miércoles, 16 de diciembre de 2020

JOAN SÁNCHEZ-FORTÚN - NAVIDAD 2020

 


¡Ha llegado otra nueva Navidad! Como todas, con sus novedades; unas positivas, otras, no tanto. Pero con un sentimiento que no deberíamos ignorar, cómo es el de la aceptación del tiempo transcurrido y sus circunstancias por más dolorosas que puedan resultar, si deseamos vivir un presente en paz con uno mismo. Esta aceptación propiciará un estado de serenidad, pues nos permitirá vivir unas fiestas lo más plenamente posible a pesar de la ausencia de las personas queridas. 

 

Por su recuerdo y por el afecto compartido, justamente, en estas fiestas Navideñas, deberíamos engalanar nuestros corazones para dedicarles el más cálido de los pensamientos y recuerdos plenos de sentimientos hacia ellas, antes que vivirlas con tristeza y dolor: nuestros queridos ausentes, así lo habrían deseado. No lo olvidemos. 

 

Estas fiestas navideñas, en las que finaliza el año, deberían ser un punto de encuentro y de reflexión en la gestión de nuestra existencia. Fortalecer nuestras bondades y valores, sin olvidar el deber de cobrar conciencia de aquellas actitudes negativas que debemos modificar para conseguir el encuentro con uno mismo, así como con nuestros semejantes: es decir; por una mejor y más plena convivencia.  

 

En el trascurso de nuestra existencia, podemos  reprocharnos el no haber tenido una actitud más cordial y cercana hacia nuestros seres queridos; no haber tenido unas palabras de agradecimiento y de afecto a quién estuviera huérfano de ellas; haber hecho dejación de nuestros compromisos y obligaciones hacia las personas queridas o necesitadas; no haber  dicho te quiero, lo siento, así como de tantas otras palabras y acciones de las que estando necesitadas tantas personas de nuestro entorno por desidia e indiferencia, en su momento,  negamos esas entrañables  palabras de consuelo y de afecto. 

 

De practicar lo anteriormente expuesto en vida de nuestros semejantes, en el futuro, nada tendremos que reprocharnos llegado el momento de la ausencia.  Ofrezcamos y demostremos afecto y cercanía en vida de nuestras personas queridas, en el aquí y ahora, para no lamentarnos en el futuro por el afecto que, pudiendo ofrecerles en vida, te lo negué por mi indiferencia o desidia hacia tu persona y necesidades; por no ofrecerte esa palabra cálida y cercana cuando más la necesitabas. No lo olvidemos. 

 

Deseo hacer un cálido homenaje a mi gran y querido maestro, Juan P. Portuondo, cuando se refería a la muerte de un ser cercano al que no supimos querer en vida; decía¡No llores tanto la muerte de tu ser querido; haberlo querido en vida! Acabamos la frase, añadiendo: para no tener que llorarle tanto después de su muerte. ¿Esas lágrimas, subliman la carencia de afecto que le negué en vida?  Hipótesis nada despreciable. 

 

El concepto del párrafo anterior deberíamos tenerlo grabado en lo más profundo de nuestro ser para que jamás, jamás, jamás pudiéramos desprendernos de él.  Así iniciaremos la senda de un profundo cambio en nuestro proceso evolutivoNo lo olvidemos. 

 

Navidad, punto de encuentro y de reflexión entre aquellos corazones de bien. También, para aquellos otros qué, viviendo en la oscuridad evolutiva y humana, enfundados en sus corazas (afectiva, autista…) se atrevan a desprenderse de ellas: sólo sirven para protegerse de sus carencias, complejos, miedos..., por lo tanto, dificultará el acercamiento entre los seres humanos. 

 

Recordemos, que la vida es una constante de sumas y de restas. Unas personas vienen, otras se van. Días de calma, días de temporal. Ni lo uno ni lo otro son eternos. Agradezcamos a la vida lo que nos ha dado y aceptar las restas, será el mejor recuerdo y agradecimiento a la vida misma y a las personas por lo que nos han aportado, sin olvidar a aquellos otros seres humanos que, a diferencia de nosotros, jamás tuvieron nada: ni unos padres acogedores; ni un hogar, ni un techo; ni un resquicio de calor humano:  

 

LOS OLVIDADOS: LOS QUE NO CUENTAN; PORQUE PARA UNA PARTE DE LA SOCIEDAD, NI EXISTEN.

 

Ellos son acreedores de un perpetuo y profundo recuerdo, porque al igual que nosotros, merecen un mundo mejor.

 

No lo olvidemos a pesar de…

 

 

 

 

 

 

 

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