domingo, 7 de junio de 2020

¿Y ahora de qué me lleno?




Estas reflexiones van dedicadas a quienes hoy sienten vacío, puede ser por la pérdida de un ser querido, puede ser porque no saben qué hacer con sus vidas, puede ser porque se sienten sin rumbo, desorientados... Ya he dicho en muchos momentos que pérdidas hay muchas, pero no son pérdidas reales, son despedidas, simplemente porque yo no soy el propietario de nada que pasa y hay en este mundo. Nosotros también estamos de paso.

No nos enseñan a darnos cuenta de que los personajes, objetos y situaciones, que aparecen desde que llegamos a este mundo, ahora están y quizás mañana ya no estarán, y que los tiempos de estar y no estar son también distintos para cada uno, y no vienen definidos por una regla de tiempos conformados a priori.

Lo que sí es cierto, que cada nuevo ser que viene está llamado a ser él mismo, a dar su singularidad. Hay dos partes inseparables: 1) Lo que vengo a aportar como ser de una colectividad global. Aquello en lo que no soy nada distintos de todos los seres que me rodean, y 2) lo que vengo a dar como ser único y diferencial.

Los que se han marchado nos han dejado su impronta, su particular forma de ser. La filosofía oriental nos dice que si se han ido en un tiempo determinado es porque han cumplido su tiempo aquí, y si nosotros seguimos aquí, es porque es así.

Lo más importante: DEJAR QUE TODO SEA COMO ES. Y volvemos a la ACEPTACIÓN. No hay sentimiento de vida plena si no hay ACEPTACIÓN, lo otro es insatisfacción continua, pensar que las cosas, la vida, no debería ser así.

Yo asemejo la tarea de la evolución del ser en este mundo a la de una rotura continua de vínculos de apego (de cordones umbilicales) para ser libres y verdaderamente AMAR. El Amor es un ejercicio de libertad total, es la gran diferenciación con el amor (con minúsculas) que vivimos en este mundo, que es de posesión, de propiedad, de necesidad, en síntesis, de ego. Tú sufres cuando alguien se va porque le quisieras al otro aquí, y no eres consciente que el otro ya se ha liberado del ego, y de un cuerpo, ahora ya es libre. El primer cordón es el físico, pero luego, evolutivamente vamos rompiendo cordones psicológicos y emocionales. La expansión del Amor se alcanza con la liberación de nuestro ser de todas las necesidades.

El otro día observaba con tristeza, tras el fallecimiento de una criatura preciosa, cómo rápidamente las familias sacaban los dedos señaladores buscando culpables de lo acontecido. ¡Cómo nos maneja el ego, con qué facilidad! Y ¿eso te devuelve al ser querido a la vida? ¿Y eso te va a generar satisfacción? ¿Y eso va a aliviar tu dolor? ¿De eso es de lo que quieres llenar tu sentimiento de vacío?

Si paras un momento te darás cuenta de que nada se ha marchado, se ha marchado lo que ves con los ojos, pero no se ha ido nada de lo realmente importante, lo que de verdad vale, lo que no ves.

A partir de esa pérdida tú puedes hacer varios ejercicios: 1) alimentarte con la culpabilidad, hacia ti mismo o hacia la vida o hacia los demás; 2) alimentarte de la rabia, de lo que se podría haber hecho o no hecho; de la frustración, de lo que tendría que haber sido y no fue; de la depresión alimentándote de que tu vida ya no va a ser igual y va a ser una penuria, porque ese ser era el que te daba la felicidad; o 3) recoger a ese ser en tu seno y darle vida desde ti, dejándole que exprese en ti su deseo de ser (lo que esa persona era y deseaba de su vida), y haciéndola congruente con lo que tú deseas ser y vivir en esta vida.

Si actúas de las dos primeras formas que te expuesto en el párrafo anterior, te estás matando a ti mismo y estás matando todo lo bello de ese ser que se ha ido. Si adoptas la tercera opción, estás dando vida en este mundo a ese ser y a ti mismo, y seguirás caminando con esa persona por este mundo hasta que cumplas tu misión. Además, recuerda que hay más hijos de la vida que ayudar a ser ellos mismos, por eso tu misión no ha acabado. Ahora, te puedes dedicar a mirarte el ombligo y a quejarte de todo lo que te sucede.

Hay un párrafo de la vida de Jesús que a mí me parece admirable, que es cuando se pierde y aparece al cabo de tres días entre los doctores de la iglesia:
"Sus padres iban todos los años a Jerusalén para la fiesta de la Pascua. Y cuando tuvo doce años, subieron a la fiesta, como era costumbre. Pasados aquellos días, al regresar, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo advirtiesen sus padres. Suponiendo que iba en la caravana, hicieron un día de camino buscándolo entre los parientes y conocidos, y como no lo encontrasen, retornaron a Jerusalén en busca suya. Y ocurrió que, al cabo de tres días, lo encontraron en el Templo, sentado en medio de los doctores, escuchándoles y preguntándoles. Cuantos le oían quedaban admirados de su sabiduría y de sus respuestas. Al verlo se maravillaron, y le dijo su madre: Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira cómo tu padre y yo, angustiados, te buscábamos. Y él les dijo: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que es necesario que yo esté en las cosas de mi Padre? Pero ellos no comprendieron lo que les dijo"(Lc).

Si seguimos aquí, es porque aún tenemos que cumplir con lo que vuestro Padre os ha encomendado. Hablar del Padre, es hablar del Amor (de la Vida), con mayúsculas. Vivir en el Amor es vivir en la ilusión, en la plenitud, en la esperanza, en la entrega, en la alegría. ¡Estad en las cosas del Padre (Amor)! Vivir en el ego es vivir en todo lo contrario, vivir en la muerte. Tu pérdida (que no es pérdida) está viva, depende de ti.

Un beso virtual inmenso. Si lo quieres sentir lo sentirás, a pesar de que no te lo de físicamente.

JUAN FERNÁNDEZ QUESADA.

4 comentarios:

  1. Me alegro de que te guste, David. Ahora queda en que hagas parte de tu ser vivir las cosas disfrutándolas, pero sin apegarte. Estamos en tránsito también. Un abrazo.

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  2. Muchas gracias por esta reflexión tan llena de cordura, más en estas circunstancias... Un abrazo

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