pero no evolutivamente para madurar, y conformar una personalidad lo más amplia y sólida posible. 

Retomando esta frase: Obviando lo más esencial, la edad que tenemos en el presente. Dicha frase, sólo esta frase, de por sí, retrasmite el sentido y el contenido de estas líneas. Sin ellas, no tienen sentido de ser. Estas son y deben de ser el punto vital y crucial en nuestras vidas, pues nos servirán para cobrar plena conciencia de la realidad, y el sentido que representan para que en el futuro no continuemos acusando a nuestros mayores de los males que tenemos y vivimos en el presente, los mismos que no hemos querido, sabido o podido reconducir. 

Al analizar​ y cobrar conciencia de esa realidad, improbablemente volveré a quejarme de mis educadores. Pues tendré la posibilidad de convertirme en un ser adulto con todas sus consecuencias, entre ellas, la de crecer y evolucionar como ser humano. En el presente soy el único gestor y responsable de mi vida y de mi existencia a pesar de…  No admitamos excusas carentes de sentido crítico.

  

2 comentarios:

  1. Muchas gracias, Joan. Buen recordatorio, siempre debemos asumir la responsabilidad de nuestro desarrollo evolutivo.

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    1. Cómo sabrás, el recordatorio no sirve de nada si no integramos lo escuchado o lo escrito. Gracias. Joan

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