Una de las diversas acepciones, que podemos dar por válida en el lenguaje cotidiano, es el de la crítica, mediante la misma, opinamos gratuita y desfavorablemente en forma de ataque o censura a las personas por unas palabras, hechos o circunstancias con las que no estamos de acuerdo, a modo de crítica negativa, agravado por el hecho de estar ausente la persona interesada: en esta situación, emitimos juicios de valor qué, probablemente, no lo haríamos ante su presencia. "Excelente forma de conocer a las personas: sobre todo, al criticador".
Por opinión podemos entender aquel comentario en el que, aun estando en el desacuerdo, deseamos hacer ante el interesado. La opinión habrá de ser razonada, exenta de agresividad y de superioridad para que no pierda su espíritu positivo- evitando que la persona se sienta humillada-. Quién así opine y razone, se habrá ganado el derecho a ser escuchado y, humildemente, a mostrar nuestro agradecimiento por su honesta opinión, a pesar de no ser favorable. Precisamente, estas opiniones, son las que necesitamos escuchar (antes que sentirnos agredidos) para convertirlas en unos puntos de referencia y de aprendizaje en nuestro proceso evolutivo: nos ayudarán a cobrar conciencia de nuestros errores y comportamientos inadecuados. En modo alguno debemos sentirnos agredidos sino, todo lo contrario: agradecidos. Aquí demostramos nuestros deseos de superación a pesar de….
Evidentemente, las críticas negativas cómo las
opiniones emitidas con agresividad y deseos de ofendernos, por educación, las
oiremos, pero no las escucharemos: probablemente,
el criticador proyecta sus conflictos
sobre uno mismo. Reconoce en nuestra persona sus "defectos" o
estados de envidia; entre otros. Esta puede ser una de las diversas variantes
en el ejercicio de la crítica. De alguna manera nos ayudan a conocerlos
gratuitamente desde nuestra madurez. Desde la que escucharemos, pero no nos
sentimos agredidos.
Criticar es un acto de
deslealtad, no ético, que "denigra en la misma medida al criticador como
al oyente", cuando éste da
crédito sin constatar la certeza ni dar la oportunidad de explicarse o
defenderse al criticado y, más aún, si a su vez, la propaga tomando la
argumentación como un hecho cierto.
Desde nuestros valores, no
permitamos ser receptores de las críticas ni darles certeza, ya que, de alguna manera, nos ponemos a la altura del
criticador al darle credibilidad, de tal modo, contribuimos a alimentar una
deslealtad o acto denigrante. No nos convirtamos en jueces gratuitos debido a
nuestras ignorancias, incomprensiones o voluntad de desprestigiar, porque
entonces criticamos, juzgamos y condenamos a la Ética, la Dignidad y a los
Principios por los que debemos gestionar nuestra existencia.
La abeja no acude a la flor por casualidad. Existe un porqué. Cuando somos depositarios "regularmente" de las críticas ajenas, deberíamos observar qué rasgos componen nuestra personalidad de base que las propicia: También existe un porqué.
A MODO DE REFLEXIÓN:
¿Por qué será que a los humanos nos resulta tan fácil
criticar, cuando tenemos la oportunidad de criticarnos a nosotros mismos, para
transformarnos en mejores personas?
Con nuestra actitud criticadora: ¿inspiramos respeto y
confianza?
Una hipótesis que debemos considerar: ¿criticamos,
consciente o inconscientemente, para sentirnos superiores al prójimo; dañar su
imagen o sacar algún tipo de rédito? ¿De
no ser así, con qué sentido criticamos?
No reconocer que criticamos es la coraza que nos
potenciará seguir criticando, juzgando y condenando en el tiempo.
Con nuestra actitud criticadora, ¿llenamos nuestros
vacíos existenciales? ¿De ser así, estamos interesados en descubrirlos?
Si precisamos criticar por necesidad para aligerar las tensiones
interiores o de cualquier índole, tenemos la posibilidad de hacerlo:
simplemente, omitiendo el nombre de la persona involucrada. Nos aliviaremos
interiormente y no habremos vilipendiado al prójimo. ¿Puede ser éste un racionamiento válido y
reparador? ¿Qué nos impide proceder con esta altura de miras? ¿Somos capaces de
darnos una respuesta?
Un abrazo a
todos, amigos.
Joan.
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