lunes, 1 de junio de 2020

JOAN SÁNCHEZ-FORTÚN: LA FELICIDAD, ¿LEYENDA O CRECIMIENTO PERSONAL?



La felicidad, ¿existe, es una leyenda creada por nosotros mismos en la cual necesitamos creer o, por el contrario, nos involucramos en nuestro proceso evolutivo y crecimiento personal, los que nos conducirán al bienestar y a la paz interior?

Ya desde el claustro materno, “antes” y después de nacer, así como durante el resto de nuestra existencia, oímos incesantemente la palabra felicidad. Su sentido queda grabado en lo más profundo de nuestro ser, malgastando y empleando “inútilmente” unas energías en la búsqueda de esa felicidad.

La llamada felicidad no se adquiere, sino que es el resultado del esfuerzo continuado de una búsqueda hacia nuestro interior, siendo éste el hecho diferencial. Debemos conocernos sin temor a lo que podamos encontrar y a profundizar sin autoengañarnos, para reconocer nuestros errores y posterior rectificación. Aprendamos a decir “lo siento”, vivir con humanidad y humildad, esforzarnos en comprender antes que criticar, tolerar para no imponer, aceptar para evitar enfrentamientos con uno mismo –“no aceptar” comporta un sufrimiento personal, inútil e innecesario-. Aceptar es el Dios que nos evitará tanto sufrimiento innecesario.

Implicarnos en nuestro conocimiento y crecimiento personal equivale a dar el primer paso en el proceso evolutivo. Debemos crecer para madurar, superar nuestros miedos, frustraciones, egoísmos, carencias… Esta madurez alcanzada nos proporcionará paz interior y un equilibrio emocional del que anteriormente carecíamos -con su consiguiente sufrimiento-. Maduremos como seres humanos si deseamos una vida más plena con nosotros mismos y con nuestros semejantes.

En ocasiones nos consideramos “felices” cuando la fortuna, el amor y los quehaceres diarios no nos causan problemas: todo funciona bien y parece estar controlado, domino la situación. Soy feliz. Esta pudiera ser la “felicidad” reconocida socialmente: la que proviene del exterior o, la que me aportan los demás.
Cuando perdemos esa clase de felicidad porque la vida no nos es tan favorable, desaparece la falsa seguridad y felicidad que creíamos tener. Entonces, nos encontramos con nuestra dura, cruel y desnuda realidad: nuestro vacío interior, afectivo y evolutivo. Esa felicidad que creíamos tener estar fuera de mí -no en mi interior-, por consiguiente, me convierto en un dependiente del mundo externo: de la generosidad de las personas, de las circunstancias favorables y de la suerte, entre otros factores.

Si has aprendido a conocerte, tendrás más facilidad para superar tus circunstancias personales adversas y habrás crecido como ser humano: serás menos vulnerable a las adversidades y al sufrimiento. Entonces, el bienestar estará dentro de ti -con los consiguientes altos y bajos-, en consecuencia, serás menos dependiente de los favores del mundo externo. Éstos dejarán de ser el sentido y la necesidad en tu existencia.

Reflexión a modo de resumen: Conócete, madura como ser humano, reconoce tus límites y supéralos; cobra conciencia de tus ignorancias y errores para no repetirlos en el futuro, en una palabra: evoluciona. Entonces te sentirás plenamente contigo mismo. La palabra felicidad dejará de tener un sentido fundamental y prioritario en tu existencia y, en el futuro, estarás más capacitado para afrontar desde la madurez las situaciones conflictivas. Esta madurez es la que te llevará a estar bien contigo mismo: lo máximo a lo que podemos aspirar en nuestra etapa terrenal.

Un cordial saludo.
Joan Sánchez-Fortún.

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