Es diciembre, es Navidad. Si algo me gustaba de estas
fechas era ese escenario perfecto para dar rienda suelta a nuestros
sentimientos, los “te quiero” salían más fácil, el beso estridente de los
abuelos en la oreja importaba menos y los viejos villancicos desafinados
sonaban a música.
Ahora nos movemos en un escenario diferente y lo que
nos pide la vida es que celebremos "la nueva Navidad", no se vosotr@s,
pero yo estoy desconcertada.
La publicidad envuelve el consumismo con el papel de
colores de la lágrima fácil; cada ser querido sigue volviendo a casa por
Navidad, aunque se entrevea que el regreso puede ser a través de videollamada,
a no ser que bebas un refresco de cola, en ese caso el mismísimo Papá Noel se
encargará de traerlo en persona.
La lotería, uno de los productos estrella
"comparte como siempre, comparte como nunca", nos recuerda que aún estamos
a tiempo de hablarnos de nuevo con ese hermano al que negamos el saludo, y
nunca es tarde para saber quién vive en la puerta de enfrente.
Gestos tan cotidianos como comer pechuga de pavo pasan
a ser existenciales y nos dicen en modo imperativo: ¡¡disfruten en la vida!!
Este año le ha dado a Ikea el anuncio montado, no les
va a sobrar ni un tornillo, han hecho del hogar nuestro aliado, lo decoran y tapizan
con una campaña solidaria que apuesta por la educación como fórmula para
conseguir la igualdad de oportunidades.
Los abrazos y los besos están en el banquillo, pero no
importa porque ahora se puede abrazar con las palabras que habían quedado sin pronunciar
por falta de aliento, que no de ganas.
Hasta un banco se ha colado en el intento de tocarnos
la fibra sensible al hacer de la "humanización digital" su eslogan;
les iría bien el gesto con la mano que tanto hemos practicado estos meses y
significa " no te acerques".
Visto así parece que la vida es de anuncio y que en
"la nueva Navidad" pocas cosas han cambiado, se nos permite ser elfos
por unos días para desempolvar la ilusión y el entusiasmo, sin estar pendientes
de datos, la única curva que cuenta ahora es la de la sonrisa y la mejor vacuna
el amor.
Porque la vida es para vivirla y "aunque para las
uvas hay algunos nuevos, a los que ya no están echaremos de menos, y a ver si
espabilamos los que estamos vivos y en el año que viene nos reímos".
Uno, dos, tres y cuatro y empieza otra vez...
INMA REYERO DE BENITO
La mejor vacuna es el Amor y la risa auyenta el miedo. Gracias por animar.
ResponderEliminarMuchas gracias Inma por estas palabras de animo e este año tan triste y mas en estas fechas donde ya no estan mis seres mas queridos.Yo solo dezeo paz para mi y para el mundo y sobre todo amor a Dios
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